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Julián amaba estar solo, pero no la soledad. Él quería quedarse en su casa haciendo la suya todo el tiempo, pero de vez en cuando quería sentir el calor de sus amigos. Sin embargo, aunque se juntase de  forma voluntaria a socializar, muchas veces se iba antes de lo previsto.

Las personas lo agotaban. Si un día tenía colegio y salía con Nicolás, al siguiente no aguantaba estar todo el tiempo con gente. No era de esas personas súper pegotes que pueden estar dos o tres días con la misma (o distinta) persona. Él necesitaba espacio, de lo contrario quedaba sin fuerzas para nada. Además el malhumor que tenía si no descansaba era insoportable incluso para él.

Julián era una contradicción andante. Quería atención, pero le resultaba exhaustiva. Hay días en que habla hasta por los codos y hay otros en donde con suerte dice una palabra. Es alguien que siente mucho. No, después de ese "mucho" no viene ningúna emoción en particular. Podía pasar de ser el más feliz al más triste en cuestión de segundos.

Así que sí, el pequeño era una persona complicada y como toda complejidad con patas, le costaba que lo entendiesen. Sentía como que simplemente no encajaba en ningún lado. No se tachaba a sí mismo de bicho raro o anormal, solo que no congeniaba bien con todos. Encontrar su tipo de persona era muy difícil. Por dicha razón consideraba que solo existían tres personas en el mundo que realmente lo podían comprender, ayudar y que realmente lo querían con sus manías y todo. Su mamá, Aaron y sí mismo; ahí terminaba la lista.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2017 ⏰

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