7 de agosto 791

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Seguí a Konkichi al fondo de la construcción donde había varios montones de escombro apilados alrededor.

- Muy bien Greñas. Lo primero que harás será acarrear el escombro de aquí a la trituradora que está afuera del edificio – dijo señalando en dirección al patio de materiales, recordé haber visto una máquina de gran tamaño y muy escandalosa.

- ¿Y acaso no sería más fácil que trajera la maquina aquí?

- Jajaja que cosas dices, esa máquina pesa 2 toneladas se necesita un remolque para traerla, aun así es demasiado pesada y podría dañar la estructura.

- ... si, entiendo – lo que decía tenía bastante lógica.

- Entonces, toma una carretilla de allí y comienza, deberá tomarte unas 3 horas si te das prisa.

Mire las carretillas que me indico, eran diminutas, seguramente no podría cargar más de 100 kilos en ellas.

- ¿No hay más grandes? – pregunte.

- Por supuesto que no, además nadie podría acarrear más peso del que estas soportan.

- ...

- Cuando la alarma suene será hora del descanso, búscame para comer juntos y te explicare más del trabajo.

- ... - asentí no muy entusiasmado.

Konkichi se encamino hacia el ascensor y bajo nuevamente dejándome solo. Sabía que tenía que hacer el trabajo, pero eso no significaba que utilizara los arcaicos métodos de los terrícolas. Mire por un momento el primer monto de rocas y alambre frente a mí, debía pesar entre 250 y 300 kilogramos, eso significaba que me tomaría 2 viajes acarrearlo todo en la carretilla. Bien podía cargarlo con mis manos, pero el problema era que no era una masa sólida, sino algo formado por varios trozos, por lo que no podía cargarlo de esa manera... "a menos que" me dije a mi mismo.

En un instante de genialidad llego a mi mente una idea que me ahorraría mucho tiempo. No podía simplemente desintegrar los escombros ahí donde estaban, ya que me arriesgaría a derribar el edificio, pero lo que di podía hacer era reunirlo todo en un campo de energía solidificado, una barrera que me permitiera mover toda la masa de rocas y basura junta de una sola vez.

Me ajuste los guantes de trabajo y puse manos a la obra, apunte con mis manos al montón de piedras y extendí los dedos. Un tenue resplandor dorado en forma de esfera envolvió los escombros y luego comenzó a flotar a mi voluntad, ahora que lo tenía bajo control podía moverlo sin problema, así que sencillamente lo hice flotar en dirección a la máquina trituradora. Ante las atónitas miradas de los obreros en el patio de materiales, el escombro floto sobre ellos cono si fuera levantado por una mano invisible. Las exclamaciones de asombro no cesaron mientras uno a uno los escombros apilados fueron bajando; toda actividad en la construcción se paró durante aproximadamente 10 minutos hasta que termine con todos os escombros. Entonces el ruido del ascensor anuncio que alguien subía, eran Konkichi y el jefe; el rostro del anciano se mostraba impasible y áspero como cuando le vi en su oficina.

- ¡¿En qué demonios estabas pensando cabeza hueca?!

- ¡¿Uhm?! – definitivamente no era la reacción que esperaba.

- ¡Konkichi! ¿A caso no le explicaste como acarrear el escombro? – reclamo al asustado hombre zorro.

- Cla, claro que si jefe.

- Y tu... - dijo volviendo su atención a mi persona y apuntándome con su grueso y arrugado dedo índice – No sé cómo hiciste para lanzar esos escombros desde aquí, pero no me importa. ¿tienes idea de lo que hubiera pasado si le hubiera caído algo encima alguien?

Las Memorias de VegetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora