-Hola – le dije a Luca mientras me subía a su coche. Él me sonrió, enseñando sus blanquísimos dientes, y me saludó con la cabeza, al ritmo de la música.
Luca arrancó y nos dirigimos por la larga carretera de camino a casa.
-¿Qué tal te han ido las clases? – me preguntó amablemente.
-Bueno, como siempre… Por suerte ha faltado el profesor de química y he podido ir a la biblioteca a estudiar.
-¡Qué emocionante! – dijo Luca irónicamente mientras esbozaba una pequeña sonrisa de lado.
Luca era mi amigo desde que conocí a su hermana esa tarde y siempre nos habíamos llevado bien. A él le encantaba la música y yo lo había acompañado a millones de festivales de musicales veraniegos a los que Giulia pasaba de ir. Me encantaba acompañarlo allá a donde fuera, pues era súper cariñoso y atento conmigo.
-Clara – dijo mi amigo. - ¿Te apetece merendar?
-La verdad es que sí, pero de aquí un par de días tengo examen de física y lo llevo fatal.
-¿Física? ¡Pero si eso es pan comido! Si me invitas hoy a merendar te juro que te ayudaré.
-Perfecto.
Decidimos ir a una pequeña heladería cerca de donde vivíamos. Él, como era de esperar, pidió un cucurucho de chocolate. Yo, en cambio, decidí variar y me pedí uno de naranja. Como era la primera vez que estábamos solos desde que habían llegado de Italia decidimos pasear por las calles parisinas para ponernos un poco al día.
Le pregunté por sus padres, pues hacía mucho tiempo que no los llamaba. También quise saber si había alguna italiana esperándolo a su regreso pero su respuesta fue una encantadora sonrisa y un movimiento de cabeza que indicaba que no.
-No tengo novia – añadió – pero espero enamorar a una chica pronto.
-Con lo guapo que eres, ¡todas caerán a tus pies!
-Pero yo no quiero a cualquiera, la quiero a ella.
¿Ella? ¿Quién era ella? Le presioné durante un buen rato para que desvelara la identidad de su amor platónico pero no quiso decírmelo. Eso me molestó bastante. ¿Es que no había suficiente confianza entre nosotros?
Finalmente continuamos paseando como si no hubiésemos tenido esa conversación pero las preguntas sin respuesta me corroían por dentro.
Cuando me acabé el helado fuimos andando hasta el apartamento, pues no estaba lejos. Charlamos de todo y de nada. Yo estaba un poco confusa y no prestaba mucha atención a su larga explicación de la creación y posteriores álbumes de The Beatles.
En el momento que llegamos ni Alan ni Giulia estaban por lo que cogí mis apuntes de física y me senté en el sofá a releerlos. Lo cierto es que no estaba muy concentrada pero aun así lo intenté.
-¿Te ayudo?
-Claro, Luca. – le respondí mientras daba palmaditas a mi lado derecho del sofá.
Se sentó y me pidió los apuntes. Se los entregué para que los mirara. Me daba vergüenza que los viera, ya que mi letra no era muy bonita y mis ejemplos representados por dibujitos eran patéticos. Cómo había varias páginas empecé a aburrirme y decidí observar a mi nuevo profesor.
Ya no era para nada el niño de pelo casi rubio y de ojos verdes que antaño conocí. Ahora, aunque su mirada seguía siendo traviesa, sus facciones eran más marcadas y su cabello había oscurecido hasta el castaño. Pero lo que no había cambiado era su indiscutible belleza. Creo por eso se convirtió en una especie de amor platónico de mi adolescencia.
-Clara, me estas poniendo nervioso. Deja de mirarme fijamente.
En ese momento toda mi cara enrojeció. Lo único que pensé fue “tierra trágame”. Ni siquiera me había mirado, ¿cómo podía ser que me hubiese pillado?
-¿Te queda mucho? – le pregunté refiriéndome a la lectura de mis apuntes, para cambiar de tema.
-No, ya casi estoy. – me respondió. Continuó leyendo y un par de minutos más tarde me dijo – ya está. Esto es facilillo, mira, los métodos físicos de separación… - continuó explicándome todo tipo de cosas sobre los métodos físicos de separación de mezclas, pero no lo escuché mucho.
Un par de horas después llegó Alan, lo que me salvó de los largos discursos de Luca. Decidimos preparar una cena rápida y ligera: una ensalada con lechuga, tomate, queso fresco y un poco de aceite y sal.
Giulia estaba de compras y probablemente no volvería hasta tarde por lo que pusimos la mesa y nos sentamos. Alan y Luca acabaron sentados el uno al lado del otro y yo delante de ambos. Me di cuenta que ellos eran los dos chicos más importantes de mi vida, excepcionando a mi padre.
Una vez hubimos cenado, nos sentamos un rato en el sofá para ver una película bastante mala. Me dediqué todo el rato a hacerle carantoñas a Alan, que estaba sentado a mi lado con nuestras piernas enredadas. Él, que tampoco estaba muy interesado en la película, me seguía el juego.
∞
Cuando acabó la película, Giulia aún no había llegado, por lo que decidimos irnos a dormir.
Como de costumbre, me lavé los dientes y me puse mi pijama, formado por una camiseta de tirantes rosa y unos pantalones cortos blancos con corazoncitos del mismo color, y me metí en la cama.
En seguida se tumbó Alan, a mi lado. Me abrazó por detrás, haciéndome cosquillas en la oreja al respirar.
-Hoy estas guapísima – me dijo en francés. Me giré y acabamos frente contra frente. Sus ojos azules me encantaban y me perdí en ellos.
Él aprovechó para besarme, lo que, finalmente acabó en una noche de pasión.
Nota de autora
Holaaa!
Perdón si tardo en subir capítulos pero estoy en época de exámenes. Espero que les guste este!
Besoos!

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Ti amo, piccola
Fiksi RemajaAlan es perfecto para Clara. Ambos están enamorados y se van a casar. Pero, ¿qué pasaría si descubrieras que el amor de tu vida es tu mejor amigo?