crush

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Su brazo rozó con el de Gretell al pasar por su lado. Ella no cabía de la emoción, pero logró contenerla avanzando a través de la hilera; rememoró la escena reciente una y otra vez. Su día no podía ir mejor.

Por desgracia, Diego solía sentarse un par de lugares más allá de donde Gretell tomaba asiento. Era casi imposible verle durante clase. Aunque, de vez en cuando, alcanzaba a contemplar su perfil.

Se trataba de un muchacho de piel tostada, de estatura alta pero no del modo exagerado, de cabello negro azabache, prolijo; el mero hecho de que no utilizara productos era una de las cosas que a Gretell más le gustaba. No obstante, disfrutaba de la manera en la que el muchacho sonreía, incluso a labios cerrados; de la manera en que se movía a través del colegio con aquella chaqueta suya.

Gretell pasó la mayor parte de la clase mirando al muchacho más de lo debido. Dándose cuenta de que Diego no prestaba la mínima atención a su enamorada.

Pese a ello, no era momento para perder la esperanza. Ese mismo día llevaría a cabo su plan, aunque había sido más bien idea de su mejor amiga. Ella se encargaría de presentarlos, pues Diego compartía equipo con Joselin y, aprovechando que solían saludarse, Gretell aparecería casualmente. Luego (si todo marchaba bien) recordaría de pronto que asistían juntos a clase de Latín y, para eso, se vería obligada a disimular su obsesión hacia el chico.

Vaya misión imposible.

Probablemente terminaría viéndose como una exagerada. No tenía idea de cómo aparentar su propia sorpresa o peor aún, que el chico no aceleraba su corazón. No soportaba la idea de que el la tomara por loca.

—Todo lo que debes hacer es relajarte. —le decía Joselin mientras se dirigían al edificio O. Mismo en el que encontrarían a Diego—. Es un buen chico continuó animándole.

—Acabas de decirme que le gusta burlarse de los demás —Su nerviosismo se había manifestado en forma de cosquilleos atravesándole el pecho y las piernas, que parecían haber sido fabricadas de papel. Por no hablar de su voz rasposa y manos sudorosas.

Invadida por la misma adrenalina que experimentaba al subir a una montaña rusa. Aumentando a medida que ascendían los escalones, uno tras otro.

Estaba cerca.

—He dicho que arremeda solo a los profesores. Es divertido. —añadió su amiga una vez llegaron al aula.

Sin embargo, la muchacha ya no prestaba atención a Joselin, ni siquiera a sus propios pensamientos. Aunque el resto de estudiantes se encontraban fuera de clase, a la espera de entrar, distinguió a Diego de entre tantos.

Un latido. Palpitante, martilleándole el pecho.

El muchacho conversaba con alguien más; a Gretell pareció no importarle. En cambio, sentía un cúmulo de emociones, feroces y descarriladas; deseaba huir y al mismo tiempo quedarse. Acercarse y apartarse cuanto antes de él.

No lo vio venir.

Diego se encontraba saludando a Joselin. Los ojos avellana oscuro del muchacho la miraron luego y su corazón pareció desmoronarse cuando le besó la mejilla.

—Creo que tu vas en mi clase. —intentó sonar dudosa—. De latín —agregó en seguida.

Desde la perspectiva de Gretell, lo siguiente sucedió en cámara lenta: las cejas pobladas de Diego se contrajeron y su sonrisa vaciló no más de un segundo. Antes de contestar con un:

—No lo recuerdo.

Gretell se esforzó para no huir como una cobarde. Sonrió de oreja a oreja junto a Joselin. Ésta última, en un intento desesperado por evitar un silencio incómodo, se echó reír. Gretell la imitó, buscando el lado cómico de la situación (que encontraría más tarde).

—¡Que mala onda! —fue todo lo que pudo decir.

Los labios de Diego se curvaron en una sonrisa divertida.

—Perdón... —Su cejo volvió a fruncirse, dejando intencionalmente la oración al aire.

—Gretell. —terminó de decir, y su corazón dio un salto. No importaba que se tratase de pura cortesía, él sabía de ella ahora—. Y tú eres... —fingió demencia.

—Diego. —contestó él—. Bueno, adiós Gretell —Depositó un beso en la mejilla de la aludida para luego sonreír a Joselin, pues la vería en clase.

Gretell sentía sus mejillas arder mientras lo veía entrar a clase, no obstante, Diego se detuvo en el marco de la puerta. Acto seguido, besó los labios de una chica.

La felicidad de Gretell perdió fuerza igual que un globo al desinflarse. Quedándole sólo un comentario por agregar.

—Bueno, aún restan cinco más.

...
fecha: 18/10/2000
lo terminé el mismo día en el que se me ocurrió esta pequeña historia y/o relato. la verdad es que ese plan no se ha llevado a cabo en la vida real :( en fin. espero que les haya gustado c:

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