O19|| VOLVERTE A VER

20 0 0
                                    

Mi gran problema no es tu presencia en mis sueños, sino tu ausencia en mi realidad.

X.

ABIGUEY SMITH

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ABIGUEY SMITH

—Eres una exagerada.

Keila dejó de caminar de un lado a otro mientras dejaba el trapo lleno de gérmenes sobre una de las tantas mesas del local de pizza. Llevaba un gorro rojo con una enorme rebanada de pizza sobre la cabeza que estaba segura era demasiado incómoda, pero la ojiverde no se quejaba ante ello.

—No puedes decirme que exagero cuando me entero que mi novio fue novio de una de las plásticas girls —hizo un ademán con la mano para después llevárselas al rostro con frustración— Eso explicaría también por qué nos odian.

—Pero eso ya es pasado, Hamilton —rodé los ojos por enésima vez desde que habíamos charlado y bebí un sorbo de la botella de agua natural que había comprado— Además dudo que eso sea un motivo para que todas ellas nos odien.

—¿Y cuál es, entonces?

—No lo sé, ¡tampoco soy adivina!

La campana del local resonó por él en cuanto terminé mi oración. Se suponía que ya estaba cerrado y un chico había entrado como si nada.

Miré alerta hacia Keila por si se trataba de algún ladrón, pero en cuanto se encogió de hombros y siguió limpiando las demás mesas supuse que se trataba de alguien que trabajaba en el local.

Después de haber pasado la noche en la cabaña junto a Matthew decidí pasar aquella mañana del sábado con él hasta que la noche nos alcanzó. Me dirigí a recoger a su trabajo a Amy pero la castaña ya se había ido, así que me pasé por el local de Keila y solté un suspiro de alivio al verla recogiendo el lugar. Ya habían cerrado desde hacía unos cuantos minutos pero le había tocado hacer la limpieza, así que me quedé a esperarla y a charlarle mi día junto a Matthew para después pasar al tema de su noviazgo.

—¿Abiguey Smith?

Me giré sobre la silla de la barra y miré con confusión al chico que había dicho mi nombre. Tenía ojos grises y su cabello era castaño como el mío; era guapo, y tenía un ligero aire similar a...

—¿Te puedo ayudar en algo? —solté, haciendo que Keila dejara de limpiar para mirarnos a ambos intercaladamente.

—¿En serio eres tú? —el chico se acercó a mí y me miró como si fuera alguna clase de broma el hecho de que me tuviera enfrente— ¡No sabes cuánto tiempo estuve esperando para este momento!

MÁS ALLÁ DE TUS OJOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora