INICIO DE UNA GUERRA
ENAMORAMIENTO DE LOS SANGRE REAL
El castillo de los monstruos, un imponente palacio rodeado de vegetación abundante, escondidos en lo que parecían verdes paredes que se movían al compás del viento. Ubicado en Centro América, colindando con pueblos humanos, de seres inferiores que desconocían lo que habitaba dentro del bosque pero que contenían un leve conocimiento de que entrar ahí supondría su muerte.
El castillo estaba habitado por una monarquía con jerarquías claras: Los miembros del trono real, los nobles y la servidumbre. Los miembros del trono constituidos por el Rey, la Reina y la Mascota Real, y los demás nobles eran sangre real, todos hijos y hermanos del rey actual, de reyes anteriores, de reyes en general, y la servidumbre era todo aquel ser cuyo único propósito era complacer a sus amos.
Tania formaba parte de las hembras de sangre real de tipo mágico, de la familia Spencer, una gran casta de monstruos mágicos que ahora eran poseedores de la magia más poderosa jamás contenida en el reino: El Clan Kimera. Ella era una joven de tez pálida como sus labios, con expresivos ojos de gato color ambarino, largo cabello marrón que caía en cascada hasta sus rodillas, con una figura curvilínea llena de movimientos gráciles, una sonrisa infantilmente traviesa, llena de energía y rebeldía, con manos tersas que solo contenían cuatro dedos y patas de toro que resonaban en el palacio cuando ella estaba en medio de sus berrinches.
No sabía mucho sobre la preciada magia que su familia ostentaba, sabía que el Clan Kimera no llevaba años de existencia pero realmente no le interesaba conocer más al respecto. Ella era así, despreocupada, libre, dejándose llevar por las corrientes que a ella más le apetecían, las más livianas, las más interesantes, las más retadoras o las más convenientes, todo según su estado de humor el cual siempre era altivo y desafiante, o más bien, ir en contra de la corriente que todos embarcaban, "compórtate como una digna Spencer" eran comentarios que siempre escuchaba de su madre mientras ella ponía los ojos en blanco acompañados de una mueca de aburrimiento exagerado. Su madre Sonya Spencer, era una de las más hermosas hembras del castillo, imponente en cada pisada que realizaba con sus pesuñas de toro, no por su poder el cual estaba contenido en su corona, sino por su arrogancia desmedida, era la Sacerdotisa Sanadora, su habilidad de curar heridas la hacía una figura importante y como ella su hija tomaría su lugar cuando el nuevo rey se diera a conocer.
A Tania poco le importaba también su status, qué más daba, su solo nombre ya atraía expectativas elevadas sobre ella, los monstruos la miraban como una figura grandiosa digna de respeto el cual ella no había trabajado por obtener, simplemente por su apellido todos la consideraban superior así que ¿por qué molestarse? Ella solo necesitaba respirar para ser venerada, y no solo por su magia, sino por su belleza natural.
Cada día se lo demostraban, al pasearse por los pasillos o alrededor del gran castillo captaba los ojos de todos los presentes como un imán sin importar si se condujera sola o acompañada, como era el caso de ese día que se dirigía a su clase de magia junto a sus hermanas de sangre real.
― ¡Miren! Ahí está... ― La voz parecía derretirse.
¿Y cómo no? Ante esa espectacular figura, ante ese hermoso ser, ante Everth.
Él estaba a unos metros lejos parado con su habitual postura, brazos atrás de su espalda sostenidos de una manera que mezclaba la elegancia y el poder, con su barbilla elevada, su expresión desdeñosa que se miraba natural en su blanco rostro adornado de esos labios rojos y de esos ojos purpuras que eran escondidos con sus largas pestañas y largo cabello negro brillante que bajo la luz del sol parecía hacer juego con su tono de ojos, con una altura de 2.20 metros, con un aspecto humano si no fuera por sus largas orejas de duende. Constantemente Tania se preguntaba qué más de su cuerpo parecía inhumano, su cuerpo siempre estaba cubierto por esas largas botas que le llegaban hasta las rodillas perfectamente combinadas con sus pantalones de tela bombachos y esa ajustada camisa manga larga que marcaba su pecho cuadrado cubriéndole hasta el cuello; parecía un simple humano y cualquiera se sentiría humillado, pero a él le sentaba perfecto, nada grácil, su rostro cuadrado y sus uñas negras largas que parecían garras de pantera no dejaban en tela de duda su valía.
Tenía que haber más aspectos "animalescos" en él, pero ¿el qué, qué parte? Tania se lo preguntaba constantemente, muchas veces era lo único que se preguntaba antes de conciliar el sueño, tratando de adivinarlo, su cuello, sus extremidades, su pecho, su abdomen, su espalda... "eso". Sí, "eso", ella lo había tratado de imaginar pero no tenía una idea clara de qué imaginar, era como un espacio en blanco en el cuerpo, se sentía una niña por ese motivo y muchas veces consideraba que rellenar ese espacio en su mente era un paso hacía la madurez.
Su mente estaba concentrada, tratando de deslumbrarlo ahora que lo tenía de frente pero al no conseguir una idea o imagen clara se rindió regresando a sus hermosos ojos. Ojos purpura que la observaban.
― Oh por Dios, está viendo a Tania
― No me sorprende. Todos lo hacen.
Eran murmullos lejanos de sus compañeras, Tania estaba petrificada, había sido pillada en una situación embarazosa, por supuesto qué él podría imaginar a qué estaba dedicando tanta atención la mirada de ella, de repente su sangre parecía subirle a la cabeza y adelantándose a la siguiente reacción de presentar un rostro humillantemente enrojecido desvió la mirada con desinterés. Cómo si no hubiera ocurrido nada.
― Son solo ideas de él, son solo ideas de él. Qué lo piense, que lo piense. ― Se repetía constantemente mientras se incluía casualmente a la conversación de sus amigas ― ¿Qué cotillean tanto? Nos está viendo porque ustedes no son muy discretas al derretirse por él.
Everth estaba escuchando cada palabra, y claro que no pensaría que solo eran ideas de él la dirección en que la mirada de la hermosa Tania estaba fija. Sí, la conocía, la hembra sangre real Spencer, la próxima en heredar la extraordinaria magia del Clan Kimera, "la indomable" así era llamada por Sonya, por los maestros, por sus hermanos y a veces por ella misma.
La indomable...
Galoparla sería satisfactorio.
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KAT, DETALLES OLVIDADOS 1
Fantasy¿Cómo podría obtener un juguete de otro juguete? Ella parecía una muñeca danzarina de aquí para allá y claramente manipulada por tantos hilos invisibles. Pobre. Él podía entender porque quería tener más juguetes de los que le correspondían puesto q...