parte 3

2K 219 59
                                    

Sherlock había vuelto, podrán imaginarse el grito de la Sra. Hudson cuando vió un fantasma revivir, Lestrade abrazándolo, Molly saltando de alegría, si bien ella sabía que él no estaba muerto, Sherlock es una de esas personas que cuando no está sientes que te falta algo, alguien irritante, y por supuesto el loco de Anderson tratando de averiguar lo que había pasado.

-No puedo creer que esten juntos otra vez los novios.- exclamó la señora Hudson con felicidad.

Sherlock sonrió muy levemente mientras tomaba su té y yo leía el periódico.

-Por última vez señora Hudson, no soy gay. -dije alterandome un poco.

-No lo suficiente- dijo Sherlock arqueando una seja.

-¡¿Que?!

-Eh? nada -dijo negando.

-no soy gay, Sherlock.

-La crema que te pones en las manos tiene rico olor. -dijo sarcástico y la señora Hudson lanzó una risa mientras se retiraba.

-Es porque tengo la piel seca. -dije oliendome las manos para comprobar lo que había dicho Sherlock.

La vida seguía dentro de todo normal, la mayoría de los casos eran aburridos para Sherlock, Rosie caminaba y decía algunas palabras, habían pasado 2 años de "la muerte" de Sherlock. A demás de los casos, las persecuciones y los experimentos de Sherlock la vida se empezaba a hacer aburrida.

-ABURRIDO! -Lanzó un tiro a la pared.

-Sherlock! Rosie duerme y además es una niña, ¿Qué pasaría si agarrara tu arma?- protesté.

-Ay vamos, John, cada vez te vuelves más aburrido- dijo revoleando los ojos.

-Mami Sherlock! -vino Rosie corriendo desde la habitación. -¿puedo intentar?- dijo señalando el arma.

-Bien pero no me llames mami. -Sherlock estaba apunto de darle el arma cuando lancé un grito.

-WILLIAM SHERLOCK SCOTT HOLMES ALEJA ESA MALDITA ARMA DE ROSIE.

A lo que él bufo y se sentó en el sillón. -como pretendes que no me aburra.

-tienes muchas formas de divertirte excluyendo darle armas mortales a los niños.

-La subestimas, John.

Así todos los días peleabamos por Rosie, en cierto punto yo parecía el padre de ambos, desde querer darle su arma hasta dejarla encerrada en la pieza para que no lo moleste, peleándose por una taza de té. Hasta discutía con ella negando que la tierra gira al rededor del sol. En fin era otro niño más. Saltando eso la cuidaba más que a nada, más cuando yo me iba a trabajar pensando si habrían quemado el departamento hasta que llegue.

×One more miracle, Sherlock×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora