Llevaba un año viviendo con su tío, el cariño estaba comenzando a crecer, al escuchar todas las noches al cenar, las historias que tiene de su madre, ríe, llora, sonríe, y recuerda.Su sonrisa radiante estaba volviendo, ahora sabía, que una parte de su madre, siempre estaría presente.
-Michael, no puedo hacerte desayuno, en verdad voy muy atrasado a mi trabajo, ¿Podrías ir a la cafetería cerca de tu secundaria? Yo te daré el dinero-. Hablo su tío Antuan mientras corría de un lado a otro con la corbata mal puesta y solo un zapato en sus pies.
-Espera, déjame ayudarte antes de irme.
Mike se movió rápido hacia su tío, y acomodó su corbata rápidamente.
-Gracias, Mickie. Toma, aquí tienes, comprarte un brownie, un café con leche, té, lo que quieras. Voy a irme ahora-. Antes de correr hacia la salida, revolvió el cabello lacio del menor.
-¡Vas sin un zapato!
-¿Eh? Ah...-. Al mirar a Michael, vio que sostenía su zapato en la mano, corriendo de vuelta, se acercó a él y le agradeció por su ayuda, por acto siguiente, se fue de la casa para ir a la nueva empresa en la que trabajaba.
Michael salió de su departamento con su bolso y las llaves dentro, revolvió su pelo y quitó algunos mechones que caían por su frente.
Mientras iba en el ascensor, se dedicó a pensar. ¿De dónde había salido Antuan? No tenía idea.
¿Por qué dice que es su tío? Tampoco lo sabe, pero su abuelo había dicho que era así.
Antuan era un hombre muy amable y parlanchín, suele hablar todo el tiempo. Por otro lado, Michael también es medio parlanchín, todo el tiempo hablando, de lo que sea.
Finalmente, llego a la cafetería, nunca había pasado a esta, pero hay una primera vez para todo, ¿verdad?
Al empujar la empujar la puerta, se encontró con un lugar precioso, que constaba de mesas blancas y ventanas que daban vista a la cuidad en la que vivía. El color celeste puro del cielo, le daba un toque encantador a la cafetería, ahora, estaba seguro de que sería su lugar favorito.
Le quedaban cuarenta minutos para comer tranquilamente.
Al sentarse en una pequeña mesita que daba vista al mar, esperó por alguien quién fuera a atenderlo.
Al ver a alguien en su mesa, preguntándole por algo a su gusto, pidió un café con leche y un trozo de pie de limón.
Tenía minutos para esperar, así que sacó su teléfono, entrando a sus redes sociales.
Vió los mensajes de sus amigos, contándoles que estaba en una cafetería muy linda, la cual les mostraría sin duda.Estaba apunto de ponerse sus audífonos con la intención de escuchar algo para el momento, alguna canción lenta, quizás Coldplay, Arctic Monkeys; sólo música relajante.
Pero su vista cayó en otra parte, en frente a él, la mesa a unos cinco metros de la suya, se encontraba lo que él creía, era la Octava maravilla.Esos ojos, una cabellera oscura, sus expresiones definidas, sus manos grandes, pero por sobre todo, ese traje que vestía aquel personaje.
Sus ojos grandes no podía quitarle la vista de encima, estaba convencido de que sus labios estaban abiertos y sus cejas mostrando una expresión sorprendida; pero era tan satisfactorio mirarlo, que no quería impedir hacer el ridículo solo por dejar de dedicarle su mirada.
Tragó su propia saliva y sus ojos se movieron rápido hacia su teléfono, además se sentir un calor insoportable en sus mejillas cuando aquella persona se percató de su mirada, provocando una incomodidad gigante en el pecho de Michael.
Michael entrelazó sus propias manos, y su pierna derecha comenzó a temblar, cerró sus párpados por un momento para volver en sí, de todas formas, sabía que el hombre no lo podría ver, gracias a su cabello el cual se encontraba levemente largo, haciendo a su flequillo caer en su frente.
-Joven...
Michael se sobresaltó, levantando la mirada, encontrándose con el empleado que traía su pedido.
Por inercia, movió su cabeza, inclinándola rápidamente.-Muchas gracias-. Se limitó a agradecer hasta ver que el camarero se fue. Michael sonrió.
Miró a su taza y sonrió.
Tomó la taza en sus manos y cerró sus párpados para sentir el sabor de la leche y el café mezclados.
Era un placer enorme estar en un lugar como ese.
Con su tenedor y cuchillo, sacó un trocito de pie y se lo metió en la boca, saboreando el pastel como si fuese lo más delicioso que alguna vez probó.
Ya al estar por terminar, subió la mirada, volviendo a encontrarse con quién había llamado tanto su atención hace unos minutos atrás.
Vio como se levantaba de su asiento, percatándose de su altura.No quería que se fuera, por alguna razón, quería verlo por siempre.
Al mirar a la mesa ya abandonada, observó un pequeño libro sobre esta, y entonces recordó que era el libro que se encontraba leyendo el desconocido mientras lo observaba.Miró la boleta que estaba sobre la mesa y dejó el dinero requerido, tomó su bolso y su teléfono de la mesa junto a sus audífonos, dirigiéndose a la mesa en frente a él, tomando el libro rápidamente.
Al mirar a la salida, notó como el hombre cerraba la puerta detrás suyo.
Se dirigió a la salida e imitó la acción del anterior, pero cuando salió del lugar, lo único que vio fue la gran multitud de la ciudad, sin poder divisar al hombre guapo.
Suspiró y guardó el libro en su bolso, tomando rumbo a la escuela.
Sonrió para sí mismo, rascando con algo de timidez el puente de su nariz.
-Qué... lindo.
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Love You ❇ daddykink (+18)
Teen Fiction-Te amamos, Michael. • Daddy Kink [Gay] • Fluff • Diferencia de edad • En emisión. • De mí autoría, completamente.