[00] Furor

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Si había algo más oscuro y peligroso que la muerte, sería, sin dudarlo, nada más ni nada menos que el mismísimo Min Yoongi.

No lo negaba, siempre poseyó aquella mirada intimidante y ese aire problemático, característico de él, claro está. Era innecesario que dijera que hasta la leche se cortaba al oír su nombre (porque así era). Sin embargo, detrás de esa fachada de maleante, psicópata, fetichista; era un chico bastante dulce y cálido...

Bueno, no voy a mentir, yo no tenía la mínima idea aquello, de cómo sería su personalidad realmente. Pero, digo, y confío ciegamente en mis dotes de deducción, en que, si su madre lo soportaba y lo mimaba seguido, llamándolo como "mi niño" (y su madre era todo un pan de Dios), debería ser por algo, ¿no?

En mi vida jamás, reitero, ¡jamás! Escuché ni un mísero griterío en la casa vecina, o sea, la suya. Jamás, en mis veinte años de edad, oí a su madre castigarlo por alguna de sus típicas boberías. Jamás oí algo al lado que no fueran los gemidos de las chicas que modelaban por su casa semanalmente, o su música hip-hop. Tanto era el alboroto, que inclusive me sabía al derecho y al revés todas las potentes melodías extranjeras que a menudo sonaban en su morada. Y también, y me avergüenzo de decirlo, conocía el nombre de las culi-sueltas nocturnas, y luego, las reconocía al instante en la calle, obviamente sorprendiéndome al verlas hablar normalmente, y no en una piscina interminable de jadeos y un "sigue, sigue".

Tampoco estaba de más comentar que, no solo me encantaba, no, ¡me fascinaba! ¡Me excitaba! Ver a Yoongi enojado. Y eso lo lograba a veces tan solo por gritar algún nombre de sus chiquillas al azar en medio de su diversión, y decir que se callara, que estaba haciendo más escándalo que el de la otra vez. ¡Y bum! Lo conseguía. Conseguía que aquella culi-suelta abandonara su hogar con semblante molesto, y luego, un rubio oxigenado (u a veces azabache, castaño, vomito arcoíris, equis, un simple teñido), corría a su encuentro con la excusa de nunca haber escuchado ese nombre. Luego yo me reía al ver su innegable irritación por la ventana, mientras él me dedicaba su clásica mirada asesina.

Misma mirada, que en este mismo instante, estaba sintiendo pesar cada vez más sobre mis hombros, espalda y nuca. Es que en serio, ¿no se cansa de querer matarme?

A la vista de nuestros padres, nosotros éramos íntimos amigos de la infancia. Y en parte era cierto, digo, nos conocíamos desde la infancia, en el conservatorio de música de Daegu. Y supongo que yo le caí mal desde un inicio. Yo, como una niña de cuatro años superdotada en todo lo que arte concierne, y él, un envidioso niño de ocho años, que se encontraba en duelo consigo mismo al no llegar al mejor puesto gracias a mi. Por esa bobería de los "íntimos amigos" lo descartaba al instante.

En verdad, no me soportaba, ni yo a él.

Sorpresivamente, aquel mismo año de nuestro primer encuentro, mis padres decidieron comprar un terreno en alguna comunidad vecina, lo que incluía mudarse. Y, al llegar allí, feliz de al fin librarme de aquel pálido chiquillo que hacía mi vida imposible; me enteré que nuestros vecinos no eran nada mis ni nada menos que la familia Min, compuesta por una madre, un padre, un hermano mayor desaparecido en la desolación de alguna universidad, y el clásico temido Yoongi.

Era más probable verme a mí casada con un idol, que llevándome bien con aquel muchacho.

Y mi sufrimiento no terminó allí, oh no, claro que no. Como mi vida en si era una total tragedia de telenovela hispanoamericana; me tocó convivir con él, uno que otro año más en las paradas de autobuses, en el supermercado, en la verdulería, dentro de la escuela, donde a veces me lo encontraba comiéndose vivas a las profesoras con tal que les subiera las notas (vale, vuelvo a exagerar, eso fue solo una vez, ¡pero eso no iba al caso!).

¡Mi vida estaba en riesgo en este momento!

Quedaba poco, muy poco, bastante poco, para las audiciones en la universidad de Seúl. Como máximo, había salido a Gwangju, pero nada más lejano de Daegu, el cual, a pesar de ser mi amado hogar, estaba empezando a aburrirme.

Hace no más de un mes, había enviado una carta con el propósito de ser respondida, y efectivamente fue así, aunque claro, ¿Cómo no? Siempre fui mejor que todos, inclusive en el reformatorio fui mejor que todos, incluido Yoongi.

Tal vez por eso me odie, pero que va, no lo volveré a ver una vez pise definitivamente Seúl.

Y, ahora, me encontraba a las puertas de mi casa, en el jardín delantero, mientras sacaba las bolsas del carro, y me centraba a posicionarlas en el pasto, a la par que mi madre conversaba entretenidamente con la Señora Min, sobre mi próxima gran actuación.

— ¡Eso es fantástico! Tu hija posee mucho talento, era prácticamente imposible que no la aceptaran—respondió amable la señora. Todo lo contrario a su hijo.

—Así es, estamos muy felices por ella. Es más, uno de estos días tiene que ir a mostrar su formulario allá, y a decir verdad, estamos bastante complicados por eso...—comentaba mi madre, siempre servicial, en especial a esa agradable señora, la cual, tenía un encanto innato con cualquier clase de ser vivo.

Mi madre era la única que llevaba llaves, tanto del auto como de la casa, y, por no querer interrumpirla, dediqué a acuclillarme, y sacar uno que otro racimo de pasto del suelo, atente a la conversación. Llevé un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, mientras alzaba levemente la mirada del suelo, hacia un ruido que había interrumpido mi concentración.

Como no, el mismísimo Yoongi, salió también al patio, con lo que imaginé sería el fin de saludar a su madre, y de paso, salir a beber u atrapar chicas, quien sabe.

— ¿En serio? ¿A Seúl? ¡Yoongi va para allá ahora! ¡Podría llevarla consigo!

Alto. Detengan el mundo. ¿Había dicho "llevar"?

Tanto mi mueca como la del nombrado se descompusieron totalmente. Si había siquiera algo que pensara con claridad en ese instante, sería el hecho de lo que conllevaba lo que dijo.

¿Llevar a Seúl? ¡Pero claro! Tenía que llegar a Seúl antes del viernes, y que me echaran una mano con aquello si que ayudaba; pero que me dieran la mano de un chiquillo que seguramente se la pasaba tocando era algo...desagradable.

No soportaba verlo por más de un minuto, y creían que iba a compartir horas en un espacio cerrado con él.

Si, como no.

— ¡Asombroso!—había respondido mi madre.

¡Para nada!

Ahora sí, estoy totalmente perdida.





N/A:

Hola! Kdcr, voy como bala.

Tenía ganas de enseñarles esto, que es un tipo de "propuesta", la cual la dejaré hasta finales de noviembre como una simple idea. Si veo que a mucha gente le interesa, es probable que la mantenga y siga (claro, con los puntos fundamentales en lo que el término fanfic consiste).

¡Quiero sus opiniones! Todo tipo de comentario es fundamental para mí, so, no sean tímidos y comenten que les parece esta "propuesta".

Espero que les guste y que la apoyen¡!

Far from Sugar➳Suga; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora