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Ambos estaban sentados en el suelo, con las espaldas apoyadas en la madera de la cama.

Deana miraba hacia la pared mientras oía cómo Steve intentaba calmar su respiración.

Todo había pasado tan rápido y tan duro que aún no podía creerlo.

Se levantó del suelo y caminó a su habitación. Deslizó un cajón de la cajonera para tomar un paquete de Marlboro y lo abrió. Gruñó al notar que no quedaban más. Siguió revolviendo entre los cajones hasta que encontró otro sin abrirse.

Caminó de vuelta a la habitación de Steve luego de tomar un encendedor de su habitación.

Se sentó a su lado y se dispuso a encender un cigarrillo a la vez que le ofrecía el paquete a su hermano.

Él tomó otro y dejó que Deana lo encendiera por él.

-¿Papá habrá comprado cerveza? -preguntó la chica- No tomé nada en la casita del terror.

Steve no respondió a la pregunta, tan sólo siguió fumando sin siquiera intentar pensar en otra cosa.

Luego de unos largos minutos, en los que Deana ya había acabado con tres cigarrillos, Steve habló.

-¿Qué le hiciste? ¿Por qué Jonathan estaba tan enojado?

Ella se encogió de hombros y notó cómo su pierna se movía sin control. -Todo el mundo piensa que está embarazada del pendejo con quien supuestamente te engañó.

-D... -reclamó sin entusiasmo Steve.

-Y luego la abofeteé.

Él suspiró y se tomó la cabeza mientras se acercaba sus rodillas al pecho.

Comenzó a temblar mientras lloraba sin consuelo, en silencio y sin energía. Parecía tan cansado que a Deana le sorprendió el hecho de que no se hubiera dormido unos minutos antes.

Ella se acercó más a él y lo rodeó con su brazo. Apoyó la coronilla de su cabeza contra el cabello de él y acarició su espalda.

-No debiste...

-No debió hacer lo que hizo. Era sencillo -habló ella-. Pero fue su culpa. De lo único que me siento mal es que mencioné a Barb.

Y lo hacía.

Porque Steve le había dicho que Nancy se sentía horriblemente culpable y deshecha respecto a lo que le pasó a Barbara y que no hizo nada para remendar su error.

Y ella lo había utilizado.

También se sentía tan mal respecto a lo de Jonathan. Estaba enojada, y había exagerado. Ya habría tiempo para remendarlo luego.

-Me siento mal, D. -Dijo Steve.

-Ven, vamos a dormir un poco.

Ambos subieron a la gran cama del chico y se acostaron boca arriba, mirando el techo con desgano.

Jamás imaginando que entre ellos dos hubiera un lazo tan fuerte como el que habían mostrado tener esa noche de otoño.

La menor miraba el techo de la habitación y acariciaba el dorso de su mano con la otra. Mordía sus labios y tiraba de la tierna piel con sus dientes.

Sin que su conciencia lo registrara, el sueño comenzó a proyectarse y se vio a ella misma corriendo de la mano de alguien por la carretera.

Se detuvieron cuando llegaron a la cantera Sattler. Deana, con la sensación de haber reído todo el camino y la respiración agotada, se sentó en el suelo rocoso.

SMOKE [J. Byers; Stranger Things]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora