El que ambos se hubieran sincerado, había quitado de sus hombros un enorme peso, pero se había instalado uno nuevo. Diferente. Confuso. Y... Un tanto doloroso también.
¿Y ahora qué?
Haruka pensaba en ello mientras estaba recostado en el césped del pequeño jardín, mirando al cielo y tratando de ver una caballa en cada nube que pasaba. Se había declarado a Sousuke, al fin, pero... ¿Qué seguía? ¿Ya eran novios o tenía que pedírselo? ¿O tenía que esperar que Sousuke se lo pidiera? Para empezar... ¿Sousuke le pediría algo así?. Soltó un suspiro... Según los dramas que su abuela veía durante las tardes en qué tenía frente a la TV, con decirse que se gustaban y dar un beso era claro que pertenecían el uno al otro... Pero eso era en las telenovelas. ESTO era la vida. La realidad. No todo era tan sencillo.
Se sentó con un pequeño bufido de frustración. No estaba llegando a nada más que nuevas dudas. Y necesitaba una conclusión. Pronto. Su pequeña semana de romántica fantasía se estaba acabando más rápido de lo que habría deseado. Pero no había nada que pudiera hacer para evitarlo. Soltó un suspiro. No quería que Sousuke se fuera sin que arreglaran ese pequeño detalle sobre ellos dos. Pero tampoco sabía cómo abordar el tema. Les quedaban escasos dos dias juntos y no quería desperdiciarlos... Miró el reloj junto a su cama, apenas marcaba las 6.50 de la mañana, soltó un suspiro y se giró, enredándose en las mantas. No le gustaba estar solo, pero ya no tenía permitido acompañar a Sousuke cuando salía a correr temprano. Quiso volver a dormirse, pero no pudo. Sentía la cama fría, demasiado grande para su gusto, estaba incómodo... y empezaba a preocuparse... ¿Cómo iba a poder volver a dormir sin el más alto a su lado?
Se había permitido acostumbrarse con excesiva rapidez y facilidad a la presencia de Sousuke en cada segundo del día y estaba seguro de que lo iba a extrañar demasiado una vez que se marchara. La simple idea de tener que pasar por eso le hacía sentirse aún peor. Terminó cubierto completamente con las mantas, escondiéndose incluso debajo de las almohadas y no fue capaz de escuchar la puerta abrirse anunciando el regreso del mayor.
-¿Haru?- llamó con voz suave, sentándose al borde de la cama y buscando algún resquicio por el que pudiera colar las manos. -¿Estás bien?- no le agradaba la idea de dejarlo solo para irse a correr, pero le agradaba todavía menos el llevarlo con él y que se expusiera a algo como lo que recién les había pasado. Y se preocupaba aún más cuando no tenía respuesta por parte de ese niño. Quizá estuviera dormido... o quizá no... retiró como pudo toda aquella fortaleza de mantas y se encontró con unos enormes ojos azules brillantes y acuosos. Por la forma en que sus labios temblaban y como apretaba los párpados, supo que su mocoso había estado llorando. No lo pensó, lo rodeó con sus brazos y le besó los negros cabellos. -¿Qué sucede, Haru? ¿Por qué lloras?
-No estoy llorando...- hipó. Logrando que Sousuke soltara una pequeña risa. -No te burles...
-No me burlo, pero me preocupa salir a correr y al regreso encontrarme con esta imagen...- Haruka se aferró a ese amplio pecho, sentía la ropa húmeda, notaba el aroma de su sudor, sentía los latidos acelerados de ese corazón... y más lágrimas se desbordaron de sus ojos. Si, lo iba a extrañar. Mucho.
-Es sólo que no quiero que te vayas...- murmuró, con la vista clavada en el suelo. -Quiero quedarme contigo...
Sousuke no pudo evitar esbozar una débil sonrisa. Estaba... Conmovido. Empezó a repartir caricias en la espalda y sus cabellos, tratando de tranquilizarlo. Ese tipo de cosas le recordaban que aún era un niño y terminaba encendiendo sus alarmas, porque sabía que haberse enamorado de él iba a resultar complicado. Quizá, siendo él un adulto ya, fuera más claro el reconocer un sentimiento así. Pero, quizás... Sólo quizás, el pequeño Haruka estuviera confundiéndose y sólo se tratara de atracción por convivencia o un capricho. Soltó un suspiro y dejó un beso en la coronilla del menor. No tenía ni idea...
—Aunque ya no esté en esta casa, estaré contigo, Haru...— sin embargo, se había prometido a sí mismo no atormentarse con esas dudas. Disfrutaría la compañía de ese pelinegro terco y le brindaría su compañía, sus sentimientos sinceros, por el tiempo que fuera. Conocía bien las limitantes con las que vivía gracias a su abuela y la ausencia de sus padres, quería hacerlo feliz... A su manera. Por ello, el verlo llorar así contra su pecho le oprimía el corazón hasta doler. —Piensa que podremos vernos otro día, no es como si ya no fuéramos a encontrarnos jamás.
—Seguro crees que exagero...— sollozó, algo enfadado. Si Sousuke lo veía como un niño caprichoso y llorón, dejaría de hablarle.
—Para nada— levantó suavemente el pequeño rostro por el mentón para poder verle a los ojos y sonreír con esa ternura que a nadie más mostraba ni mostraría. —Lo entiendo...— pudo ver cómo los ojos azules se abrían como platos, consiguiendo que se le escapara una ligera risa cantarina. —De verdad lo entiendo, porque me siento igual que tú... No me gusta tener que irme y volver sólo cuando tú abuela necesite de una niñera... Pero, por ahora, no tenemos otra opción. Además, se supone que soy el adulto responsable y maduro, debo ser quien te tranquilice y te haga feliz.
Las mejillas del menor se colorearon con un hermoso sonrojo, Sousuke no pudo resistirse a dejar una caricia en ellas. El niño parecía incrédulo, sorprendido completamente con lo que escuchaba. Y Sousuke estaba intrigado... ¿Acaso nadie le había hablado de felicidad?
—No lo dudes, Haru. Mientras tú me lo permitas, me esforzaré por hacerte feliz...—.
—Entonces... No me dejes...—.
Sus ojos turquesa se perdieron en los azules, fascinados por el brillo que poseían, la inocencia que transmitían y lo bellos que eran. Mientras se mantenía sumergido en ese hermoso océano en las pupilas ajenas, retiró de su cuello una cadena plateada. Delgada, sencilla, pero bonita. De ella colgaba un dije, la forma era similar a la de un colmillo pero tenía grabado un pequeño tiburón ballena en él junto a una "S". Era una baratija que había comprado durante unas vacaciones a la playa de Okinawa con su familia, pero le tenía cierto cariño porque hasta ese día no había encontrado nada de su animal favorito. Sin decir nada, la colocó en el cuello de Haru y le dejó un beso en la frente.
—Para ti.— habló suavemente, con una seriedad y formalidad que jamás había empleado con su pequeño cuidado. El niño tomó con sus pequeños dedos el dije, con sumo cuidado. Cómo si fuera una reliquia. Y lo llevó a sus labios para dejarle un beso. El más alto sintió que su corazón daba un vuelco. —Ahora eres mío y yo tuyo. No importará si estoy lejos, te va a recordar siempre que estoy para ti y que te quiero.
—¿De verdad me quieres, Sousuke?—.
—Con toda mi alma...
CONTINUARÁ.
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Winner
FanfictionSousuke trabaja como niñera. Haruka es su cliente frecuente... uno dulcemente celoso... Shota SouHaru