70. POEMA DE MI CORAZÓN

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Mientras las ciudades preparaban la semana santa, llenaban de olores las calles y otros hacían las maletas para visitar a sus familiares, Malú y yo entramos en carretera con la radio a todo volumen.

El viaje era largo, unas cuatro horas de intenso tráfico por culpa de las vacaciones. Hacía un sol radiante, ambas cogimos nuestras respectivas gafas de sol.

-¡¡Vámonos!! -exclamó ella, alzando los brazos y cantando muy alto. Yo reí y negué con la cabeza. Definitivamente, estaba colgada, pero a la vez la admiraba. Era capaz de estar las 24 horas con una energía inhumana. No decaía ni un segundo. Igual que sabía sacársela a cualquiera, por muy deprimido que estuviese. Es una de las cosas que más me gustan de ella. Los minutos se pasaban lentos, nos movíamos lentamente por culpa de las retenciones. Aquello era un agobio. -por dios, vamos a hacer algo divertido.

-¿Qué propones? -reí, antes de que dijera algo. Ya la conocía.

-¿Jugamos al veo-veo? -solté una carcajada. ¿Lo decía en serio?

-Cariño… ¿no crees que ya somos un poquito mayorcitas para jugar a eso…?

-Pues nada, sigue con tu madurez aburri…

-Veo-veo. -comencé, cortándola. Me lanzó una sonrisa.

-¿Qué ves? -continuó.

-Una cosita.

-¿Y qué cosita es? -cantaba cuál niña pequeña, bailando de un lado a otro.

-Empieza por la letrita… -me quedé pensando. -...te.

-Te… -comenzó a pensar. -ta… -siguió. Miraba a un lado y a otro del coche. -tetera.

-Malú, cariño. ¿Dónde ves tú una tetera? -reí.

-Yo que sé… a ver si colaba. -prosiguió observando su entorno, intentando encontrar la "cosita" en la que yo pensaba. No lo iba a hallar en la vida. Reconozco que cogí algo complicado. Difícil de averiguar. -teléfono.

-No. -contesté. Estaba disfrutando viéndola tan desesperada.

-Timón.

-Y Pumba. -bromeé. -vamos en coche, no en barco.

-Tijuana. -negué con la cabeza. -tenedor. -volví a negar. -tractor. -se me escapó una risa. ¿Un tractor en un coche? -tronco, tijeras, turrón. -ya ni se paraba. Soltaba palabras al azar.

-¿Te rindes…? -la presioné sonriente, sacando su lado más infantil.

-No. Tequila, tango, tiempo. ¡Tiempo! ¡Es tiempo!

-No, no es.

-¿Qué es?

-¿Te rindes? -repetí. Asintió derrotada. -te doy una pista. Llevas unos cuántos encima. -se quedó pensativa. -tatuajes. -me soltó un tortazo.

-¡¡Vaya tela contigo!!

-Soy buenísima jugando, lo sé. -solo me sirvió para ganarme otra hostia.

-Ahora te vas a cagar. -apretó sus labios y entrecerró sus ojos. Cantamos la cancioncita de nuevo, la letra era la V. -já. Seguro que no lo adivinas, listilla.

-¿Volante?

-¿¿PERO POR QUÉ?? -me eché a reír. -¿por qué? ¿por qué? ¡Ya no juego más!

-Vamos, no sabes perder. Admítelo. -me levanté las gafas y le lancé un guiño. ¿La respuesta? Predecible. Un manotazo. -le voy a decir a mi madre que me maltratas.

-No, no, no… pero si yo soy un angelito... -pestañeó seguidamente. Pasé mi mano por su cara y ella la apartó de un zarpazo. Reí de nuevo. El camino se hacía más corto gracias a nuestras estupideces.

EL MAYOR DESAFÍO DE LA VIDA ES VIVIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora