- Oficial Kim JongIn, a sus servicios.
De repente JongDae se siente mareado y su boca ignora las instrucciones de su cerebro para que al menos dijera algo, mirando al hombre mientras que el alto, a su vez, lo miraba. Su voz lo ha dejado de piedra al ayudarlo minutos atrás, pero verlo de cara a cara lo había dejado de piedra, estupefacto, tembloroso e incapaz de dar señales de inteligencia alguna.
Kim JongIn era muy alto, muy alto. Tiene el cabello oscuro y da la sensación de que haya intentando arreglárselo de alguna manera pero haya desistido. Sus ojos eran negros, brillantes y demasiados intensos... ¡Ay, Dios mío! ¿En serio era un policía? Parecía un bailarín exótico?
- Oficial Kim JongIn - el hombre volvió a presentarse cuando no recibió respuesta de su parte. Parecía algo impaciente por tener algunas palabras suyas.
- Byu... Kim JongDae.
- Es un placer, JongDae - prueba su nombre entre sus labios, como si estuviera gimiendo y él tiene que recurrir a todas sus fuerzas para no hacerlo también -. ¿Y cómo se llama ella?
- ¿Ella?
- Sí, la niña - JongIn pregunta con unas de las comisuras de los labios levantarse en una sonrisa atrevida, señal del impacto que hacía en él.
Nunca antes alguien le había sonreído de esa forma en esos años, y cuando lo hacían, huían al enterarse de que era padre.
- Es mi... - carraspeo al escuchar como su voz salía desentonada -. Es mi hija.
- ¿Tu hija? Pensé que era tu hermana menor - JongIn acercó su rostro hasta chocar sus narices sin perder la chulesca sonrisa y poniéndolo más nervioso -. Te ves muy joven para ser padre... muy bonito.
Eso último lo hizo sonrojarse. Pero recordó que era poco ético la forma en que seguían juntos.
- ¿Podrías... podrías soltarle? - hizo todo el trabajo posible para que su voz no saliera temblorosa y lo hiciera pasar una vergüenza, como la que sentía en ese instante. Y se preguntaba por que sentía vergüenza. Tal vez sea en hecho de que una sonrisa lo hizo sentirse un adolescente hormonal o tal vez era alucinaciones suyas.
JongIn parece despertar y recobra la compostura, se aleja y se mete las manos en los bolsillos del pantalón, mueve ligeramente la cabeza y da un paso hacia atrás. Se quedaron observándose en silencio, cohibidos y algo estúpido, según su percepción. Desde que se separó de BaekHyun, su mundo giraba en torno a Arai, olvidando sus propias necesidades.
El lugar estaba repleto de personas, pero JongDae sentía estar a solas con el alto y sexy hombre que lo había dejado sin habla, inmóvil y el cerebro prácticamente inútil.
Arai, harta de que su padre actuará como un idiota, o tal vez celosa de no ser el centro de atención, levantó unas de sus manitas y las llevó al rostro del mayor, haciendo una leve presión que al otro la sintió como cosquillas. Fue JongIn quién supo que la niña quería tener sus ojos puestos en ella y lo hizo reírse ante su ternura.
- Por favor, tomen asiento - JongIn señaló unos bancos cerca de un puesto de golosinas -. ¿Puedo ofrecerte algo para beber? ¿Agua o refresco? - preguntó con esa sonrisa jugando en las comisuras de sus labios.
Un mordisco de Arai lo hizo regresar al mundo real.
- Sí, sí... agua esta bien - responde nerviosamente y para que no vea su sonrojo, se giro y se encamina hasta los bancos y se sienta sobre la superficie. Acomodó a Arai sobre sus piernas, haciendo una mueca de disgusto cuando notó un raspón en la rodilla de la niña y volvió a maldecir por ser tan irresponsable.
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Dulces, Trucos Y Esposas (KaiChen)
Short StoryCon un matrimonio de cinco años, el cual está a punto de culminar debido a terceros en su relación, JongDae de veintiocho años decide darse la oportunidad de volver al mundo del amor, buscando en hombres o mujeres cualidades muy distintas a las de s...