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16 de Septiembre

—Deberías salir de la cama, ¿sabes?

Murmura la misma frase que ha repetido cada fin de semana en que TaeYong se mantiene bajo las mantas, tal como está ahora, dejando visible solo la mitad de su rostro. Chasquea la lengua ante los rastros de lágrimas que permanecen en sus pómulos, como estelas de estrellas fugaces en el firmamento nocturno. Aunque hay una ligera diferencia.

Y es que incluso después de haber llorado, TaeYong luce incluso más hermoso que el más único de los cielos estrellados.

—Ve a comprar ese videojuego nuevo que querías —insiste, sin importarle realmente lo inútil que es hablarle a alguien que no puede oírle—. Me di una vuelta por tu tienda favorita el otro día y tienen esa sudadera en descuento, la de color negro con estampado abstracto en rojo. Podrías ir al karaoke, aunque no lo creas cantas precioso y... dios, TaeYong, no te quedes otra noche llorando por él. Por favor.

Acerca la mano hasta su mejilla, con ganas horribles de limpiar sus lágrimas. JaeHyun no le ha llamado desde la última pelea y, aunque el más bajito no lo diga precisamente en voz alta, sabe que la distancia le está matando.

—...No tengo ganas de hacer ninguna de esas cosas, DongYoung.

La sorpresa le hace retroceder en la cama, donde flota a su lado, mirándole a los ojos. Comprueba mediante la agitación de su cabeza si acaso mantiene sus oídos tapados, porque es imposible que TaeYong haya dicho algo como eso.

Sin embargo, es su mirada fija la que causa los escalofríos de pánico más grandes que ha sentido jamás, vivo o muerto.

—No te asustes. Te he visto desde el primer día, ¿no te dije que mi familia ha estado envuelta en este tipo de cosas desde siempre? —retrocede más, y flota por encima de su cabeza. TaeYong sigue el movimiento de manera precisa, secándose las comisuras de los ojos con ayuda de ambas manos—. Bueno... ya sabes el porqué. Tenemos la capacidad de ver cosas que escapan a los humanos comunes y corrientes.

—¿Puedes... puedes verme? —su asentimiento no hace más que intensificar sus escalofríos—. ¿Y oírme?

—No. Solo puedo leer tus labios, pero es suficiente para entender.

Tarda más que unos minutos en caer en cuenta, y cuando lo hace, quiere volver a morir solo para eliminar la vergüenza que invade sus pensamientos.

—Ah, soy un imbécil —repite, cerrando los ojos con fuerza—. Un imbécil, un imbécil... debí darme cuenta de que realmente me mirabas y no era solo mi imaginación...

Qué lindo.

Vuelve a abrir los ojos, aún con miedo. TaeYong le sonríe.

Es la primera vez en largas semanas en verle sonreír.

—Sabía que eras un buen fantasma. Mamá me enseñó a discernir entre los buenos y malos espíritus, y se nota que eres uno bueno. Un poco bromista tal vez, pero bueno al fin y al cabo —es la segunda oportunidad en que quiere volver a morir por la vergüenza—. Me has cuidado, y te agradezco por ello.

—Es que lo único que quiero hacer es cuidarte —responde casi por inercia. Inspira hondo, ante la atenta mirada de TaeYong; ahora, siendo que siempre lo supo, reafirmarlo se siente como un paso necesario—, porque estoy enamo-

DongYoung.

Le ve agachar la cabeza. Un pequeño gesto de negación es todo lo que necesita para confirmar sus peores miedos, y debe ocultar una vez más la mirada. Esta vez, está demasiado vidriosa para verle fijamente.

Como nunca antes, siente algo crecer en sus pensamientos, avasallándolo todo.

La necesidad de estar vivo una vez más.

Todo, solo por él.

—¿...Sabes? También me duele —cuando levanta los ojos una vez más, nota que TaeYong indica a su pecho con una sonrisa. Al mirarle con más atención, nota el temblor casi imperceptible de su mueca—. Sé que JaeHyun y yo no somos la pareja ideal, que tal vez estaríamos mejor con otras personas, que probablemente piensas que me merezco alguien mejor pero... ¿qué puedo hacer para que me deje de doler tanto?

—TaeYong...

—Dímelo, por favor —un sollozo sale desde lo más hondo de sus pulmones. Una nueva lágrima cae por su pómulo izquierdo—. Dímelo, porque no puedo dejar de amarlo.

Lo abraza, pese a que es inútil ya que vuelve a traspasar su cuerpo. Lo abraza, y casi siente como si las manos de TaeYong le devolvieran el abrazo, con fuerza, hasta que el sueño se apodera de su ser y siente su respiración acompasada, propia del reino de los sueños.

Cuando le ve despertar a la mañana siguiente, y nota sus brazos rodeando a alguien que ya no existe, está completamente seguro de que no se lo ha imaginado: el retumbar en su pecho debe corresponder a su corazón, el que parece renacer gracias a TaeYong.

A TaeYong y sus sonrisas. A TaeYong y su eterna inocencia. A TaeYong, y su manera tan encantadora de siempre sacarle de quicio. A TaeYong, y su manera tan hermosa de amar.

Y es por lo mismo que sella, con un invisible beso sobre su frente que el de cabellos azabaches recibe con los ojos cerrados, la inquebrantable decisión de ayudarle.


Poltergeist // DoTae - NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora