Las Ruinas y el Inicio Pt. 2

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―¡Sebastián! ¡Baja a desayunar!
―Uhmmmmmmm... ¡ya voy Je!

Gritando desde su cama, Sebastián se levanta y apaga la música de su celular que estaba reproduciendo un jazz funk bien movido.

En calzoncillo y todo, baja las escaleras y camina hasta la cocina, donde su madre está comiendo sola mientras lee la sección de farándula del periódico.

―Buenos días Je ―saluda a su madre.
―Buenos días mijo.

Sebastián se sienta y empieza a comer. Mientras este comía, su madre baja la taza de café entre sus manos y con un tono directo y cortante, le dice a él:

―Sé lo que hiciste ayer.

Sebastián para de comer por un rato y extrañado, mira a su madre, a quien le pregunta:

―¿A qué te refieres?
―Sé que tuviste una pelea ayer ―le responde.
―No sé a que te refieres ―le dice algo nervioso girando la cabeza.
―Bueno, no es necesario que afirmes o niegues. El corte en tu camisa lo dice todo.

La madre de Sebastián nuevamente baja la taza y lo mira, preguntándole otra cosa:

―¿Al menos podrías decirme cuál fue el problema esta vez?

Sebastián se pone a pensar sobre si contarle o no. Pues él sabe que ella sabe que peleó, pero ahora quiere saber el motivo. Y no ve un porque no, aunque también sabe que le vendrá una reprimenda.

―Pelee porque quería devolverle el dinero a unos chicos que habían sido robados por unos vándalos del cole.
―¿Y como fue que tu camisa se cortó?
―En primer lugar, no estoy herido por si preguntas ―le dice al mismo tiempo que se levanta, demostrándole que en todo su cuerpo no hay un solo corte―. Segundo, no sabía que me habían cortado la camisa. Y tercero y último, los sujetos me atacaron con navajas.

En cuanto Sebastián termina de decir esto, su madre golpea con su puño fuerte a la mesa, haciendo que los platos se levanten un poco mientras ella mira furiosamente a los ojos de su hijo.

―¡¿Cuántas veces, te he dicho que dejes de meterte en problemas?! ¡Siempre sales con una nueva mierda a cada rato que me hace preocupar! ¡Un día vas a aparecer muerto o a mi del susto me vas a matar!
―Vamos Je, estás sobrexagerando ―le responde quemimportista―. Estoy aquí, vivito y coleando, ¿no?
―Tú no puedes entenderlo porque no eres padre aún. Pero cuando lo seas, completamente me entenderás.
―Eso espero Má.
―¡Solo- !... Solo... Solo, no te metas más en problemas, ¿ok?
―Intentaré, Je. Pero tú sabes como yo que no puedo ignorar fácilmente algunas cosas.
―Lo sé hijo... Lo sé.

Sebastián termina de desayunar y se levanta de la mesa, lavando sus platos y después, dirigiéndose a su habitación donde se viste completamente para el cole.

―Me voy Je ―informa Sebastián bajando las escaleras con su celular en la mano.
―Ok, hijo. Cuídate.

Sebastián se acerca a su madre y le da un pico fraterno en la boca y un abrazo para después, largarse al cole...

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―No, ¡me niego!
―Por favor, Sebas. ¡Ayúdame! Nadie más quiso hacerlo y eres mi única esperanza.

Al frente de Sebastián, está un chico blanco, pálido y de pecas que le ruega mientras este, está recostado contra la pared.

―Dije que no me metería más en problemas y eso es todo. Punto, ¿capicci?
―T-te pagaré por ello. Por favor, sólo hazme este favor. Es lo único que te voy a pedir.
―No me interesa tu dinero.
―¿E-entonces que deseas?
―Que te vayas, eso es todo. Yo no soy mensajero de alguien. Ni mucho menos voy a cumplir el capricho de venganza de un chico.
―Pe-pero entonces... ellos... ellos... ―dice entrecortante el chico de repente, asustado y mirando de un lado a otro.

Life's Bizarre Adventure: Strike the HornDonde viven las historias. Descúbrelo ahora