Capítulo Once.

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Sus ojos ardían por tanto llorar, el dolor en el muslo había vuelvo devastadoramente y le ardían las muñecas, por lo menos ya había recuperado la movilidad y las sentía.

No había comido nada, y trato de pegarse a su lado racional para saber cuánto tiempo llevaba ahí. No era el cálculo más exacto pero pensó que un día.

Escuchó pasos afuera de la habitación y se acostó, tratando de simular que estaba dormida.

Las personas entraron y se hicieron al lado de sus pies.

—Tenemos que llevarla al otro campamento, es más seguro ahí.

La voz de un nuevo hombre la asustó.

—Mejor matemosla. —reconoció la voz de Oliver.

—Henry dijo que no, tenemos que esperar que nos diga algo y después le hacemos el exorcismo, esas bestias les lavan el cerebro.

Alexandra arrugó en entrecejo. Esos hombres estaban locos, le querían hacer un exorcismo y hablaban de bestias.

—Quiero que me dejes con ella, yo sabré sacarle la información.

—No, sabes que no apoyo la violencia contra las mujeres sin ninguna razón y Henry no dejará. Ella hablara, sabrá que tiene que ayudarnos y salvar al mundo de esas bestias.

—Ella hablaría si me dejaran sacarle información. —Oliver camino por la habitación, eso puso nerviosa a Alexandra.

—¿Tu crees que ella folle con alguna de esas bestias? —el otro hombre habló.

—¿En serio, James? —Oliver se rió. —Mírala, por Dios. Está gorda y pequeña, yo me sentiría follando con mi hija.

—Pues tal vez tú, pero ella es bonita, y no se ve tan gorda, además no es tan pequeña, solo porque midas 1,75 no eras alto.

—Cállate cabrón, más bien ayúdame a levantarla, tenemos que movernos.

James se acercó a la cama y vio el rostro de la mujer, era bonita y tenía el cabello muy largo y algo brillante. Sí era pequeña pero no tanto, además el sobrepeso que apenas se le notaba le quedaba bien. Oliver le pegó en el hombro y James lo miró, era una lástima que ella trabajara para esos animales.

Los dos hombres cargaron a Alexandra y la llevaron por la casa hasta la salida donde había una camioneta. El miedo la recorría porque no sabía si la iban a matar, pero se tranquilizó cuando Henry hablo sobre un Campamento Alpha, donde estarían más seguros.

La esposaron a la puerta del vehículo y siguió simulando que estaba dormida, trato de no llorar pero falló, nadie se dió cuenta. La desesperación la recorría.

Muchas veces había visto películas donde la protagonista escapaba de una situación así, y salía ilesa pero alejo esos pensamientos, ella no tenía entrenamiento militar ni era valiente.

Tras unos minutos de viaje el auto paró.

—Despiertala, hay que dejar el auto acá y no pienso cargarla. —Henry les habló.

El tal James le tocó el brazo, la movía hasta que Alexandra abrió los ojos.

—Señorita Mills, vamos a dar un paseo.

La voz de Henry le dió escalofrío, los dos hombres de adelante salieron y James le quitó las esposas, él era un hombre joven, de tal vez 33 años y tenía unos ojos verdes claros, tenía una cicatriz en la mandíbula y el cabello muy corto y negro.

Oliver la halo y la saco del auto, el tirón que sintió en su muslo la hizo gritar, el parche que tenía sobre la herida estaba lleno de sangre.

—Camina, no tenemos todo el tiempo, ya empezó a anochecer.

Huffy. Nuevas Especies #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora