Dos, tres y cuatro.

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-Corred, agachaos - nos susurro muy nervioso aquel militar, del cual, seguíamos sin saber demasiado.

Rees y yo nos escondimos entre los montones de ropa de los que habíamos salido hacía unos minutos.

El soldado recogió su arma justo en el segundo en el que las puertas de la campaña se abrieron de golpe y una trupe de soldados ataviados exactamente como él, entraba con fusiles en mano, apuntando a todas partes.

-¡Soldado Dane! - exclamó el que supusimos que era el cabecilla de la trupe.

-Mi capitán - se llevó la mano a la cabeza y acto seguido la llevó hacia arriba, haciendo aquel saludo tan reconocible para todos.

-¿Que ha sido ese disparo?

- Señor, me pareció ver un ave aquí dentro - Rees y y nos miramos, dándonos cuenta de que nos estaba salvando el culo - y disparé por si era cualquier otra amenaza.

La verdad es que la mentira sonaba poco convincente, pero imaginé que tampoco tendrían motivos para desconfiar de aquel soldado.

- Muy bien, busque el animal y tráigalo a mi tienda cuando lo encuentre, habrá que inspeccionarlo...

Hizo una pausa dramática, echó una ojeada por encima e hizo una señal a los demás soldados que habían tras él.

- Y alimentar a algún que otro perro - hizo un gesto simpático

- Si señor, se lo llevaré en cuanto lo encuentre

- Dese prisa, y no malgastes balas con pajarracos...

El que supusimos que era el Capitán de aquel batallón se dio la vuelta lentamente y procedió a irse.

Nada más girarse y salir por la puerta, pude ver el pelaje blanco de Ágata acercándose sigilosamente al militar, que , a decir verdad, acababa de jugársela por nosotros.

Una vez al lado, Dane, así le había llamado el Capitán, se agachó y acarició al minino.

- ¿Podemos salir ya? - la voz de Rees resonó en el silencio que habían dejado los militares al irse.

El soldado se sobresaltó, parecía que se había olvidado de nuestra existencia, y quizá, yo esperaba que no nos recordara, pero como siempre Rees...

- ¿De donde habéis sacado esto?

La mano de Dane, levantó en alto un colgante idéntico al mío.

Me levanté de mi escondite, veloz, poniéndome la mano en el pecho y dándome cuenta de que no llevaba mi collar.

De hecho, el collar que sostenía el, era el mío.

- Eso es mío - dije con toda la calma que me permitía el momento - lo necesito.

En un impulso de hacerme el valiente, adelanté dos pasos hacia delante y empecé a mirar fijamente el collar, el cual brillaba con bastante más fuerza que normalmente.

- ¿De dónde lo has sacado? - Volvió a preguntar, esta vez, con un tono bastante más enfadado.

- Oye calma, no es nada, es un colgante de piedra y metal sin más - Rees se había metido en la conversación.

Genial, ya todo podía ir solo a peor. Rees me caía bien, sé que había mucho en juego para él y que me había ayudado antes, pero muchas veces su tono satírico y desenfadado le jugaba malas pasadas.

Siguiendo con su discurso, metió su mano en la camisa y sacó su collar, que era exactamente igual que los dos anteriores, pero que brillaba menos.

- ¿Ves? - dijo mostrando su colgante y su sonrisa burlona - Yo también tengo uno igual.

El gran ciclo lunar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora