7. Congelados

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Eran las cuatro de la mañana y la sensación térmica era de -15°C.
Los tres amigos se habían unido unos a otros para conservar el calor.
Todos estaban dormidos cuando Christopher abrió los ojos.
Le costó abrirlos ya que tenía hielo en las pestañas.
Miro a su alrededor y vio que la celda estaba empezando a congelarse; las paredes estaban medio heladas y el suelo empezaba a tener hielo.
-R-R-Richard. Dijo tiritando.
Pero su amigo no se despertaba.
-E-E-Erick.
Tampoco.
Sacó las manos de dentro del abrigo que estaban usando los tres como manta, y tocó el puso a sus amigos.
Estaban vivos.
Entonces, Erick abrió los ojos.
-E-E-Erick, esta-as bien?
-N-No, no si-siento las piernas.
Al oír eso, se acerco a su amigo y le pellizco una pierna.
-Lo as se-sentido?
-Si.
-Eso es bu-bueno.
-Ri-richard. Dijo Erick al ver que el también abría los ojos.
-M-me cuesta respirar. Dijo esté tocándose el pecho.
Rápidamente, Christopher y Erick se acercaron a Richard.
-Vamos Richard, ag-guanta. Dijo Erick.
Le pusieron el abrigo alrededor de su pecho y enseguida comenzó a sentirse mejor.
-N-no vamos a poder aguantar mucho mas.
-Yo estoy cansado. Dijo Erick volviendo a apoyarse en la pared.
-No EH! Erick, ahora necesitamos estar despiertos.
Entonces miro a Richard y esté también se había quedado dormido.

4 horas después, Richard y Erick estaban dormidos pero Christopher no podía.
Estaba sentado con los ojos cerrados y rezando, rezando para que alguien entrase en esa celda y les diese al menos un trozo de manta calentita.
Miró a sus dos amigos, y vio que ambos tenían los labios morados y hielo tanto en el pelo como en la cara.
Tomó el puso a Erick y noto que respiraba, pero mas despacio.
Se acercó a Richard y le hizo lo mismo, esté estaba aun mas débil.
-Richard, desp-pierta. Dijo dándole golpes. Pero no abría los ojos.
-Erick despierta! Dijo dándole un patada en las piernas.
Esté abrió los ojos y miro a su amigo.
-N-no puedo mas, estoy muy cansado.
-Erick, Richard no s-se despierta.
Se acercaron a el y le intentaron despertar.
-Que l-le pasa? Preguntó Erick.
-No lo s-se.
Ambos se levantaron del suelo haciendo todo el esfuerzo que pudieron y fueron hacía los barrotes.
-hey! Ayuda! Nuestro amigo no se despierta.
Entonces apareció el hombre de antes junto a un cubo de agua.
-No os dije que estuvieseis callados?
-N-nuestro amigo n-no se despierta. Dijo Erick.
El hombre abrió la puerta y entró dentro de la celda.
-Voy a llevarme a vuestro amigo, como intentéis algo dejó que se muera aquí mismo.
-V-vale. Dijo Christopher.
El hombre cogió a Richard en brazos y se lo llevó.
Un solo gritó mas y... Dijo levantando el cubo de agua.
-D-de acuerdo.

Zabdiel y estaban ya en Islandia, en el aeropuerto.
-Y ahora que hacemos? No sabemos donde llegar hasta ahí.
-Vamos a alquilar un taxi. Dijo Zabdiel yendo hacía la salida.
Una vez donde los taxis, Zabdiel se acercó a uno.
-Hola, nos podría llevar hasta este punto? Dijo señalando el mapa.
-Estáis locos? Ese es uno de los lugares mas peligrosos de Islandia, además hay una tormenta de nieve muy fuerte.
-Te daremos todo lo que tenemos. Dijo Joel.
-No voy a arriesgar mi vida, lo siento mucho.
-Por favor señor..
Derrepente, un coche negro paró al lado suyo.
-Os llevo? Dijo una voz dentro del coche.
-Eem, no gracias. Dijo Zabdiel.
Entonces la ventanilla del conductor comenzó a bajarse.
Los dos amigos se miraron con preocupación, no querían que otro loco les secuestrara.
Una vez la ventanilla bajada, una cara familiar se asomó por ella.
-RENATO!!
-Sabía que no me ibais ha hacer caso. Anda subir.
Subieron al coche a toda prisa y enseguida notaron el calor de la calefacción.
-Que bien.. Dijo Zabdiel.
-Sabéis donde están verdad? Dijo Renato mirando hacía los asientos traseros donde se habían colocado los chicos.
-Si. Dijo Joel.
Le pasaron el mapa y enseguida se pusieron en marcha.

Richard abrió los ojos y vio que estaba en salón, junto a una chimenea.
-Veo que ya te as despertado. Dijo una voz detrás de el.
Aquella voz le resultó familiar, así que se giró bruscamente dándole dolor de cabeza.
-Alonso. Dijo sorprendido.
Alonso era el chico de veintidós años que se había echo pasar por amigo suyo en Bora-Bora, para mas tarde secuestrar a dos de sus amigos e intentar matarles.
-Veo que me recuerdas. Dijo sentándose en el sofá de al lado.
-Porque haces esto? Que te hemos echo?
-PORQUE OS ODIO! Gritó. Siempre os he odiado, desde la primera vez que os vi.
-Y por eso nos quieres matar?
-Exacto. Es irónico que siempre acaben los mismos en mis celdas, los mimos que tuve en Bora-Bora asándose de calor, ahora los tengo muriéndose de frío.
-Déjalos en paz por favor, solo son unos críos.
-NO! Voy a mataros a los cuatro!
-Los cuatro? Espera, no quieres matar a uno de nosotros?
-Si, quiero dejar a uno vivo para que recuerde toda su vida que sus amigos murieron y el no pudo hacer nada.
-Joel...
-Exactamente, Joel, el único que no recibió la bola de cristal.
-No voy a dejar que hagas nada a mis amigos!
-Tarde, mira la pantalla.
Richard se dio cuenta que encima de la mesa había una pantalla, se acercó a ella y vio a sus dos amigos en la celda.
-Que es esto?
-Es la celda en la que están tus amigos, esta gravando en directo.
Sus dos amigos estaban tirados en el suelo cubiertos de hielo, parecía que estaban muertos, o a punto.
Se dio la vuelta rápidamente y se abalanzó sobre Alonso.
Se comenzaron a pelear. Usaron los puños, sillas, trozos de piedra..  Cualquier cosa que pudieran usar uno en contra del otro.
Con un fuerte golpe, Richard dejó a Alonso tirado en el suelo. Entonces fue corriendo donde la pantalla del ordenador.
Christopher y Erick seguían inconscientes y la celda cada vez se llenaba mas de hielo.
-Tengo que sacarles de ahí. Dijo.
De pronto, algo le golpeo en la cabeza derrotándolo al suelo.
Miró hacia arriba y vio que Alonso que tenía una piedra enorme en las manos.
-Tus ultimas palabras?
-Renato?
-Que? Quien es ese?
-El que tienes detrás.
Alonso se dio la vuelta y vio a un hombre adulto que sujetaba una escopeta.
-Tira la piedra al suelo o te convierto en un colador.
Dejó caer la piedra al suelo.
-Así me gusta.
Entonces detrás de Renato aparecieron Joel y Zabdiel. Fueron corriendo donde su amigo a ayudarle.
-Estas bien? Dijo Zabdiel al ver todas las cicatrices que tenía Richard por todo el cuerpo.
-Si, estoy bien. Dijo incorporándose. Hay que sacar a Erick y Christopher de la celda, se están muriendo!
-Que celda?
-Esa! Dijo señalando la pantalla.
-No vais a encontrarles vivos, esa celda ahora mismo esta a menos veinte grados bajo cero.
-Donde están las llaves? Dijo Renato volviendo a apuntarle con la escopeta.
-Tendréis que quitarmelas a la fuerza.
Sin pensárselo dos veces, Zabdiel se abalanzó sobre el. Lo derribó al suelo y le comenzó a pegar puñetazos en la cara hasta dejarlo inconsciente.
-Vaya Zabdiel. Dijo Joel sorprendido.
Le cogieron las llaves del bolsillo y fueron a buscar a sus amigos.
-Hay muchos hombres, tenemos que andar con cuidado.
-Eso déjamelo a mi. Dijo Renato cargando su escopeta.

-E-E-Erick. Dijo Christopher ya casi sin fuerzas.
Al ver que su amigo no respondía, se giro para mirarle.
Donde la piel del chico era Bronceada, ahora estaba blanca como la nieve.
-ERICK! Dijo golpeándole. Pero tampoco respondía.
Los dos estaban tirados en el suelo, el hielo les había echo que sus ropas se pegasen al suelo como un pegamento.
Christopher miro al techo y pensó: Se acabó, este es el fin.
Miro a su amigo una última vez.
-L-Lo siento mucho E-Erick.
Y cerró los ojos.

Antes de que se durmiese por completo, escuchó el ruido de la puerta de la celda al abrirse.
-Christopher! Me oyes? Dijo una voz familiar?
Sitió como unas manos calientes le tocaban la mejilla.
De pronto, escucho otra voz diferente.
-No respira! Renato, no respira!
Esa voz la reconoció enseguida.
Con un último esfuerzo, abrió los ojos.
Vio una figura borrosa que estaba arrodillada junto a el, acariciándole.
-Christopher? Chicos! Christopher a abierto los ojos.
Era Zabdiel, sin duda era el.
-Zabdiel?
-Si, soy yo, estoy aquí hermano. Dijo con lágrimas en la cara.
Entonces cerró los ojos y cayó en un profundo sueño.

Secuestrados (2 parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora