Capítulo 2.- ¿otra vez?

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Shock.

No lo había visto en un largo tiempo, bueno, 1 año es un poco de tiempo, pero al fin y al cabo es mucho tiempo para tratar de olvidar a una persona y bueno, apenas lo lograba y aquí vamos otra vez.

-Anthony. -susurré muy bajo, él sonrió, con esa sonrisa malévola de siempre y sentí mi estómago contraerse.

-Oh nena, tenía tiempo sin verte, que bonita estás..

-¿qué haces aquí?-dije un tanto fuerte tratando de demostrar que no me importaba e ignorando su asqueroso halago. pero no fue así, al parecer Anthony se dio cuenta y sonrió de lado.

-mmm.... Cuando te dejé aquí, no estabas así, ¿me has extrañado?- se acercó un paso y yo retrocedí-

-Déjame en paz, ¿ok?, no quiero verte, no quiero que me mires, ni mucho menos que me dirijas la palabra, tu para mi estas muerto, ¿oíste?

Diablos, las lágrimas se acumulaban en mi cara y yo estaba muy nerviosa, pero gracias al cielo le pude decir que no lo quería cerca de mi, nunca.

-oh nena, ven, no te haré daño, ¿ok?- dios, dile que deje de decirme nena, porfavor.

-no... - me di la vuelta y corrí a mi auto.

Salir de la escuela estaba en mi lista de "Cosas que hacer inmediato", pero al parecer el cielo no quería que lo hiciera. Deje que las lágrimas se derramaran por mis mejillas y que el nudo que tenía que en la garganta pudiera deshacerse al momento en que éstas salieran, no podía respirar y trate de tranquilizarme dentro del auto.

Anthony York, una de las personas que más me había lastimado en mi vida, de las que han causado cicatrices en mi, y no sólo de las que son visibles, también las internas, sólo esperaba el día en que pudiera graduarme y con mis ahorros poder irme de aquí, ya no quería estar aquí, lo único que tenía aquí era a Jemina, ni a mi propia madre, no tenía nada; mis padres prácticamente querían deshacerse de m, mis hermanos se habían ido hace mucho y lo único pude llegar a amar fue Anthony, pero el es una de las personas a las que les entregas todo y te dejan sin nada...

Algo o alguien toco mi ventana, cuando levanté la vista me sorprendí.

-¿puedes bajar el vidrio Sabbanah? - me sequé de inmediato las lágrimas y baje el vidrio.

-Profesor, disculpe, ¿qué se le ofrece? - el me miro y yo lo miraba, frunció el ceño.

-¿Me puedes decir porqué estás llorando? - momento incómodo - puedes confiar en mi.

Sonreí - uhm, gracias pero no quisiera hablar de eso, porfavor.

-esta bien, muy bien, ¿necesitas ayuda con eso? - señalo el coche.

-oh, si, no quiere prender, no se qué le pasa. - negué con la cabeza y resoplé.

Sonrió, oh por dios. -¿qué te parece si me dejas llevarte a tu casa y hablo por una grúa para ver que se puede hacer por él?

Demonios, grúa significa mecánico y mecánico significa dinero y mierda, no estaba para gastar mucho dinero si tenía planeado irme.

-oh no, no, no, no, no se preocupe, veré como lo resuelvo.

El profesor me miro con los ojos entrecerrados y suspiró, yo sólo lo mire y no se porqué comencé a sentirme nerviosa por su mirada.

-vamos Sabbanah, no tienes que preocuparte de nada, sólo déjame llevarte a casa, se está haciendo tarde. - volteo al cielo y volvió a mirarme, esperando una respuesta, ¿esto está bien?, digo, ¿dejar que tu profesor de psicología te lleve a tu casa?, sinceramente muero de hambre y no quiero irme sola, ¿digo qué sí o no?, ¿y si mi papa me ve llegar con el?, ¿qué hago?...

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