Diario de Chris: 8 de enero del 2016

8 2 0
                                    

Pasaron dos meses desde que ese joven trapecista me besó. El Circo se mudó a una ciudad extranjera, perdiendo el contacto, y yo sin poder quitarlo de mi mente.

Pero hoy, pasé caminando cerca del circo para poder llegar a mi casa, cuando lo volví a ver, era él saliendo de la ya instalada carpa gigante. Mi corazón dió un brinco y me empecé a poner nervioso. -¿Por que te pones asi Chris- recuerdo que me repetía internamente.

Al fin y al cabo, yo no esperaba más. Siempre tuve mi baja autoestima, por lo que nunca tuve seguridad y me resignaba a que nadie se interese en mi. Pero, con él me sentía extraño, aunque solo lo había visto, era una sensación difícil de identificar.

Para mi sorpresa, regresó a ver, sonriendo y caminando hasta encontrarnos. Cuando estabamos cerca, sentí que mi seguridad floreció, y me olvidé del mundo exterior.

El chico volvió a sonreír, y yo le devolví la sonrisa.

—Te extrañé...—dijo como en un trance. Le sonreí tímidamente, para decirle:

—Nunca pudimos quedar.—le dije algo avergonzado.

—Mañana, hay que aprovechar que es sábado y no tengo entrenamiento.

—Está bien, pero después de las siete, que yo si tengo entrenamiento.—repliqué.

—¿Te parece si vamos caminando? —asentí. Cuando emprendimos el camino a no sé donde, preguntó— ¿Qué entrenas?

—Bueno, los sábados, lunes, miércoles y viernes Aikido.

Hizo una mueca de exclamación, dando a entender que se asombró.

—Entoces tengo a alguien peligroso a mi lado. —reí ante su comentario. — entonces dime, ¿qué harías si hago esto?

Me tomó de los hombros, me preparé para tirarlo si quería hacer algo malo, pero solo me arrinconó contra la pared de la acera y me plantó un beso, uno intenso y lleno de nostalgia.

—Me esperé algo peor—le dije sinceramente. Mientras el me seguía besando, a lo que el se limitó a sonreír.

—Tranquilo, solo tengo dieciséis años, no mato ni violo. —le miré divertido, entrelazando mi mano conla suya, como que nos conocieramos de años, caminamos sin rumbo fijo.

No caeré otra vez, Cupido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora