El Bosque De Endathlon

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5.Capítulo

La panadera del pueblo se quedó atónita cuando, al salir de su céntrica casita de piedra, fue arrollada por Litio. El joven rubio y atractivo que tanto gustaba a las mujeres del pueblo, llevaba sobre sí mismo a Elio, que iba sumido en un profundo sueño.

Detrás de él, Karen y Jeihto suspiraban, hablando entre ellos de lo que podría haberle pasado a Elio, y de por qué se había desmayado.

Cuando llegaron al centro del pueblo, se dirigieron hacia la herrería, donde el joven Elio tenía su hogar.

Al llegar a la herrería se toparon de frente con el fuerte y musculoso Norman, el herrero del pueblo.

Norman no tenía ninguna clase de parentesco con Elio, pero, cuando hacía ocho años su madre había desaparecido en el Gran Bosque Encantado, éste le había acogido como a un hijo, con los brazos abiertos.

Por esta razón, Elio empezó a llamar al herrero “Tío Norman", costumbre que gustaba mucho a Norman, ya que no tenia ningún hijo.

Las razones por las que el herrero decidió acoger a Elio en su casa eran muy simples: su amistad con Amalia, la madre del chico; y la incapacidad de su mujer para concebir hijos.

Su mujer estuvo encantada de adoptar a un chiquillo tan agradable como lo era Elio, y además, pensaba que podría aprender la profesión de herrero cuando fuese más mayor, cosa que les vendría muy bien, a ellos y al pueblo de Räkstorm en general.

Desgraciadamente, la dulce tía Dora les había dejado cuando Elio cumplía doce años, aquejada de una enfermedad incurable, la tisis.

Cuando el herrero vio llegar a Litio cargado con su sobrino, se asustó tanto que dejó caer el martillo con el que estaba trabajando al suelo.

-¿Qué ha pasado?- preguntó el herrero, asustado.

-No lo sabemos, cuando hemos llegado al bosque estaba mirando hacia la nada, y al vernos ha pegado un grito y se ha desmayado. Lleva así desde entonces.- Respondió Karen apesadumbrada.

El herrero masculló una maldición entre dientes y tomó al muchacho entre brazos. Le llevó hasta su habitación y le tumbó en la cama.

-Por favor Jeihto, vete a llamar a tu padre, no se lo que le pasa a Elio...- Dijo el herrero, sabiendo que el padre de Jeihto era el médico del pueblo.

El joven Jeihto asintió y fue a su casa a llamar a su padre.

Litio y Norman se quedaron esperando en la cocina, hablando de temas irrelevantes con el único fin de que el tiempo pasase.

Karen, en cambio, se quedó en la habitación, asistiendo a Elio, que cada vez se revolvía más violentamente.

Unas gotas de sudor resbalaban por su mejilla...

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