Volvería a sufrir mi pasado sin dudarlo, siempre y cuando continuaras estando al final.
X.
MATTHEW ANDERSSON.
Ver tanta multitud ebria y drogada me sacaría de mis casillas en cualquier momento. Me daba asco ver cómo podían meterle tantas sustancias tóxicas al cuerpo, consientes del daño que estas le provocan. Y una de ellas es la incoherencia.
Y Abiguey estaba que no paraba de decir idioteces.
Mi mandíbula estaba levemente tensa mientras arrastraba conmigo a aquella chica que tanto amaba, pero que en estos momentos se había ganado una pequeña parte de mi odio por haber aceptado venir a esta fiesta de alcohólicos y drogadictos.
—¡Suéltame, Matthew! –aquella chica de ojos celestes intentaba soltarse de mi agarre, pero por su estado de salud y por naturaleza pura le ganaba en fuerza. Cualquier esfuerzo que hiciera era inútil, ni de broma la dejaría aunque estuviéramos enojados– ¡No quiero ir más contigo!
Pasé de sus dolorosas palabras y seguí arrastrándola conmigo hasta llegar al auto. Abrí la puerta del KIA y la subí a regañadientes en el asiento del copiloto. Rodeé el auto por la parte delantera y, una vez que estuve dentro, los gritos comenzaron.
Abi no paraba de decirme lo imbécil que soy y yo no paraba de decirle lo pesada que era. Nuestra relación se estaba yendo a la mierda gracias a que había conseguido un trabajo y, según ella, no tenía nada de tiempo para ella, y cuando era así le decía que estaba cansado, que quería dormir o simplemente quería estar solo. Y la solución para olvidar lo mal que nos va para ella fue venir a una maldita fiesta, una donde ni siquiera encajaba con ese grupo de personas.
—¡Basta, por el amor de Dios! –grité y me aferré con fuerza al volante. Tenía miedo de decir algo que no sentía y lastimarla inconscientemente– Abi, no quiero discutir, estoy muy cansado.
—Tú siempre estás cansado para todo –se giró sobre su asiento y se cruzó de brazos– Llévame a casa.
Decidí no añadir nada más y arranqué. La furia y la rabia estaban presentes en mis facciones, tanto que no me dejaban ver con claridad. Ni siquiera me dejaron visualizar el tráiler que se aproximaba a nosotros a una velocidad que sobrepasaba los límites para ellos.
No fue hasta que sentí el impacto cuando me había dado cuenta de la gravedad de las cosas; Abiguey y yo estábamos al borde de la muerte.
Con las pocas fuerzas que me quedaban estiré mi mano y alcancé la de ella. Aquella chica que se había robado mi corazón me dio un leve apretón y sonrió. Sus ojos celestes cristalizados se iluminaban por las luces del tráiler, las sombras que formaban en su rostro le daban una belleza tan natural y definitiva.
—Pase lo que pase siempre te amaré –susurré.
—Lo sé, Matt –cerró sus ojos con fuerza provocando que una lágrima se resbalara por su mejilla– Te amo, y así será siempre.
Ambos nos miramos en silencio, sin darnos cuenta que sería la última vez que lo haríamos.
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MÁS ALLÁ DE TUS OJOS
Jugendliteratur"El pasado siempre será parte de tu presente; aunque intentes huir de él, siempre habrá algo que te regrese al mismo", fueron las palabras que mi madre me dijo antes de marcharse por aquella puerta principal de la casa. Me gustaba creer que era un...