INICIO DE UNA GUERRA
ENAMORAMIENTO DE LOS SANGRE REAL
― Deja de tomar, una respetable Spencer no debe de mostrar tal comportamiento. He escuchado también que te has estado saltando clases. El control es importante o esa poderosa magia solo representará una mancha hacia tu apellido y hacia la victoria de tu casta. ― Le decía Everth mientras tomaba de las manos de Tania la copa de vino y se retiraba elegantemente.
Ella se sentía humillantemente apenada, era la segunda vez que él le provocaba tan repugnante sensación, ¿por qué tenía que ser precisamente él quien la pillara con la guardia baja? La vergüenza se apodero de ella y se odio por ser tan corriente, de todos los presentes, de todos los machos de sangre real, precisamente ella siempre mostraba una faceta tan ridícula delante de Everth Tolit.
Tenía que recuperar su elegancia perdida, se limitó a arreglarse tanto como pudiese en esos breves momentos antes de engrosar las grandes filas de sangre real, repitiendo su presentación en su mente tratando de visualizarse imponente, segura, femenina, interesante y llamativa... para Everth.
― Tania. De la familia Spencer, hembra de sangre real de tipo mágico, heredera y señora de la poderosa magia del Clan Kimera. Guerrera número 57. Muestro mis respetos a los miembros del trono real y prometo una presentación digna de mi cuna noble.
Sus palabras salieron majestuosamente de ella, se veía realmente como deseaba, toda una hermosa chica rebelde, la indomable Tania que era en ese momento deseada y envidiada por la mayoría de sus hermanos y hermanas. Su padre, el padre de todos, el Rey la veía con orgullo, la Reina que también era tipo mágico la miraba con recelo, Tania intuyo que era por la historia previa a ella, Sonya había sido la "rival de amores" de la reina, incontables veces había escuchado a su madre lamentar de manera airada el hecho de que ella no ocupara el trono real; y Crizetsu... No podría saberlo, él siempre mantenía una indescriptible expresión, tanto que la asustó, ella ni siquiera podía creer en su promesa, ella no podía controlar esa descomunal magia que recién había obtenido.
Después de su presentación se dirigió a su asiento y se sintió asfixiada, ¿eran los tragos de más? No, era puro nerviosismo. No prestó atención a la presentación de sus hermanas, exceptuando dos, dos que nadie podría pasar desapercibida.
La primera, Galatea, su hermana de tipo combate que contendía con su hermosura, Galatea tenía un largo cabello dorado que siempre llevaba trenzado dejando algunos mechones elegantemente al aire, su tez traslucida mayormente humana, exceptuando sus patas de gacela y su vistosa encornadura que parecía imposible que su frágil cuerpo soportara semejante peso y tamaño. Y la segunda, Yaniria, de aspecto frágil, su cabello chocolate le llegaba hasta el cuello y sus manos se adornaban con placas, la hembra de tipo combate además llevaba un casco, un casco que no era natural, no era una parte de su cuerpo, sino un accesorio para cubrir su vergonzoso poder. "El lamento" la llamaban por los pasillos a sus espaldas.
― No es un acto de respeto presentarte ante tus reyes con ese casco puesto. ― Había sancionado la reina a Yaniria.
― Mis disculpas, su majestad.
Su respuesta fue breve para luego quitarse el casco que cubría sus ojos. Sus ojos eran el problema, sus ojos parecían lastimeros, cómo a punto de estallar en llanto, tan melancólicos, tan pesarosos, tan tristes que dolía verlos. Sí, dolía, generaba una sensación de desesperación interna, un vuelco a tus emociones, unas ganas de llorar y de desear morir porque el vació que te producían era desesperante, tanto que te inmovilizaban literalmente. Un poder que petrificaba a todos, solo bastaba verlos directamente para que fueras su presa, un poder tan vergonzoso, tenía que ser un chiste. Nadie la vio directo a los ojos, ni ella planeaba cruzar miradas con nadie. Se dirigió a su asiento y fue el turno de los machos en presentarse.
Everth fue el número 11 en presentarse, su presentación había sido intachable y claramente los reyes lo tenían como uno de sus favoritos, y entonces, llegó el turno de la oveja lobo de presentarse.
