56. LIBÉRAME

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Me entró un frío horrible. El público estaba entregado a la artista. Yo aún seguía al borde del escenario, cambiándome el micro de mano una y otra vez. Las piernas me temblaban. Recordé el inicio de todo esto. Frente a la puerta del plató de La Voz. Era la misma sensación pero multiplicada por diez mil. No hacía otra cosa que morderme el labio y moverme de un lado a otro. Me apreté bien el pinganillo a la oreja. La canción que cantaba estaba llegando a su fin. Era la hora, era la hora. Cerré los ojos y respiré con calma, como me había dicho Malú. Me sentía cual helado en pleno verano sevillano. Derretida. Peor que un flan. Era mi primera actuación en directo, sin contar las del programa… era una kamikaze. No podía empezar con unas pocas personas… no. Yo a lo grande. Casi 15.000 maluleros esperándome. El famoso "Blanco y negro" había acabado… era mi turno. Salí. Pise el escenario con ganas. Los focos daban una calor tremenda. Dentro de nada empezaría a sudar como un pollo. Oí uno de los organizadores gritar mi nombre, pero yo seguí hacia delante.

-Eh… ¿no me dejas que te presente? -rió la cantante. Tierra trágame. -bueno, Marina tenía muchas ganas de cantar y ha salido directamente. -el público contestó simpático ante mi metedura de pata. Sentía una cosilla en el cuerpo nada común. Me di la vuelta y caminé por donde había venido. Oí la risilla de Malú extendiéndose por todo el Palacio a través del micro. -Ven aquí, anda.

-Es que soy principiante. -dije tímida, provocando de nuevo el bullicio. Me acercó a ella enroscando su brazo en mi cuello. Con aquellas plataformas niveló mi altura. Era raro no tener que agachar la mirada para verla.

-Marina. -hizo una pausa. -ya la conoceréis, supongo. Los que no, fue una concursante brillante de La Voz, además, me hizo ganar. -levantó el puño en señal de victoria. No apartaba la mirada de mí mientras me presentaba. -es una chica con un talento innato, una dulzura en la voz y una forma de componer increíbles. Y por si fuera poco, es una grandísima persona. Nos hemos hecho muy amigas. -casi se me escapa una risa, pero la aguanté. -y os aseguro que es estupenda.

-Muchas gracias. -sonreí incrédula. Me habían llegado sus palabras. Los acordes comenzaron a sonar. Empezaba ella. Mientras entonaba la primera estrofa, nos fuimos alejando. Ocupando todo el escenario. José me miró sonriente. Le devolví el gesto y me arranqué a cantar. Tenía una inseguridad que me decía que la voz no me iba a salir. Pensé que me quedaría muda al abrir la boca. Pero no, no fue así. Salió disparada por el enorme recinto, llenando cada rincón de él con mi música. Cruzábamos miradas, nos abrazábamos, nos acercábamos y nos alejábamos. La canción daba para mucho. Los espectadores parecían encantados. Miré a las primeras filas. Saltaban enloquecidas gritando el popular tema, con los brazos al aire pintados con ceras. El nudo de mi garganta se iba desatando conforme pasaba la canción. Me sentí cómoda. Entre la persona que cantaba a mi lado y lo arropada que me sentía por el grupo, el miedo y el temor salieron corriendo, permitiéndome dar todo de mí. Al finalizar el tema y apagarse los focos, Malú y yo nos acercamos sonrientes. Se nos escapó una risa. Nos dimos un beso corriendo, antes de que todo se volviera a iluminar.

-Bueno… -recuperó la respiración la madrileña. -ahora os voy a dejar en buenas manos. -me miró y se rió. Qué le gustaba hacer pausas cuando hablaba. Se retiró, dejando una caricia en mi brazo y mandándome una mirada de fuerza. -Todo tuyo. -susurró.

-¿Qué pasa, Madrid? -pregunté casi chillando. Estaba muy arriba. -Mientras la jefa se cambia de ropa os voy a tocar mi single, ¿os parece? -la gente chilló que sí, dando palmas. Desde luego tenía el listón muy alto después del conciertazo que estaba dando mi chica. La luz se volvió a difuminar hasta quedar completamente extinguida. Me pasaron mi guitarra y colocaron un pie de micro junto a mí. Mis músicos se colocaron detrás de mí. Merce iba guapísima, jamás la había visto así de bella. Pepe Luí había peinado su enorme melena. Qué logro. Ricky se había atrevido con la gomina. Un look muy diferente en él, que nunca se tocaba el pelo. Lo dejaba tal cual. -vamos. -les dije apretando el puño. El color azul de los focos se fue iluminando conforme dábamos las primeras notas. Hice el estadio mío. No se me hizo tan grande como esperaba. Conseguí dominarlo. Miré hacia arriba y observé con orgullo cada una de las interminables gradas. No fue tan difícil como esperaba, ni tan imposible como veía hacía unos años. No sentí tantos nervios como imaginé. El ánimo que me aportaban los allí presentes me hacía olvidarme de todo. Centrarme en dar lo mejor de mí y lo más importante de todo, disfrutar. Disfrutar ese momento porque era único e irrepetible. Quién sabía si algún día podría volver. A lo mejor era la primera vez de muchas, o la primera y última. Todo dependía del destino. Y yo no sabía qué tenía guardado para mí. Me hice algo de publicidad, anunciando el nombre de mi disco y que tenía conciertitos muy pronto, que yo estaría encantada de volverles a ver.                          

EL MAYOR DESAFÍO DE LA VIDA ES VIVIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora