Advertencia: Contenido sexual explícito +21. Sé que les vale, pero lean bajo su propia responsabilidad. Dedicatoria a mi amiguita ahgase: Edeny
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-Ven aquí... meñique preciosa...
Sí, Park Jinyoung me dice "meñique". El apodo conserva algo de la ternura que se esfuma con su deseo, porque "me da en todos los muebles de su casa". El refrigerador, la encimera, el comedor, los sillones, la cama, el lavabo, la lavadora... creo que podría atreverme a decir que hemos cumplido la aseveración de mi apodo. Pero no crean que este chico de campeonato es sólo sonrisas, dulzura y elegancia. No, señor, Park Jinyoung de inocente no tiene nada, es todo un seductor y endemoniadamente caliente en cualquier momento, haciéndome cumplir sus fantasías, cosa que disfruto en demasía.
Le importa poco comerme a besos cuando baja del escenario después de presentarse con los chicos, o bien, cuando voy de visita al departamento, manosearme descaradamente delante de todos. Pero hoy, hoy se pasó, y por mucho. Mientras cenábamos todos con el mánager y el staff después de haber hecho el showcase del comeback, su mano libre fue a parar en mi rodilla. Primero, fueron inocentes roces de su pulgar; después su mano ascendía jodidamente lento, rozando mi pierna y poniéndome tensa. Pero el verdadero problema empezó cuando después de quince minutos, llegó al borde de mi short, pues ignoró ese hecho y siguió subiendo, esta vez sólo con sus dedos, aproximándose a mi entrepierna. Y entonces, bajó el cierre, haciendo que dejase caer los palillos, mientras él seguía pareciendo sereno. Lo miré mal y me sonrió con ternura, justo cuando me tocó por encima de mi ropa interior, cambiando a una expresión de asombro, al sentir encaje. Gracias al cielo, retiró sus dedos, subió el cierre y alejó su mano de mí.
No debí mirarlo a la cara. Esa sonrisa torcida anunciaba que hoy, no dormiría. Y me lo confirmó al subir a la furgoneta, pues no paró de tocar mi espalda y trasero en todo el camino de vuelta a casa mientras iba sentada en sus piernas. Apenas cruzamos la puerta de su habitación, puso el pestillo y se lanzó a mi boca, sin permitirme reaccionar o moverme un poco. La ferocidad de su lengua me hizo aferrarme a sus hombros, estremeciéndome y suspirando en su boca.
-En tus rodillas, bebé...
Obedezco. Me deshago de su cinturón y desabrocho el pantalón, notando lo despierto que ya está. Bajo el cierre con los dientes con la mirada fija en sus ojos, notando cómo se encienden, y prueba de ello es verlo morderse el labio y deshacerse de su suéter mientras bajo su pantalón un poco. Paso mi mano por su erección, haciendo que gruña y entrecierre los ojos. Sonrío y bajo el pantalón hasta sus rodillas, humedeciendo la tela del bóxer donde se remarca su erección hasta que queda completamente húmeda. Sonrío para mí misma cuando lo veo con la cabeza echada totalmente hacia atrás, recargada en la puerta; tiro del elástico y se erección salta ante mi mirada hambrienta, pero una suave caricia en mi cabello, me hace levantar la vista
-Me tienes tan caliente, que creo que me vendré apenas me toques con esa seda que tienes en la boca. Ven aquí... meñique preciosa...
Me extiende su mano y me pongo de pie. Se deshace del pantalón y bóxer mientras me besa con rudeza de nuevo, encaminándome a la cama. Lo abrazo por el cuello cuando me lanza a ella y caemos juntos sin dejar de besarnos. Sus manos recorren con descaro desde mis tobillos hasta mi cuello, arrancándome suspiros. Rompe mi blusa, y apenas soy consciente del tintineo que producen los botones en el piso; la desliza por mis hombros y la arroja a un lado. Masajea mis senos por encima del sostén, descendiendo por mi cintura y terminando en el borde del short, que elimina de inmediato. Un hilo de saliva se rompe cuando se aleja y me mira con lujuria, relamiendo sus labios y sonriendo de lado.