PARTE 9

9 0 0
                                    

INICIO DE UNA GUERRA

ENAMORAMIENTO DE LOS SANGRE REAL

¿Qué?

Ragul soltó un suspiro cansado, con pasos pesados se retiraba de la biblioteca murmurando para sí mismo, se cuestionaba por qué Tania no podía ser aplicada también en esa clase, él estaba cansado de buscarla por todas partes. Pasaron alrededor de 15 segundos después de que la puerta se cerró, esos segundos le parecieron eternos a Tania.

― ¡¿Es enserio?! ¿Qué se supone que eso significa? He aprendido, lo he hecho ¿o cómo crees que he logrado contestar correctamente y comprender todas esas clases?

― ¿De qué sirve que conozcas toda la teoría de un hechizo si no puedes hacerlo? Todo tu conocimiento no es más que contenido inútil en tu persona, un mero contenedor de conocimiento que no puede trascender.

Cada palabra despreciaba el esfuerzo que Tania había empleado durante todos esos días en sumergirse en libros viejos, su sangre parecía hervirle y aún detrás de él no pudo evitarlo, su mano se movió de manera automática para atinarle un fuerte golpe en la cabeza a la oveja lobo.

― ¡¿Con qué cara me dices eso?! Eso deberías decirte todos los días frente al espejo cada vez que te dispones a venir a esta biblioteca a estudiar cosas que jamás podrás dominar. ― La oveja lobo se mantuvo sin contestar ni darse la vuelta para enfrentarla, solamente había cerrado su libro ― Discúlpate. ― Ordenó rechinando los dientes, pero él se mantuvo inmóvil aumentando la ira que embargaba a Tania, de inmediato se dirigió hacia el frente de la mesa para ordenarle una vez más que se disculpara pero él pareció no oírla ― ¡He dicho que te disculpes! ― Le ordenó fervientemente por tercera vez barriendo con su mano el libro que él tenía sobre la mesa.

El libro cayó al piso y Owen al fin se movió. De manera tranquila se paró de su silla, recogió el libro, se encaminó hasta el estante para colocarlo en su lugar y se dirigió hacia la salida, Tania estuvo a punto de echarle en cara su huida pero el reloj empezó a sonar marcando la hora, la hora que usualmente ellos se retiraban de la biblioteca.

― ¿Cómo esperas que no nos olvidemos que eres un sangre real si te comportas como la servidumbre? ― Y tal comentario detuvo el andar de la oveja lobo.

― ¿El comportamiento de un sangre real sería despotricar en tu contra a la menor provocación? No lo creo, niña. ― Dijo continuando de espaldas, como si ella no valiera tanto como para dignarse a verle la cara.

Tania no dijo más, dejo que la oveja lobo se fuera con una victoria evidente, por unos minutos se quedó inmóvil, parada viendo al piso, enfurecida, repitiéndose una y otra vez qué él no sabía nada, decidida levantó su mano firmemente para recitar un hechizo que había memorizado recientemente, lo sabía a cabalidad, cómo escribirlo, como pronunciarlo, qué significaba, pero su hechizo le explotó literalmente en la cara. Era un hechizo de levitación y desplazamiento, intentó que un librero se elevara del piso y sus libros se desplegaran ordenándose en filas con la portada enfrente de ella, pero en su lugar el librero se elevó para caer pesadamente sobre el piso mientras los libros salian y se estrellaban los unos contra los otros en diferentes lugares, tumbando otros libros, desparramándose por el piso, las mesas y sobre su cara.

Era un desastre, de inmediato se tiró al piso para recoger los libros, se sintió terrible al notar paginas volando, ella había logrado descocer algunos libros, esos preciados libros para la gente que si los sabía usar, de esa gente que disfrutaba leerlos cada día, los libros de la biblioteca, los libros de sus hermanos, los libros de Zuset... los libros de él.

Plot.

Una gota.

Plot, plot...

Más gotas.

Genial... ahora los estaba mojando, como si no fuese suficiente el daño que ya les había causado a los libros. Bruscamente limpió sus lágrimas y la furia que sentía antes se había convertido en culpa, él tenía razón. Ella estaba siendo una niña berrinchuda, siempre lo había sido, todos lo sabían, todos tenían razón, ella no merecía ese poder, ella no sería capaz de manejarlo nunca.

Tania no logró ordenarlos todos, las horas habían pasado, ella se había saltado todas sus clases, la tarde llegó y con ella Zuset trayendo consigo a monstruos listos para usar las instalaciones, Tania no podía dejarse ver ahí porque descubrirían su escondite, su refugio. Tuvo que salir a hurtadilla sintiéndose terriblemente mal por dejar aún un desorden, él de seguro pensaría que ella había dejado el lugar así a propósito, pensaría que simplemente había hecho una rabieta, ella no quería que lo pensara.

Estaba pasando un mal día, solo quería llegar a su habitación y tumbarse en ella esperanzada a que el sueño la aprisionara por largo tiempo, ella ya no podría soportar más. Y ahí estaba, algo conspirando en su contra. Sonya la esperaba en la entrada de su habitación, eso era clara señal de que su día no terminaría bien.

― ¿Dónde has estado?

―Por ahí, madre, solo quiero ir a dormir, por favor retírate de mi puerta. ― Y tan pronto como ella terminó de realizar la petición su madre había azotado su cara ― ¿Terminaste? ― Dijo en tono aburrido mientras su madre abofeteaba su otro lado de la cara. Vaya, su madre no solía golpearla más de una vez en un día a menos que fuese algo "grave" ― ¿Estás así por las clases? Ni que fuera la gran cosa.

―Eres una vergüenza.

― Eso no es noticia. Ahora quítate.

― Oblígame.

Por un instante las miradas de ambas chocaron de manera desafiante, pareciera que Tania realmente la obligaría, que esta vez sí actuaría en contra de su madre, pero no fue así, de manera sensata desvió la mirada para retirarse ignorando las ordenes de su madre.

― Si es necesario te pondré cadenas Tania, cadenas de oro y diamante para que no desentonen con la elegancia de un Spencer. No me retes. ― Fue la último que logro escuchar mientras se alejaba.

El chirrido de la puerta de la biblioteca sacaba de su sueño a Tania, ¿Ragul? Se había preguntado automáticamente, levantando pesarosamente su torso del frío piso trataba de aclarar su vista la cual se sentía inmensamente cansada, había leído libros e intentado hacer hechizos toda la noche, después de haber creado un desastre en la biblioteca había optado por empezar a practicar hechizos sencillos pero la frustración de no poder avanzar a los más complejos la desesperaba.

No era Ragul, él no estaría tarareando una canción ¿Quién era? Aun un poco desorientada se mantuvo en silencio para descubrir quién era el que había entrado tan tarde a la biblioteca, la biblioteca aún estaba cubierta en penumbras. Los ruidos de más bisagras terminaban de despertarla, observó débiles rayos de luz desplazándose por el salón. No era de noche, ya había amanecido, ella había pasado toda la noche ahí refugiada.

La melodía se hacía más clara, no sabía qué canción era pero le parecía tranquilizadora, quería escuchar más pero ésta se había detenido de golpe. El silencio inundo el lugar y Tania se sintió intranquila preguntándose el porqué, de repente tenía una gran figura delante de ella, ella no lo había escuchado acercarse.

Unos ojos de gato color turquesa la observaban, se pasmó por un rato al ser observada por esos ojos intensos pero esa sensación desapareció tan pronto como él, en silencio se había alejado de ella para seguir abriendo las demás ventana, ignorando su presencia como usualmente lo hacía. Tania no sabía cómo explicar que el desorden de ayer había sido un accidente, pensó incontables veces el discurso pero nunca encontró el momento oportuno para hacerlo así que se mantuvo alejada de él, como si nada pasara, estudiando libros y tratando de llevar a cabo los hechizos, tanto dentro como fuera de la biblioteca se esforzaba y la respuesta que Ragul obtenía de la oveja lobo la hacía sentir decepcionada de sí misma.

― No hay nadie aquí aprendiendo de los libros más que yo.

KAT, DETALLES OLVIDADOS 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora