Capitulo 11

33 2 0
                                    

Capitulo 11

Al llegar a casa Sophie subió a su habitación y se recostó sobre las mantas. Enchufo su teléfono y se quedó allí, observando el techo. Su teléfono comenzó a sonar, una y otra vez, pero no lo miró. Lo dejo allí, con aquel sonido resonando en la habitación.

08 de mayo 2012, 19:37 pm.

De: Max
Para: Sophie

Perdón, de verdad.

08 de mayo 2012, 19:40 pm.

De: Max
Para: Sophie

Sé que soy un idiota...no sé qué más hacer.

08 de mayo 2012, 19:45 pm.

De: Max
Para: Sophie

Quizá ya es tiempo de que dejemos de torturarnos así Sophie. Yo solo te hago daño. No merezco a alguien como tú.


Se quedó dormida, pero despertó en cosa de minutos, si no hubiese sido por Lucas que entro corriendo a la habitación dando un brinco justo encima del estómago de Sophie. No quería tomar el teléfono, pero sabía que debía hacerlo.

No respondió ningún mensaje de Max, no necesitaba pensar más las cosas, ya había tomado una decisión. Tenían muchos amigos en común, y sabía que cuando saliese, todos iban a preguntar, porque todos estaban acostumbrados a verlos llegar juntos, o a escapar cuando estaban con su grupo de amigos. Eran los que desaparecían a mitad de la fiesta, solo para irse a pasar el rato juntos. Sophie sabía que lo quería, pero también entendía que lo mejor era terminar. Seguir siendo amigos, como una vez lo fueron.

De un momento a otro, Sophie se sintió extraña, sentía que algo no andaba bien, y luego de pensarlo, recordó que no había sabido en todo el día de aquel chico, Philippe. Se sintió tonta por un momento, porque no entendía el porqué de pensar en él.

Sophie Martinez: Hola, desaparecido. ¿Qué tal tu día?

La respuesta fue inmediata.

Philippe Dubois: Hola Sophie. Bien, solo he estado en casa con Leonard. Mi padre ya está por llegar, y creo que saldré.

Sophie Martinez: ¿Otra vez? Ya saliste ayer...

Philippe Dubois: Si, lo sé. Pero solo iré a ver a una amiga. Aunque la verdad, me apetece más quedarme aquí.

No supo que decir, Philippe era un tanto difícil de entender. Y eso a Sophie le frustraba, pero al mismo tiempo, le hacía querer saber más sobre aquel individuo.

Sophie Martinez: Has lo que te dé la gana. Si no quieres ir, no tienes por qué hacerlo. Yo no lo haría.

Philippe Dubois: Da igual, Sophie.

Y allí estaba otra vez, el rompecabezas Dubois. Sophie dejo el teléfono a un lado y se puso de pie. Bajo las escaleras, se sirvió un vaso de jugo y nuevamente subió a su habitación.

Philippe Dubois: Me quedaré en casa. ¿Mañana tienes clases?

Sophie Martinez: Si. Pero aún es temprano, y la verdad es que ya no tengo nada para estos días.

Philippe Dubois: Entonces eres una chica libre para mí.

Sophie Martinez: Digamos que algo así.

Y así fue como comenzó. Los minutos se convirtieron en horas, los chats se convirtieron en llamadas, todo tomó un giro de ciento ochenta grados.

Aquel día estuvieron casi hasta las tres de la madrugada, hablando de todo, riendo de nada. Ninguno se percató. Y cuando lo hicieron, cuando vieron la hora, decidieron que lo mejor era dormir, porque ya era tarde, y porque ambos estaban quedándose dormidos.

Al día siguiente, todo siguió su rumbo. La vida de ambos seguía igual. Pero la de Sophie se alegró solo por un mensaje, por un mensaje de él. De Dubois.

Philippe Dubois: Buenos días. ¿Ya estás en clases?

900 KilómetrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora