David bajó los escalones precipitadamente escuchando cómo Elissa lo llamaba desde el piso superior; entre el remolino de pensamientos se detuvo una vez estuvo al exterior, Elissa frenó de golpe al verlo de pie bajo la lluvia que no tardó en empaparlos de pies a cabeza.
—¿Qué hacías con él? —preguntó.
—Es un viejo amigo y tú lo sabes muy bien.
—Ustedes dos... —negó con la cabeza—. Siempre hubo algo entre ustedes dos.
—Mi último novio has sido tú, eso desde hace seis años, y ahora eres mi prometido —le tomó de la mano.
—Basta —dijo él—. Ya basta.
David respiraba agitadamente, los hombros caídos y el rostro ensombrecido le hicieron a Elissa saber que su molestia iba más allá de los celos, era una mezcla de tristeza y decepción.
—David...
—No puedo más con esto —se soltó de su agarre y comenzó a alejarse con pasos grandes.
—David... ¡David! —le llamó—. ¡¿Qué más quieres?! —corrió para alcanzarlo y como pudo lo tomó del el hombro—. Ya estoy contigo por el amor de Dios —sonó exhasperada.
—¡¿Me vas a decir que no sientes nada por él?! —se volvió con fuerza, clavando sus ojos en los de ella—. ¿Me vas a decir que no estás enamorada de Sebastian?
La lluvia siguió arrementiendo contra ambos pero ninguno de los dos se molestó en moverse, nada podía evitar aquella discusión; aquel asunto que ninguno se atrevía a poner sobre la mesa.
—No. —formuló ella sin titubear.
David la tomó por las mejillas pegando su frente a la de él, ella cerró los ojos con fuerza, quizá lloraba, la lluvia no le dejaba adivinar, solo podía ver los mechones oscuros que tanto insistía en recoger pegados a su rostro.
—No puedo dejarte ir porque te amo.
Ella acunó las manos de sus prometido.
—Entonces no me dejes ir —susurró y David unió sus labios con fuerza para envolverla entre sus brazos.
El rostro de Elissa descansaba en su hombro, podía sentir los latidos desbocados desde su pecho.
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Octubre 5, 2019.
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Relatos.
Povídky«sobre monstruos imaginarios, amores pasados y olvidados, platónicos, y seres sobrenaturales.»