Desde aquel día, Luca empezó a ayudarme con la física. Nuestra rutina, básicamente, se convirtió en tardes de meriendas, estudio y bromas. Como siempre, yo hacía resúmenes en clase que después él leía para explicármelo de otra manera.
Esa tarde, cuando Luca acabó de leer, empezó a aclarármelo todo de tal forma que me sentí estúpida por no haber entendido nada en clase. Ahora comprendía por qué le gustaba tanto la física.
Pasadas unas horas llegó Giulia, que se dirigió hacia su habitación para ponerse su pijamita a juego con las zapatillas en forma de peluche. Luca y yo, que no la habíamos oído llegar, estábamos bromeando bastante, puedo asegurar que casi era un tonteo.
Entre tontería y tontería Luca cada vez estaba sentado más cerca de mí. Este detalle no me molestó en absoluto, es más, él se apoyó en el sofá y yo encajé la cabeza en su hombro, como hacíamos siempre. Lo que empezó a ser inusual es que nuestras bocas cada vez estaban más cerca y cada vez bromeábamos más bajito, en susurros.
- ¡Clara! ¡¡No encuentro mi móvil!! – ese grito rompió toda la intimidad que se había creado y de un bote me aparté y me puse de espaldas a él. ¿Qué acababa de pasar?
- ¿No te lo habrás dejado en el coche?
- Ah, puede ser que sí.
En menos de cinco segundos Giulia pasó por el comedor corriendo de camino a la puerta principal. Oí un “ahora subo” seguido de un portazo. Pasado el momento de locura creado por mi amiga, me giré hacia Luca pero él ya no estaba allí.
Supuse que, aprovechando el momento de gritos por parte de la italiana, se había escabullido. Segurísimo que ahora no querría ni mirarme. “¿Estábamos a punto de besarnos?” fue lo primero que pensé. A lo mejor se sentía ofendido por mi comportamiento, ya que yo estaba prometida.
Decidí levantarme. Recogí mis cosas y me encerré con pestillo en mi habitación. Me tumbé en la cama y puse Imagine Dragons súper alto. No quería oír las dudas que el casi-beso con Luca habían creado.
Tenía clarísimo que era imposible que me molara Luca. Era mi mejor amigo, casi un hermano. Y, aunque de pequeña había estado súper colada por él, con los años me había dado cuenta que me sería imposible convertirlo en mi pareja. “No lo sabrás hasta que no lo pruebes” me dijo una voz en mi cabeza.
En ese momento oí pasos. Probablemente sería Alan, que a lo mejor había salido antes del trabajo para darme una sorpresa. Pero yo no estaba preparada para mirarle a los ojos, para que viera las dudas reflejadas en los míos. Los pasos pararon justo delante de la puerta y, seguidamente, mi pareja picó con fuerza a la puerta.
Bajé la música y fui a abrir. No quería que Alan me viera pero tampoco podía evitarle porqué él no tenía la culpa.
Por suerte o por desgracia cuando abrí la puerta no encontré a Alan al otro lado. Lo primero que sentí fue alivio seguido de nerviosismo.
Plantado en el pasillo estaba Luca, con un vaso de agua en la mano.
- ¿Qué haces? ¿No estábamos estudiando física? – me dijo como si no hubiera pasado nada.
Empecé a pensar excusas a la velocidad del rayo, pero ninguna me pareció muy creíble.
- Mm.. Sí, pero con tanta física en la mente estaba empezando a colapsarme, necesitaba escuchar música.
- Ah, vale. Es que cuando he ido a la cocina a buscar un par de vasos de agua y he vuelto ya lo habías recogido todo.
"Mierda. Soy idiota." ¿Enserio creía que Luca había estado a punto de besarme? Si fuese así, ahora no estaría delante de mi habitación hablando relajadamente.
- Sí, es que ya me he aburrido. ¿Por qué no vemos una peli?
- Claro, ¿cuál quieres ver?
- La vida es bella.
Me cogió de la mano y me llevó a su habitación para coger el portátil. Me tendió el vaso de agua y me lo bebí mientras nos dirigíamos al comedor, pues el portátil podía conectarse con la televisión.
Aproveché el momento en que Luca buscaba la peli de forma online para llevar el vaso a la cocina y aclararme las ideas. “Clara, tienes mucha imaginación” me dije a mi misma cuando volvía hacia el comedor.
- Ya la he encontrado, ven, siéntate. Voy a por una manta mientras se carga un poco.
- Vale – le respondí mientras me acurrucaba en el sofá.
- ¡Eh! Déjame sitio. – piqué un poco en el sofá, justo a mi lado, mientras me incorporaba un poco. Se sentó, me tapó con la suave manta y le dio al play.
Ya llevábamos un buen rato mirando la película cuando Luca me susurró en el oído, provocándome cosquillas.
- Buenos días princesa. He soñado toda la noche contigo. Íbamos al cine y tú llevabas aquel vestido rosa que me gusta tanto. Solo pienso en ti princesa... pienso siempre en ti.
Me giré y le sonreí.
No era de extrañar que mi mejor amigo conociera el guion de la película, pues le encantaba el cine y veía cada película trescientas mil veces. Pero que susurrara aquellas palabras concretas me dieron qué pensar.
Aun así, decidí concentrarme en La vida es bella y acurrucarme a su lado. Creo que me dormí porque, al poco, unos fuertes brazos me alzaron y me llevaron en volandas hasta mi cama.
- Buenas noches, princesa. –oí mientras el sueño volvía a atraparme.
Nota de la autora
Perdón!
Esta semana tengo cuatro exámenes y dos trabajos y la siguiente tres exámenes más, por lo que no podré escribir durante un tiempo. Os prometo que cada momento libre lo dedicaré a la novela pero que mientras tanto leáis y disfrutéis lo que ya hay.
También trataré de subir un maratón pronto para compensaros.
Muchísimas gracias!
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Ti amo, piccola
Teen FictionAlan es perfecto para Clara. Ambos están enamorados y se van a casar. Pero, ¿qué pasaría si descubrieras que el amor de tu vida es tu mejor amigo?