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— ¿Así que crees que esto es lo más seguro que podemos hacer para nuestra comunidad, eh, Jimin?

Escucha la voz de su hermano, pero no hace caso y sigue mirando el mapa que había extendido en la mesa para marcar el nuevo camino que habían encontrado hacia la resistencia. Aquella tarea era bastante agobiante, pero al menos servía para hacer caso omiso al tono condescendiente que estaba empleando Yoongi en ese momento sobre la última decisión que había tomado como líder.

— ¿Estas sordo o qué? —Insistió el mayor de los dos— ¿No crees que deberíamos hablar sobre el hecho de que acabamos de traer a la resistencia a nada más y nada menos que el hijo del alfa mayor imbécil que nos odia tanto como nosotros a él?

Jimin sabe que no puede evadir mas el tema y deja a un lado el bolígrafo que está ocupando para luego mirar a su hermano que jugaba bastante distraído con una bola de estambre que de seguro compró en el mercado. Siempre insistía en que Yoongi más que un lobo era un simple gato mimado que le gustaba menear la cola de vez en cuando.

— El necesitaba ayuda, lo iban a ejecutar —dice Jimin con voz serena y volviendo la vista al mapa—. No voy a negarle la ayuda a alguien que lo necesita como muchas veces lo hicieron con nosotros, ¿entiendes?

Si había una razón para que ahora estuviesen en ese punto con una rebelión a sus espaldas era porque las cosas no iban bien en las manadas, ni en el sistema de costumbres licántropas. Desde que Jimin tenía memoria sabía que su lugar como omega dentro de la sociedad era ser el tapete de un alfa. Fue así durante su infancia y adolescencia. Lo soporto bastante tiempo porque no conocía otro tipo de vida por el que pudiese luchar, claro, hasta hacía unos meses cuando las cosas pasaron un límite espantoso.

— Entiendo esa parte, hermanito —contesta Yoongi dejando la bola de estambre a un lado—. De verdad que lo hago, pero tú y yo sabemos que no hablamos de cualquier lobo. Ese rastrero es un Jeon y si el maldito alfa sabe que tenemos a su único y preciado hijo aquí puedes estar seguro de que pondrá más esfuerzo en encontrarnos.

Jimin sabía que era un riesgo muy grande, no era tonto. Durante los meses desde que la rebelión dio comienzo habían encontrado el lugar perfecto para esconderse. No había creído en las leyendas hasta el día en corría desesperado por hallar un refugio y ante sus ojos se abrió un lugar mágico que ofrecía todas las características para formar una nueva vida lejos de los alfas que tanto le hacían daño a los omegas. A pesar de que hasta el momento nadie había llegado hasta allí sin la guía de alguno de los hermanos, ambos sabían que aún así tenían que tener cuidado. Por eso inspeccionaban cualquier tipo de camino que pudiese llevar a la resistencia. A lo lejos vigilaban las aldeas cercanas y siempre organizaban ataques sorpresas cuando los alfas se acercaban mucho. Si algo no debían dar por sentado era la magia de los dioses.

— Llevaremos su caso al consejo y veremos qué pasa —insiste Jimin—. La decisión se tomará sobre esa mesa y yo me atendré a lo que ellos tengan que decir. Vivimos en democracia, ¿te acuerdas?

Su hermano suelta un gruñido de omega fastidiado.

— Lo que digas, hermanito. Espero que sepas lo qué haces.

Con eso Yoongi sale de la habitación y por fin Jimin se queda solo con sus pensamientos. La verdad es que estaba acostumbrado a tratar con su hermano cascarrabias, así que eso era normal. Pero no podía negar que las palabras de Yoongi también eran una advertencia. A pesar de que dejó el caso del alfa en manos del consejo era un riesgo muy grande tenerlo allí ahora que el padre de este y el círculo de alfas estaban dando caza a todos los que tuviesen algo que ver con la rebelión. Se sentía algo fatigado por todo lo que había sucedido y el hecho de que sus piernas temblaran cada vez que estaba cerca de Jeon Jungkook no ayudaba ni un poco.

Rebellion ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora