OO8 || ¿AMIGOS?

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Los amigos que tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba engánchalos a tu alma con ganchos de acero.

WILLIAM SHAKESPEARE.

WILLIAM SHAKESPEARE

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ABIGUEY SMITH.

—Eso es... perfecto –dijo aquella voz a mis espaldas.

—¿Tú crees? –pregunté mientras observaba una pintura que al parecer acababa de terminar.

—No lo creo, lo sé –corrigió– ¿Tan guapo soy?

—¡Matthew! –golpeé levemente su hombro con el mío y reí.

—Ya, ya, le paro –rió– Siempre que vengo a verte estás pintando.

Guardé silencio y sonreí mientras observaba la pintura que tenía enfrente. Era un retrato, un retrato donde se encontraba él. No podía creer lo que estaba viendo, era perfecto, tal y como Matthew había dicho. Nos había dibujado a ambos bailando en un kiosko adornado con pequeñas luces que le daban una vista muy agradable y bonita. Ambos estábamos vestidos elegantemente y nos veíamos muy bien. Estábamos felices, muy felices, y parecía que nadie iba a poder arrebatarnos la sonrisa que adornaba nuestros rostros.

—Deberías pintar para las personas, ganarías bien –opinó desde el sofá.

Giré para verlo. Estaba sentado en un sofá que se encontraba cerca de una enorme ventana corrediza de vidrio. Al parecer jugaba algo en su móvil para matar el rato.

—Me gustaría, pero sabes que no puedo hacerlo –suspiré al recordar a mis padres.

—Lo sé –gruñó.

Dejé el pincel en una mesita que tenía alado mío y me acerqué a Matthew hasta el sofá. Él me recibió gustoso y abrió sus brazos para que me recostara sobre él. Podía escuchar su corazón latir al compás del mío, como si estuvieran sincronizados y formaran uno solo cada que estábamos juntos.

La puerta se abrió de golpe, lo cual causó que diera un brinco del susto y por parte de Matthew, un gruñido.

—Menos mal no andaban haciendo cosas malas –mi madre suspiró de alivio al vernos– Abi, tu padre te llama.

—Ya bajo –me incorporé en mi lugar y gruñí molesta.

Mi madre asintió y salió de mi habitación, dejándome completamente a solas con Matthew.

—Creo que debería irme –dijo.

—¿Tan rápido?

—Lo siento, pequeña, pero mañana tengo que ir a trabajar –Matthew besó mi frente y se levantó del asiento, dejándome sola.

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