CAP. 7

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Me desperté en lo que parecía ser una habitación, no era como la anterior, esta era de color rojo y muebles negros, enfrente mío había varios pósters de distintos grupos de lo que parecían ser de Rock, la verdad había dormido muy bien esta vez, deducí que estaba en la habitación de Álex ya que las sábanas olían a él, me encantaba su olor.

Me levanté de la cama y me encaminé hacia la puerta con precaución para evitar que me volviera a dar con ella, al abrir la puerta me encontré con un baño, entré en él ya que lo necesitaba.Al salir del baño me dirigí hacia la luz, ya que francamente, no tenía ni idea de donde me encontraba, al llegar al final de la luz vi a Álex cocinando sin camiseta "¡oh my god! =0" tenía todos los múculos bien marcados, al menos los de la espalda. Después de mirarle varias veces de arriba a abajo "no puedo controlar las hormonas", carraspeé para llamar su atención, cuando se giró vi que efectivamente por delante también tenía marcados los músculos.

—¡Buenos días bella durmiente!—me saludó muy sonriente y con una espátula en la mano.

—Buenos días...—"buenos días, ¿qué te parece si hacemos un sándwich guapo?" maldita voz pervertida.Seguía observando su cuerpo bien trabajado, no podía quitarle a vista de encima.

—Oye, podrías al menos disimular que me miras...—me dijo de repente, entonces subí la mirada y vi que su rostro estaba totalmente rojo, me hizo gracia que se viera así, se veía mono.

—¡Oh!, sí disculpa...—reaccioné.

—Por cierto, ¿qué estás cocinando? huele muy bien—comenté, ya que había un silencio incómodo.

—¡Tortitas!—respondió con entusiasmo, y volvió a sonreír, la verdad es que su sonrisa es muy bonita.

—¿De verdad?—Lo cierto es que nunca antes había comido tortitas, había oído sobre ellas,pero en el orfanato jamás las hacían.

—Claro,toma, ya están.—me tendió un plato,con lo que supuse que eran las tortitas. Me senté en una silla de la mesa que había en la cocina y probé las misteriosas tortitas.

—¡Mmmm! ¡esto sabe genial!—exclamé, estaban buenísimas, empecé a comer y acabé tomando las tres tortitas del plato.

—¡Vaya!, te las has comido todas, ¿esque nunca antes habías tomado tortitas—exclamó él.

—Pues la verdad es que no,en el orfanato no cocinaban comida tan deliciosa como esta...—respondí un tanto triste, echaba de menos a Pau,a Flavia y a Rob, al fin y acabo eran mi única familia. Noté que me iba a salir una lágrima.

—¡No te preocupes!, a partir de hoy, te prepararé toda clase desayunos deliciosos, por cierto gracias por el cumplido sobre las tortitas—Él debió de notar mi tristeza, porque sus palabras me reconfortaron, junto con su guiño al final.

—Oye, tienes que ponerte la insulina o se te irá el nivel de la glucosa por las nubes, quédate aquí un momento, ahora vuelvo—lo cierto es que no me inyecto la insulina desde hace bastante, y aunque he comido y bebido muy poco, siento un poco de mareo y ahora con las tortitas...estaba en riesgo, por suerte Álex volvió con la insulina y al ver mi cara seguramente pálida optó por picharla él mismo. Me cogió en brazos y me subió a la encimera de la cocina, subió mi pierna derecha y me inyectó la medicina. Al cabo de unos minutos me sentí bien de nuevo.

—Gracias,Álex—le dije agradecida.

—No hay de qué preciosa.—me contestó mientras me bajaba de la encimera.Volví a sentir las mariposas revolotear por todo mi ser y sentí la calidez de sus manos sujetándome por la cintura.Mientras nuestras miradas conectaban.

Después del desayuno en el cual nos dedicamos a hablar de nuestros pasados me dirigí a mi habitación, que era la de color azul cielo.Una vez allí me tiré a la cama y me puse a pensar sobre todo lo que me había pasado en solo tres días.Pero sobre todo no paraba de pensar en Álex, en todo lo que llevábamos juntos solo me había ayudado y cuidado,y de alguna manera, la forma en que me trataba me gustaba, pero no simplemente como me trataba, sino también como era como persona, era dulce,divetido,amable,me transmitía caidez. Y luego estaban sus ojos...esos brillantes luceros que cada vez que los miraba encendían un pequeño fuego en mi interior. En conclusión, me gustaba todo de él. Y esto me llevó a pensar que tal vez me estuviera enamorando de Álex.

La huérfanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora