II.- Acompañado.

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Haruka:

La curiosidad de Haruka despertó en cuanto notó que Emily quería decirle algo más después de que supiera que estaba vivo, pero parecía ser que Sousuke estaba bastante ansioso por mostrarle la casa, así que lo siguió.

Aprovecharía otra ocasión para preguntarle todo lo que quería saber.

Mientras, fue detrás del más alto.

Su mirada se paseaba por los alrededores, y se preguntó si acaso su propia casa estaba también ahí en aquel lugar, y si acaso podría ir a verla.

-¿Viviste aquí? -preguntó, mirando los retratos de, suponía, los familiares de Sousuke que estaban colgados en las paredes- ¿Dónde están tus padres? –

Sousuke:

-Si...- ubicó su retrato y se colocó frente a él. -En una casa como esta... En la tierra de los vivos...- ese lugar era el reflejo de aquel mundo, todo lo que había arriba estaba abajo. Escuchar sobre sus padres le hizo señalarle los marcos sin retrato sobre el suyo. -Ellos siguen vivos.

Siguió caminando por el largo pasillo, la que era su habitación estaba al final. Esperaba que su piano siguiera ahí.

-Ven... Quiero mostrarte más...

Había habitaciones con chimenea, con balcones amplios y jardines vistosos. Le gustaba más esa casa que aquella donde había estado viviendo por 25 largos años. Abrió la puerta de su habitación, con muros turquesa y detalles blancos. Una cama enorme con dosel de seda y un piano junto al ventanal.

-Emily recuerda cada detalle... Está igual que cuando vivía...

Haruka:

Si sus padres vivían, ¿entonces por qué él había muerto?

Bueno, existían millares de posibilidades.

Una enfermedad, un accidente... incluso alguien pudo haberle hecho eso.

Pero no quería preguntar.

Le veía tan feliz, tan animado y en paz... no le parecía adecuado hacerle recordar algo que le provocara tristeza.

En cuanto la puerta de aquella habitación se abrió, Haruka se fue directo al piano.

Sus manos tocaron la madera del instrumento, pero sin animarse a probar las teclas.

Terminó sentado en el pequeño banco que estaba enfrente y soltó un suspiro al ver por el ventanal.

Definitivamente era una bella vista, pero no podía imaginarse a sí mismo viviendo ahí.

-¿Sabes tocar? -preguntó, regresando la vista a Sousuke.

Sousuke:

-Me obligaron a aprender...- respondió, caminando a paso lento pero seguro hasta el instrumento y sentándose a su lado. Levantó la tapa y colocó sus dedos en posición. -Sin embargo, también aprendí a disfrutar la música que podía tocar en él...

Y entonces una bella melodía inundó la habitación, recorriendo con sus notas los pasillos y escaleras, llenando de música aquel enorme lugar. Una canción melancólica, dulce, una que había escrito hacía años pidiendo por libertad de ser y sentir. Quién iba a decir... Que esa melodía iba a ser interpretada frente a alguien más después de haber muerto.

Sus dedos bailaban sobre las teclas, parecían vivos y no las falanges delgadas de un cadáver retenido por siempre en el flujo del tiempo. Poco a poco su propio cuerpo se fue soltando con la música, sus brazos e incluso sus hombros se movían al ritmo del delicado compás.

Hasta que la muerte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora