INICIO DE UNA GUERRA
ENAMORAMIENTO DE LOS SANGRE REAL
Tania se retiró hacía su correspondiente clase con ese tumulto de hembras insignificantes a su comparación, Everth no había tenido la oportunidad de relacionarse con ella debido a que no compartían clases ni entrenamiento juntos, él era un tipo combate, de la clase de monstruo que entrena para aparecer y desaparecer una armadura surgida de su carne y huesos. La magia era una rama que no se relacionaba con él pero la cual comprendía a cabalidad, su padre, el padre de todos, el Rey era de tipo mágico y había pasado el suficiente tiempo con él como para darle a conocer ciertas cosas, ciertas ventajas y desventajas, cierta información que en un futuro él podría usar como referencia.
Con cierta satisfacción se retiró a su correspondiente clase en compañía de sus compañeros, todos machos de sangre real poderosos pero no cómo él porque su ego no le permitiría tan siquiera sopesarlo, evaluando mentalmente la posibilidad de brindarle el honor a Tania Spencer de estar a su lado, después de todo él era por mucho el más apuesto de todos sus hermanos y su poder estaba tan posicionado que no cabía duda de que se esperaban grandes cosas de él, además, contaba con el peso de su apellido. La familia Tolit había albergado a más reyes que cualquier otra casta, él posiblemente sería el próximo.
Por su lado Tania estaba más que avergonzada, su mantra de negación de haber sido descubierta no estaba funcionado. Desilusionada decidió separarse de sus hermanas a medio camino para saltarse las clases una vez más como ya era costumbre, ¿cuántas veces ya había recibido fuertes reprimendas por ese motivo? Incontables realmente. Las frases para hacerla sentir culpable por ser una insensata al prepararse para cargar con la gran responsabilidad que conlleva la magia del Clan Kimera la tenían sin cuidado. Eran fastidiosas.
Tenía que buscar un escondite mejor, un lugar donde no la encontraran aunque la buscaran.
La biblioteca.
Por supuesto, estudiar era lo último que ella podría hacer y después de todo se estaba saltando las clases, no había motivo para dirigirse a un lugar de estudios, sonaba hasta ilógico, y por lo tanto, coherente para que se convirtiera en su escondite perfecto. Pesarosa recorrió algunos pasillos del gran salón que parecía un laberinto de libros, estaba vacía, no era hora que Zuset la bibliotecaria, la gran sabía, estuviese ahí supervisando que los libros se conservaran ni ayudando a agilizar la búsqueda de material a cualquiera que lo solicitara, sin ella era como navegar en un mar de conocimientos, no se sabría por dónde empezar así que la mayoría solo acudía cuando podía ser guiado por ella. Así que bien, Tania tenía el espacio solo para ella. Con la cabeza gacha y sus pesuñas de toro arrastrándose se dirigió hasta una mesa del rincón y se dejó caer pesadamente en el asiento para golpearse la cabeza con la mesa de madera.
Ouch.
Pensó pero consideró que el dolor era necesario, incluso debería haberle dolido más, como un castigo por lo descuidada, estúpida y hasta lasciva que había sido delante del más apuesto de los machos. Aburrida como siempre empezó a balancear sus piernas, sus pesuñas raspaban el piso haciendo un sonido que hasta producía eco.
― Silencio.
Una voz ronca dijo produciéndole un sobresalto, de inmediato levantó la cabeza para observar a quién había dictado la orden. Porque esa fue una orden más que una petición.
Era un macho de sangre real sentado a poca distancia de ella, al otro lado de la mesa, con la mirada fija en un libro viejo. Lo conocía, sabía quién era él a pesar de nunca haber cruzado palabras antes, "la oveja lobo" así era él conocido, no tenía ni un solo rastro de oveja en su constitución, desde su cabello recortado pero desordenado color blanco que hacía resaltar sus ojos color turquesa de gato, su barba fina que cubría su cara de lobo semi humana, su altura de 2.15 que se impulsaba de vez en cuando debido a sus descomunales patas de lobo. Entonces, ¿por qué "oveja"? ¿Podría ser por el color blanco de su pelaje? No. Era porque a pesar de que él era un macho de tipo mágico, que bien podría pasar por un tipo combate por tan imponente figura, no poseía magia. Por lo tanto, no tenía cómo defenderse, era débil, una presa, una simple oveja.
¡¿Cómo esa oveja lobo se había atrevido a callarla?! Indignación fue lo que embargó a Tania. Con molestia repitió el ruido con sus pesuñas pero esta vez con más intensidad.
― ¿No sabes para qué son las bibliotecas? ― Preguntó sin quitar su vista del libro.
― Insolente. ― Soltó totalmente ofendida empleando más fuerza para producir un sonoro ruido con sus pesuñas dejando marca en el fino piso de madera del gran salón.
La oveja lobo había quitado su vista del libro más no la dirigió a ella, parecía que la palabra "insolente" le había molestado más que el ruido que ella estaba produciendo con total enfado; enfado que se evaporó al momento que se escuchó el rechinar de las bisagras de la puerta, su imprudente berrinche había captado la atención de sus buscadores, esos siervos mandados por sus maestros, incluso por su madre para obligarla a recibir sus clases.
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KAT, DETALLES OLVIDADOS 1
Fantasy¿Cómo podría obtener un juguete de otro juguete? Ella parecía una muñeca danzarina de aquí para allá y claramente manipulada por tantos hilos invisibles. Pobre. Él podía entender porque quería tener más juguetes de los que le correspondían puesto q...