― Owen. De la familia Gonethir, macho de sangre real de tipo mágico. ― Y al instante que esa palabra salió de la boca de él risas "sutiles" de burla inundaron el salón, pero la oveja lobo prosiguió ignorando tal hecho ― guerrero número 78. Muestro mis respetos a los miembros del trono real y prometo hacer honor a mi apellido, a mi linaje, a mi historia y a mi sangre con un comportamiento digno de un noble.
Las risas esta vez eran más sonoras y cuestionamientos sobre esas absurdas palabras se esparcían tanto en los participantes del torneo como de los nobles en las tarimas. La oveja lobo continuaba sin inmutarse, pareciera que no pudiera oír esas escandalosas burlas.
― Owen, hijo. ― Le habló el Rey, parecía hasta apenado ― ¿Por qué has agregado un número? Tú no tienes uno, tú no eres un guerrero.
― Mi sangre me hace un guerrero.
― No. No puedes. Sin magia no eres más que...
― ¡Una oveja lobo! ― Alguien se había atrevido a gritarlo, un macho, pero no se logró identificar debido a que fue cubierto por las incontrolables risas de todos los presentes.
El Rey levanto levemente su mano, gesto suficiente para que todos guardaran silencio de inmediato, como si el desorden no hubiese ocurrido continuó.
― No eres más que una injusta ventaja para tus compañeros.
El Rey había seleccionado bien sus palabras, sin ofender a su hijo ni a su clan, pero de todos modos no se podía negar la humillación implícita.
― Puedo mostrar mi valía, mi señor, sigo siendo un macho de sangre real y por lo tanto tengo el deber y el derecho de defender mi status, aunque este parezca no existir.
― Entiendo tu posición pero...― Y el rey fue interrumpido, interrumpido por el único ser que se sentía con derecho a hacerlo. Crizetsu había emitido un suave gruñido, no necesitaba recurrir a eso para llamar la atención del Rey, pero era necesario para que la audiencia supiera que él había emitido un mensaje, sino, pareciera que era el Rey quién hablaba pues él no fungía como un intérprete en todo el sentido de la palabra ― Está bien, se te permitirá y espero esa promesa cumplida. ― Dijo y todos sabían que eran los deseos de Crizetsu que así fuera.
Era bien conocido que Crizetsu tenía un aprecio especial por la familia Gonethir, de ese clan había surgido su primer rey, su amo original, así que debido a ese aprecio a Owen se le permitió participar en la celebración de castas. Tania como todos los presentes sabían que eso no representaba una oportunidad de honor para la oveja lobo, más bien era un asentamiento de su desprestigio, siendo una presa su apellido sería manchado de manera permanente, él no tenía oportunidad de llegar lejos en el torneo, pero aun así él caminaba con la cabeza elevada, con paso firme, con tanta seguridad de sí mismo, Tania no pudo evitar seguirlo con la mirada sintiendo pena por él, ¿era pena o era... admiración? Es que no se veía afectado en absoluto y recordó sus palabras dirigidas a la sabía Zuset.
"Sigo siendo un macho de sangre real y como tal me debo de comportar, si a los demás se les ha olvidado no es mi problema."
Recordando esa conversación a su mente se le vino un nombre, Lorance. Tania recorrió con su mirada a sus hermanas buscando ese rostro que ella ya conocía pero que no recordaba con cabalidad, y entre todas las caras escépticas, burlonas y acusadoras, la encontró. Lorance, tenía una mirada de tristeza que estaba fija en la oveja lobo, claramente sentía pena por él y por el destino al que él quería enfrentarse pudiéndolo haber evitado. La chica tenía cabello color sangre, rizado como una melena salvaje que hacia juego con sus ojos de chita tan bellamente marcados y sus finos dientes de sable resaltando de su boca. Cierto, era preciosa, era una hembra de sangre real tipo combate y Tania no sabía el nivel de su fuerza, se preguntaba si era realmente penoso dicho nivel de poder para haberse fijado en la oveja lobo.
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KAT, DETALLES OLVIDADOS 1
Fantasy¿Cómo podría obtener un juguete de otro juguete? Ella parecía una muñeca danzarina de aquí para allá y claramente manipulada por tantos hilos invisibles. Pobre. Él podía entender porque quería tener más juguetes de los que le correspondían puesto q...