Me desperté tarde. Debían ser las dos y media del mediodía. Por suerte, era sábado y no tenía nada que hacer, así que busqué a Alan al otro lado de la cama de matrimonio pero no estaba. En ese momento me di cuenta del olor que flotaba en el aire. Olía a… ¿comida italiana casera? “¿Puede ser que Alan esté cocinando?” Me levanté como pude de la cama, pues tenía las sábanas enrolladas por todo el cuerpo. Me puse mi camisón y fui hasta la cocina. ¡No me podía creer lo que estaba viendo!
En los fogones de la cocina estaba Giulia haciendo mi salsa italiana favorita. Estaba de espaldas a mí, por lo que pude ver sus oscuros rizos que ya le llegaban hasta la cintura. Me acerqué silenciosamente y le tapé los ojos.
-¿Quién soy? – dije riéndome.
-Buenos días, dormigliona.
-¿Qué haces aquí? – pregunté emocionada mientras me preparaba un café.
-Ayer, cuando estabais en el restaurante, mientras esperaba a que le tomaran nota, me llamó Alan pidiéndome que viniera para darte una sorpresa.
-Vaya… ¡Pues sí que ha sido una buena sorpresa!
-Pues espera a probar mis espaguetis.
-Oye, ¿dónde se ha metido Alan?
Antes de que mi amiga pudiera responder, apareció en la puerta, cargado con un mogollón de maletas rosa chicle. Detrás de él había alguien… “¿Quién es?”. El chico misterioso entró seguido de Alan y pude ver que se trataba de… ¿Luca? Joder, no lo recordaba tan guapo. “Clara, tienes novio… Contrólate” me recordé.
-Buenos días –les dije mientras me acercaba a Alan para besarlo. Inmediatamente me dirigí a Luca.
-¿Qué tal el viaje? ¡Hacía mucho que no te veía! – me acerqué para darle dos besos en la mejilla, una costumbre mediterránea.
-El viaje bien, y tienes razón, hace mucho que no te veo. La última vez que fuiste a Italia yo estaba en Alemania estudiando…
-Sí, ¡estudiando! – dijo su hermana irónicamente. Todos estallamos en carcajadas. – Allí conoció a unas alemanas guapísimas. – añadió como quien no quiere la cosa. – Va, ¡a comer!
Alan y yo pusimos la mesa rápidamente mientras Giulia ponía la comida en una fuente de cristal para que cada uno se sirviera la ración que quisiera. Cuando estuvo todo listo nos sentamos y disfrutamos de la compañía y de la comida. ¡Cómo había echado de menos todo eso! Cuando íbamos por el postre me di cuenta que Luca no había hablado mucho, lo cual, al menos antes, era rarísimo.
-Luca, ¿se te ha comido la lengua el gato? ¿O es que has cambiado en este año y medio? – le pregunté en tono burlón pero realmente preocupada.
-¿Cambiar? ¿Luca? No te creas, sigue siendo el mismo charlatán de siempre. – dijo Giulia.
-Es por el jet lag. –Estallamos todos es carcajadas, pues los cuatro sabíamos que en Italia y en Francia hay la misma hora.
Seguimos comiendo animadamente pero yo me quedé un poco preocupada por el italiano.
∞
Después de comer, recogimos la mesa y decidimos que esa noche iríamos a cenar para celebrar su llegada.
Giulia y yo fuimos a organizar su ropa en el armario de la habitación de invitados.
-Giulia, ¿cómo es que ha venido Luca contigo?
-No lo sé, cuando le dije ayer por la noche que hoy vendría para acá, me preguntó que si podía venir. Evidentemente, le dije que sí. ¿Te molesta que haya venido?
-No, no, no. Tranquila, solo tenía curiosidad.
-Ah, vale.
Seguimos ordenando su ropa, que no era poca, hasta que nos cansamos. ¡No os podéis llegar a imaginar la de ropa que se había traído! Decidí llevármela a tomar un cruasán a la cafetería de debajo del piso.
Antes de irnos, fuimos al comedor a despedirnos. Los chicos estaban jugando a la PS4 como dos críos. Le di un besito a Alan y le dije adiós con la mano a Luca.
-¿A dónde vais? – me preguntó Luca.
-A tomar un café, ¿os queréis venir?
-Yo no, me da pereza, pero Luca, ve con ellas. Así os ponéis al día. ¡Por algo sois mejores amigos! – dijo Alan. Le sonreí. Era adorable…
-Vale, esperar que me pongo los zapatos.
Nos sentamos en el sofá mientras él salía disparado hacia la habitación de invitados. Alan dejó el mando de la consola en la mesita de delante de la televisión y se dispuso a darme besitos en los labios, ambos reíamos. Giulia, chateando por el móvil, ni se enteró, pero pude ver por el rabillo del ojo que Luca había vuelto y no parecía muy contento.
-¿Nos vamos? – dije mientras me separaba de mi novio.
-Claro – dijo Giulia levantándose también.
Salimos del ático y empecé a bajar las escaleras.
-¿Por qué no cogemos el ascensor? – me preguntó mi mejor amiga.
-Porque deberíamos hacer más deporte.
Giulia y yo solíamos salir a correr el verano que teníamos diecisiete años, pero desde entonces ella ya no había vuelto a hacerlo. Yo, por el contrario, salía cada mañana a correr porque me encantaba.
Cuando llegamos a abajo, entramos en la cafetería y nos sentamos en una mesa pegada a la ventana. Entraba el sol y le daba un aire muy cálido a la estancia, lo cual me agradó. Al poco rato vino un camarero que yo no conocía, algo raro porque yo iba todos los días antes de ir a la universidad. Giulia nos pidió un café a cada uno y un par de pastas francesas para ellos.
-Giulia, es el tercer café del día. ¡Si después no puedo dormir será por tu culpa!
-¿Desde cuando tienes problemas con la cafeína? Antes tomabas alrededor de cinco cafés al día.
-Vale, tienes razón. Pero últimamente solo me he tomado uno al día y no sé qué pasará hoy tomando tres.
-Si no puedes dormir, ven a verme – dijo Luca guiñándome el ojo. Ambas empezamos a reír.
Vino el camarero misterioso y nos dejó los cafés y los cruasanes en la mesa.
-Hablando de dormir, ¿cómo vamos a organizarnos si solo tienes dos habitaciones? – preguntó el italiano.
-Lo he estado pensando mientras ayudaba a tu hermana con la ropa. No vais a dormir juntos, ¿no?
-¡Ni hablar! –saltó Giulia. – Es que da patadas… - intentó justificarse.
-Vale, pues hay dos opciones: o bien Giulia duerme en la habitación de invitados, Luca, tú duermes en el sofá y Alan y yo en nuestra habitación o bien Giulia y yo dormimos juntas y los chicos dormís juntos.
-¿Y la opción que yo duermo contigo? – respondió Luca, burlón.
“¿No se está pasando con el flirteo?” pensé. Era normal que Luca y yo tonteáramos cuando yo iba a Italia pero los dos sabíamos que en el fondo solo había amistad. Así que sonreí ante su comentario y me dispuse a probar mi café.
Cuando los tres acabamos decidimos subir a mi ático para cambiarnos e ir a cenar, pues ya empezaba a oscurecer.
Nota de autora
Holaa! Este es el segundo capítulo, espero que les guste.
Besos!!

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Ti amo, piccola
Teen FictionAlan es perfecto para Clara. Ambos están enamorados y se van a casar. Pero, ¿qué pasaría si descubrieras que el amor de tu vida es tu mejor amigo?