- Aaron, dale, vayámonos.
-Esperá, esperá.
Julián estaba harto del clásico "esperá" de su amigo. No podía ser que por estar hablando con una mina que acababa de conocer lo dejase ahí plantado. Priorizaba a su mejor amigo frente a una posible cojida. Por eso nunca salía con él.
Cuando volvió a mirarlo el castaño se encontraban con la boca ocupada en otra cosa. Resopló fastidiado ¿Habría alguna vez en donde no lo dejase solo en un lugar lleno de personas? Probablemente no.
Pasaron los minutos. Aaron ya no se encontraba a su lado, probablemente estaría "mojando la vainilla" en algún baño. El enojo se le había pasado y había sido reemplazado por nervios. Era como si todos los ojos de las personas allí presentes se hubiesen puesto a observarlo. Sentía que lo atravesaban con la mirada, teniendo pena por él o pensando algo malo. Parecía que su pecho estaba siendo aplastado por cincuenta elefantes, que pronto necesitaría un pulmotor para respirar bien y que en cualquier momento se desmayaría. La presión era demasiada. La gente no paraba de hablar. Aquel incesante murmullo se convirtió repentinamente en el ruido de una radio con interferencia. Nada tenía sentido. Sus oídos quemaban al no poder distinguir qué pasaba, sus ojos no se quedaban quietos, le dolían los dientes de tanto que los apretaba y su estómago estaba revuelto. Si tan solo la gente pudiese dejar de prestarle atención. ¿Por qué había aceptado salir? Si sabía que todas las juntadas con el castaño acababan así: con él yéndose a follar. Sus manos sudaban y por más que las limpiase en su pantalón no lograba secarlas. Tragó con fuerza. Aaron debería volver. No, mentira. No volvería. Seguramente lo abandonaría por pesado. Seguro ya se cansó de él y no lo quiere ver más, por eso se va a coger. Siempre lo supo, él no lo quiere, solo siente lástima ¡Si tan solo pudiese desmayarse y ya! ¡Vámos desmayate! ¡Desmayate de una vez! ¡Vamos, inepto! ¿No sabes hacer-
- ¿Estás bien?
El tacto de una mano sobre su hombro lo desconcentró. Miró a la persona inquieto. Una chica lo miraba desde la butaca a su lado. Se había olvidado que estaban en una barra y que cualquiera podía estar cerca de él.
- ¡Sí! ¡No! Bueno, ¿quizás? Me gusta el jazz, ¿a vos? Ay, no perdón, no te tuve que haber preguntado eso. Que tonto. Uff olvidate. Sólo olvidate.
Hizo un gesto haciendo referencia a que le reste importancia, luego hundió su cabeza entre sus brazos ¿Cómo es que siempre la cagaba así? ¿No podía hablar como una persona normal? ¿Qué estaba mal con él?
La risa alegre de la muchacha paró nuevamente sus pensamientos.
- Sí, me gusta el jazz. Y no te preocupes, esta es la conversación más divertida que tuve con una persona en un buen tiempo - vaya, su sonrisa era hermosa.
Tras unos segundos de balbuceo logró decir gracias (no sin tartamudear, pero seguía siendo un avance). Debía admitir que se volvía medio tonto si conocía a alguien con linda sonrisa. Mentira. Se volvía algo excesivamente torpe en cualquier situación social. Ya hacía un par de años que se había resignado a no poder hacer amigos.
- Ea buena esa campeon, mira qué bombón te conseguiste mientras no estaba.
Aaron pasó uno de sus brazos sobre los hombros de Julián. Al ver que la chica cambió su expresión alegre a una mucho más seria, decidió intervenir. Lastimosamente su tiempo de reacción fue mucho más lento que el de la muchacha con sweater rosa.
- Ea, mira, es el chico que deja que su supuesto amigo casi tenga un ataque de pánico. Tal vez deberías andar pensando en la gente cercana a vos, más que en tu pija. Así como para variar, ¿viste?
- Discúlpame, pero hasta donde yo sé Enzo es muy cercano a mí. Tenemos muchas aventuras juntos y lo cuido muy bien.
- Entonces demostralo, capo -dicho eso se paró y le dejó sonriente una servilleta con un número de teléfono a Julián-. Llámame cuando puedas, Enzo.
En cuanto se hubo ido Aaron comenzó a reír a carcajadas. Se curvó sosteniéndose de la barra para no caer al piso. Julián lo miraba algo preocupado por varias razones: 1) no sabía si hablarle a la chica (tal vez era una loca asesina que lo disimulaba muy bien), 2) ¿De qué le hablaría? No podía ni mantener una conversación con sus amigos y la mina esperaba una charla de calidad con el morocho, 3) no podía creer que la pobre inocente hubiese pensado que el nombre del pene de Aaron era en realidad su nombre. El día que descubra la verdad (si es que lo hace) seguramente ardería algo. La morocha aparentaba tener mucho carácter.
Cuando hubieron llegado a lo de Juli, este le cerró la puerta en la cara a su mejor amigo. Suficientes salidas hasta dentro de dos meses.
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Sé que nunca dejaste de brillar.
HumorJulián es un pequeño llorón. Aaron es un chico que va a todo o nada sin que se le mueva siquiera un pelo. Julián es un introvertido. Aaron ni siquiera se fija en qué tipo de personalidad tiene. Les presento al dúo dinámico. Son de esos amigos que s...