Rellenando Espacios

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     ―Toma, aquí está el pago. Con todo y los datos que me diste.

Elly extiende su mano, que sostiene un cheque, a Daniel. Este lo recibe y agraciado, se pone a leer el pedazo de papel.

     ―¿Realmente puedo reclamar $150.000 con esto?

     ―Sí, no hay problema con eso. Y recuerda, mañana, a la 1 PM, encuentrame en el mismo restaurante familiar. ¿Entendido?

     ―Entendido ―responde Daniel a la chica, quien lo señala y después se va―. Fiuu, qué intensa es ella. Es como una aventura andante ―comenta.

Daniel regresa a casa, y cuando llega, lo recibe su madre quien le pregunta:

     ―¿Qué tal te fue?

     ―Eh, bien, diría yo. Conseguí un trabajo, por si preguntas.

     ―¿Un trabajo? ¿Para qué?

     ―Para que envíes a papá al hospital.

     ―¿Qué? ¡No! Un hospital es caro y ni con los ahorros que tenemos nos alcanza para cuidarlo, peor en un hospital.

     ―No te preocupes mamá. Ya todo está solucionado.

     ―¿Solucionado?

     ―Sí, mira...

Y del bolsillo de la gabardina, Daniel saca el cheque y se lo muestra a su madre, quien tan pronto ve la exorbitante cantidad de dinero, no puede evitar preguntar alterada:

     ―¡Daniel, ¿de dónde has conseguido semejante cantidad?!

     ―Mi trabajo, como te dije. Es un pago adelantado, por así decirlo.

     ―¿Y en qué trabajarás como para haber conseguir semejante cantidad?

     ―Este... digamos que soy ayudante de alguien importante.

Y Daniel, sin decir más, le entrega el cheque a su madre y se va a su habitación sin decir más, donde se recuesta aliviado por solucionar un problema y ansioso por lo de mañana, ignorando que comienza a despertar algo sin igual...

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     ―Un momento, Veronica: ¿A qué te refieres? ¿Qué quieres decir con que vi qué?

Veronica tiembla, por miedo a ya no estar loca o imaginar cosas. Sino a algo más allá de ello.

     ―Sigueme ―le dice a Sebastián, tomándolo de la mano y arrastrándolo hasta una bodega cercana.

El silencio permance unos segundos en el aire, y Sebastián pregunta.

     ―Veronica, ¿qué te sucede?

 
     ―¿Realmente has visto una mano?

     ―Eh, sí. ¿Por qué?

Veronica de echa cabeza abajo y se pone a pensar si está hablando en serio.

     ―¿De verás, de verás? ―le pregunta por última vez.

     ―De veritas, de veritas ―responde.

     ―Okay. Entonces, si estás hablando en serio, te lo diré ―y tragando en seco, Veronica confiesa―. Sebas, la misma cosa que tú viste, yo también la vi.

Life's Bizarre Adventure: Strike the HornDonde viven las historias. Descúbrelo ahora