NOTA: La imagen en multimedia es para mostrar el cabello de Sif, pero obviamente la actriz que la interpretaría sería Jaimie Alexander de joven:
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CAPÍTULO 1
EL PRÍNCIPE LOKI
—Oh, vamos, hermana, no seas amargada. Mira, te puedo prestar mi vestido púrpura.
La aludida, una muchacha espigada de largos cabellos rubios, se levantó de golpe del diván y se agarró el pelo entre las manos.
—¡Por todos los dioses de Asgard, Seren! ¡No voy a ir al baile de ningún amigo tuyo, por muy rico o noble que sea!
Su hermana mayor lució herida y frunció el ceño.
—¿Y eso por qué, Sif? ¿Qué tienes tan importante que no puedes asistir a una fiesta?
—¿Tal vez estará muy ocupada observando al príncipe Thor entrenar? —comentó una chica un poco menor que Sif y Seren, entrando en la habitación y mirando a Sif con malicia antes de desaparecer por donde había venido.
—¡Yo no...! —exclamó Sif, enojada, pero la pequeña Sansa ya había desaparecido.
—¿Sif...? ¿Eso es verdad? —inquirió Seren, sorprendida, con las manos en las caderas.
—¡No! —respondió Sif de forma tajante, y estaba diciendo la verdad.
Ella no iría a ver al príncipe Thor.
Ella iba a ver al príncipe Loki.
★☆★
Maldecía mentalmente sus largas faldas mientras se encaramaba al muro del patio de entrenamiento del palacio. Llegar ahí a través de los guardias le había costado varias batidas de pestañas seductoras, halagos bien formulados y un par de hebras de su cabello, pero lo había logrado, como siempre.
Si los guardias se preguntaban qué iba a hacer ella ahí todos los días a la hora del entrenamiento de guerreros, no habían demostrado su curiosidad. Sif sabía que era todo gracias a sus largas trenzas doradas.
Sif había descubierto que los guardias hacían la vista gorda a su presencia en el palacio si ella les regalaba a cambio un par de hebras. Si era el capitán de la guardia, tenía que darle un mechón, el cual no volvía a crecer.
Luego de hacerse un desgarrón en el vestido (su madre la iba a matar) y de tener que enrollarse las larguísimas trenzas en el cuello para que no se enganchasen en ningún clavo o piedra, Sif logró llegar a su atalaya sobre el muro. La llamada atalaya era un hueco en la piedra, una rendija de la altura de sus ojos, y para ver por ahí tenía que ponerse en puntas de pie sobre el último peldaño de una escalera de mano apoyada contra la pared. No era cómodo, pero ver al príncipe Loki valía cualquier incomodidad.
Y ahí estaba él.
Sif no sabía mucho sobre combate, pero incluso ella se daba cuenta de que la técnica del príncipe Loki era diferente a la de los demás guerreros, incluido el príncipe Thor. Sus ojos vivaces se movían de un lado a otro, captando las diferencias en el estilo. Thor y sus compañeros asestaban mandobles fuertes, golpes que habrían desmayado a Sif en un instante. El príncipe Thor era como un rayo, letal y con la fuerza de tres guerreros, o tal vez más. Sif debía admitir que el príncipe del trueno no estaba nada mal, y podía entender la obsesión de sus hermanas y sus amigas con él, pero desde la primera vez que se había puesto a observar el entrenamiento, había sido el otro príncipe quien había atraído más su mirada.
Loki se movía con la gracia de un bailarín. No usaba espada, lo cual era su mayor diferencia, pero manejaba un par de dagas con la agilidad de una serpiente. Y a veces pasaban cosas que no tenían explicación. De pronto el príncipe Loki ya no estaba delante de su oponente, sino detrás, y Sif no había logrado captar cómo había llegado allí tan rápido. Pero al parecer los guerreros estaban habituados a ese truco, y reaccionaban más rápido de lo que Sif hubiese creído posible, dándose la vuelta en milésimas de segundo y apuntando al príncipe Loki con la espada. O a veces, a Sif le parecía ver dos Lokis, cosa que no tenía el más mínimo sentido al principio, pero luego de observarlo y observarlo y observarlo, y observarlo un poco más, llegó a la brillante conclusión de que el príncipe Loki era un hechicero.
Esta vez el príncipe Loki estaba haciendo algo raro. Practicando un nuevo truco, supuso Sif. Estaba usando un báculo en lugar de las habituales dagas, y lo hacía girar en sus manos con la habilidad de un malabarista de fiesta. Sólo que en sus manos eso se veía peligroso.
El príncipe Loki clavó el báculo en el suelo—con magia, probablemente, ya que el suelo era de piedra—y con un ágil movimiento, se sujetó de la fina barra de metal con las manos y giró con una velocidad impresionante, haciendo volar sus cabellos negros y encajándole una patada a su oponente en el pecho, tan fuerte que el guerrero trastabilló, soltó la espada y se dobló en dos. Sif estaba tan admirada que no se dio cuenta de que se estaba inclinando hacia adelante, y uno de sus dedos rozó el borde de la pared, de donde se estaba sujetando para mantener el equilibrio. Una pequeña piedra, no más grande que una de sus uñas, se desprendió y cayó, del lado del muro donde estaban entrenando.
No hizo ruido.
Era obvio que no había hecho ruido.
Ni siquiera ella misma lo escuchó.
Pero se congeló en el lugar, su corazón casi se detuvo, cuando volvió sus ojos a los guerreros, y se encontró con la mirada del príncipe Loki clavada en la suya. La estaba viendo. No era casualidad. La rendija por la que ella miraba era casi invisible, nunca la habían descubierto, pero nunca había tirado una piedra desde ahí arriba. Aunque era imposible que el príncipe hubiese oído eso. Nadie tenía un oído tan desarrollado. Ni siquiera con la magia se podía oír una piedra del tamaño de una uña cayendo... ¿no?
Estaba dándole vueltas al asunto y planeando cómo podía bajar de ahí en tiempo récord antes de que pasara algo, pero ya era tarde.
—Dígame, milady, ¿no tiene miedo de caerse?
La voz masculina al pie de la escalera le paró el corazón, y antes de darse cuenta había perdido el equilibrio. Cerró los ojos en el instante en que caía. Iba a doler. Eran más de tres metros y estaba cayendo sobre su espalda.
Pero con un sonido sordo, algo blando la atajó. No abrió los ojos. Sabía lo que era. Podía sentirlo por el tacto. Iba a morir.
Estaba en los brazos del príncipe Loki.
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La fortaleza de una mujer ✵ Lady Sif & Loki
FanficLos dioses nacen con un destino, el cual muchas veces no llegan a conocer. Ese parece ser el caso de Sif, una doncella asgardiana, pero cuando toma una espada en sus manos por primera vez, se encuentra con su destino cara a cara. Lady Sif ha nacido...