El Bosque de Endathlon

32 0 0
                                    

7. Capítulo

A pesar de lo que dijo el médico, Elio aguantó diecisiete días más en su profundo sueño, hasta que Karen, harta de esperar junto a la cama, cada día, viendo como Elio se debatía entre la vida y la muerte, decidió aplicar sus propios métodos para que se despertase.

Como tantas veces había oído decir a su abuela, debía hacer uso del don que la Madre Tierra le había concedido.

En un momento en que estaba a solas con Elio en la habitación, decidió hacer caso de lo que su abuela le había dicho.

Se acercó a la cama de su amado y, cuando apenas se encontraba a unos centímetros de él, empezó a quitarle la camisa.

Cuando terminó con dicho cometido, puso ambas manos sobre el pecho desnudo del joven, y comenzó a cantar.

No una canción con ritmo, ni con una letra enormemente elaborada, pero era una canción bonita a su manera.

Era la canción de la Madre Tierra.

En ella se contaba la historia de la tierra, de cómo había sido poblada por diferentes especies de plantas y animales, con el fin de mantener el equilibrio de la vida, y de cómo en poco tiempo una raza empezó a imponerse sobre las demás, el hombre.

De cómo, poco después, esta raza intentó rebelarse también contra su madre, domesticándola, maltratándola, sin darse cuenta de que sin ella no podría vivir.

Y de cómo aún había seres que respetaban el acuerdo del equilibrio.

Empezó casi imperceptiblemente, con unas notas muy graves que llegaban desde el fondo de su propio ser, y poco a poco empezó a hacer mas aguda su voz.

Karen terminó la hermosa canción con una nota altísima, al tiempo que apartaba las manos del cuerpo de su amado.

Entonces se tumbó a descansar.

La despertaron unos gritos de alegría a su alrededor.

-¡Es un milagro, un milagro! -gritaba el médico.

-¡El Señor nos ha venido a ayudar! -susurraba el herrero.

-¡Aleluya! -respondía Litio.

He aquí el motivo de su júbilo:

la figura de Elio, que hacía solamente unas horas se veía tan enfermamente pálida y sudorosa, ahora se veía completamente recuperada.

Su piel, tan blanquecina hacía poco, había vuelto a su moreno natural, y su rostro exhalaba salud y vitalidad

Aún había esperanza...

El Bosque De EndathlonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora