|Hi. Capítulo laaaargo. Pero tiene que ser así.
Y ESTE ES UNO DE MIS CAPÍTULOS PREFERIDOS, AAAH. Ya veréis por qué :))) Y ya sabéis, si queréis hablar conmigo sobre cualquier cosa, sólo tenéis que hacerlo por inbox o por un comentario :) Y muchas graciaaaas♡
Canción: Sia — Chandelier |
Ezra y yo hemos ido a dar un paseo por los alrededores, pero acaba de irse el sol, que ha sido sustituido por la luna. Los alrededores son bonitos. La primavera está llegando, y se nota en los árboles. Es como si te hablaran, como si te contaran una historia. Es precioso ver sus hojas danzar al ritmo del viento que sopla. Nos ha servido para evadirnos de la realidad. Pero también lo he hecho por él. Si ese desconocido nos mata, al menos Ezra habrá pasado una buena tarde. Y yo también.
Entramos dentro de la cueva, y mi corazón cada vez palpita más deprisa. Siento los nervios en mis venas, y en mi piel.
Por suerte, disipo aún el cuerpo acostado en el mismo lugar que horas antes. Hasta incluso diría que en la misma posición. Pero en cuanto me dispongo a decirle algo a Ezra, unos movimientos debajo de la manta me silencian.
Ezra y yo nos miramos sin saber qué hacer. Tomo la iniciativa y le digo que venga conmigo hacia el desconocido. Cuando llegamos lo vemos con una mano en la cabeza, pero aún con los ojos cerrados. Me coloco a su lado, pero evito que Ezra haga lo mismo, por lo que él está un poco más alejado.
— ¿Qué-qué es esto? ¿Dónde estoy? —murmura el desconocido desde la misma posición. Poco a poco, abre los ojos—. ¿Quién eres? Malditos nermodas... ¡Si vais a matarme hacedlo de una maldita vez! —alza el tono de voz logrando intimidarme, pero mantengo la compostura.
—Tranquilízate, no somos nermodas —el desconocido se tranquiliza un poco y se endereza en el colchón mirando todo su alrededor. Por último clava su mirada en mí.
—Si no sois nermodas, ¿qué sois?
—Esa pregunta te la podríamos hacer nosotros también. Por lo que se ve también has recuperado los sentimientos —respondo intentando no levantar mucho la voz.
— ¿Qué me ha pasado? ¿Por qué estoy aquí? —pregunta insistentemente.
—Te encontramos tirado en el asfalto medio muerto. Deberías estarnos agradecido.
—Si estuviera muerto, ahora no tendría que seguir en este maldito nuevo mundo. Gracias —dice irónico.
Sin decir nada, se levanta lentamente. Me mira enfadado y empieza a caminar hacia la salida de la cueva. La sangre me hierve de lo frustrada que me encuentro en estos momentos. Mientras que camina, se le escapa algún que otro quejido.
— ¡Eres un desagradecido! —Exclamo dejando fluir la rabia—. Te teníamos que haber dejado ahí tirado.
Él no se gira en un solo momento, y se pierde en la espesura de la noche. Menos mal que se ha marchado, su presencia solo logra enervarme. Respiro con normalidad de nuevo calmándome. Se forma un silencio tranquilizador.
—No tenías por qué hablarle así —me recrimina Ezra después de unos minutos.
— ¿Pero has escuchado lo que ha dicho? Nunca tendríamos que haberle salvado la vida. ¿Esa es su forma de agradecernos? —digo sin mirarlo.
—Está confundido... Tú también lo estarías en su situación.
—Si tiene mal humor no es mi culpa. Que aprenda a controlarse.
* * *
Unos sonidos logran despertarme del sueño en el que estaba. Soñaba que era libre y que nada había cambiado. Ojalá no fuera un sueño.