Prólogo.

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Por fin, descansando en casa y fastidiado de la bipolaridad de mis compañeros y para mi desgracia y ponerle una raya más a mi mal humor, el cargador del celular no se quiso quedar atrás y se averió a causa del intenso uso.

Fui a la tienda en busca de otro, todo estaba en mi contra, la lluvia en mi camino logró empaparme por completo y recordándome la mala suerte.

—Mamá, ¿el paraguas? —pregunté a mi madre, ella y su sexto sentido se hicieron presente, ¿porqué hoy?—. Vaya que día.

—¡Está lloviendo! Edgar llévate el paraguas si no te vas a mojar —respondió con ese tono peculiar de las madres—. Si, en realidad, este día no ha sido lo bastante bueno para mí, espero vaya mejorando.

Con mi teléfono descargado por completo esas ansias de llamarla se multiplicaban, ella era la única razón de seguir en esa nefasta escuela. Llena de personalidades desagradables, no es que me crea mucho, necesito oír su voz una vez más.

Existen días grises que nos recuerdan la gran importancia de tener dos cargadores, sonará estúpido pero en esta situación tengo ganas de dormir y no hacer mi tarea de matemáticas. Estoy a punto de graduarme, pero este país y otro idioma a cualquiera disgustaría. Mi padre acepto su trabajo, ¿acaso no piensa en mí? Todo debe girar alrededor del Sr. Carvallo, solamente la voz de mi querida Pamela desearía poder escuchar, a pesar de su nacionalidad, creo nos llevamos bien. Es la razón de gritar al cielo ''Hell yeah", welcome to América.

Me enamoré del rojo neón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora