CAP. 1

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La alarma sonó como siempre hacía a las siete y media, hoy era otro día más de soportar un infierno de día como ya era costumbre. Primero me duchaba y me vestía para ir al instituto, después me dirigía al comedor principal del orfanato junto con los demás niños huérfanos de aquí. Por lo visto la sociedad no quería a los niños...

Al llegar a la sala, cogí la bandeja, me serví la asquerosa comida y me senté con Flavia y Rob como siempre hacía. Al menos les tenía a ellos, aunque no fueran mi familia, les consideraba como tal desde que llegué aquí ellos dos fueron los únicos que me trataron como una persona normal. Mientras comíamos la bafofia a la que ni siquiera se le podía considerar comida ya que era totalmente intragable, pero uno/a se acababa acostumbrando. Los demás niños solo miraban la comida con asco en la cara, y para ser sincera, deberían dar gracias, de que por lo menos tienen para comer y encima comida hecha.

Después de desayunar, nos dedicábamos a asearnos para ir al instituto, en este caso el edificio oeste del orfanato, el cual odiábamos todos y cada uno de los alumnos pues la encargada del edificio, la señora Ridena, era una amargada y ni siquiera se dignaba a hablarnos con respeto, suerte que tiene que los más mayores en este centro, solo tenemos 15 años y no podemos con ella. Pero cualquier día alguien se rebelará ante su comportamiento y por fin sufrirá las consecuencias de como nos trata o como decimos aquí, "El karma".

Una vez entramos en clase sacamos los materiales y nos pusimos a dar la materia de Lengua, por suerte mi favorita. Lo bueno de ir a clase en este orfanato era que solo teníamos cuatro horas de clases,con un recreo de 40 minutos por medio.

Al finalizar la clase me dediqué a hablar de temas triviales con Flavia y Rob, estos dos siempre iban juntos a todas partes solo se tenían el uno al otro de familia, y encima tenían un lazo de los más fuertes, el de ser hermanos mellizos. Les tenía mucha envidia en ese sentido ya que me hubiera gustado tener una hermana o hermano pequeño, no negaré que por lo que veo, tener hermanos es muy pesado, pero lo compensa el hecho de saber que al menos tienes y tendrás a alguien siempre a tu lado. "¿Pero qué digo?", soñar es bonito, pero la realidad es la realidad.

Al final del día volvimos a nuestras habitaciones a las ocho en punto para tener una hora de descanso antes de cenar. En esta porción de tiempo yo simpre aprovechaba a subirme al tejado del edificio, ya que se podía apreciar la bonita ciudad de Barcelona a la hora del atardecer. Estaba inmersa en mis pensamientos cuando oigo la voz de una persona;

—Jess, ¿estás aquí?.— era mi mejor amigo Pau.

—¡Pau, aquí arriba!— le contesté gritando. Él se acercó y me dio un abrazo de los que tanto me gustaban,era como mi hermano, fue el que me ayudó a adaptarme al orfanato cuando llegué.

—¿Qué haces aquí arriba tú sola?, vas a coger un resfríado pequeña— me encantaba que me llamara pequeña aunque solo me sacara tres meses, medía uno setenta y ocho y yo uno seseinta y cinco, me sacaba un buen trecho, y de ahí el mote cariñoso.

—En eso tienes razón, pero ya sabes que si la "Jefaza amargada" nos pilla llegando tarde, primero nos castiga por llegar tarde y segundo por quedarnos solos juntos,asi que mueve ese culo que tienes y bajemos— me dijo sarcástico y con mirada divertida, como siempre conseguía sacarme de mis pensamientos profundos y sacarme una sonrisa verdadera.

Nos dirigimos de vuelta al comedor para cenar, según mis cálculos hoy era día de pizza y sinceramente era lo mejor que te podían poner, al llegar al comedor corroboré que efectivamente había pizza para cenar. Después de recoger nuestras bandejas, divisamos a Flavia y a Rob en una mesa y nos acercamos a sentarnos con ellos, mientras cenábamos hablamos de temas triviales. Finalmente al acabar la cena, cada uno se fue a su cuarto, obviamente nos separaban de los chicos,ya que eran monjas quienes llevaban el orfanato. Nos acostamos y como siempre me puse a pensar hasta que me dormí.

La huérfanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora