Capítulo 3 - Milady...

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NOTA: La imagen en multimedia es la chica desconocida que le habla a Lady Sif. O algo así. Es la imagen más parecida que pude encontrar.

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CAPÍTULO 3

MILADY...


—Saludos, Lady Sif.

—Es un placer conocerla, Lady Sif.

—¿Me concede el honor de esta pieza, Lady Sif?

Sif había renunciado a aprenderse los nombres de todos los lores que asistían a las fiestas a las que iban sus hermanas y su madre. A veces lograba recordar el nombre de un par, pero no mucho más. Tenía una buena memoria pero sencillamente no le interesaba, así que siempre respondía con "milord", sin agregar ningún nombre definido al título por miedo a equivocarse.

Había pasado más de un mes desde el incidente con el príncipe Loki y desde que su madre le había prohibido andar sola. No sabía que había observado el entrenamiento de los guerreros—si se hubiese enterado, la hubiera encerrado en su habitación bajo llave por el resto de la temporada, pero por suerte Sansa no la había delatado... tal vez era una buena hermana después de todo—, pero su madre había captado en un instante lo que Sif estaba haciendo en el jardín.

El sermón duró casi una hora, o tal vez más. Resumiéndolo, las damas no podían ser guerreras, ni jugar a ser guerreras. Las damas tenían que usar vestidos hasta el tobillo, trenzarse el cabello y asistir a fiestas.

Sif no protestó. Sabía que en cierto modo su madre tenía razón, y también sabía que si discutía no iba a ganar nada sino que la cosa iba a ponerse peor. Sabía que había desobedecido, o al menos había ido en contra de la educación que su madre le había dado desde su nacimiento. Sif respetaba y amaba a su madre tanto como sus hermanas, pero... sencillamente, le interesaban otras cosas.

Pero ahí estaba, intentando no ensuciar el honor de su familia, haciendo reverencias, dejando que le besaran la mano y concediendo piezas de baile a caballeros que no había visto nunca en su vida, cuando se le acercó una muchacha no mucho mayor que ella, con abundante cabello negro suelto y ojos verdes. La extraña (aunque todos eran extraños para Sif en ese tipo de fiestas) caminaba con una elegancia envidiable, y llevaba un vestido ajustado gris que a Sif le hubiese dado vergüenza usar. Se sintió momentáneamente eclipsada por la belleza despampanante y las curvas de la chica, y se puso a retorcer un mechón de su cabello dorado entre sus dedos.

—Lady Sif, ¿no es así?

Sif estaba tan concentrada tratando de no sentirse amedrentada por la belleza de la chica que tardó un segundo en darse cuenta de que la extraña le hablaba a ella.

—Sí, está en lo correcto, milady —contestó, balanceándose sobre los talones. La chica nueva ya estaba atrayendo la atención de varios hombres a su alrededor, pero parecía no darse cuenta, o al menos fingía no hacerlo.

—Oh, me han hablado de usted —la chica rió y batió las pestañas. Sif hubiese creído que estaba flirteando con ella, pero no estaban permitidas esas cosas en Asgard. En Vanaheim tal vez sí.

—¿Cosas agradables, espero? —Sif intentó devolverle la sonrisa, pero se sentía incómoda.

—Cosas extrañas más bien, pero no por ello desagradables —la chica hizo un gesto de diversión con la cabeza y la miró fijo. Tenía los ojos de un tono verde puro. Como los del príncipe Loki, pensó Sif.

—Por cierto, bonito cabello —siguió hablando la muchacha desconocida—. ¿No se le hace difícil trenzarlo?

Sif frunció levemente el ceño, pero se rió.

—A veces. Pero es muy útil, como tal vez medio Asgard ya sepa.

—Oh, yo no. Yo no sé —la otra batió las pestañas de nuevo. Sif vaciló, pero le explicó lo que ya había explicado cientos de veces a otras personas.

—Cada hebra de mi cabello está hecha de un material flexible y tan fuerte que incluso a un jötunn le costaría trabajo cortarlo. Mu madre es nieta de Freya, la diosa que llora lágrimas de oro puro, y tal vez eso tiene algo que ver con mi cabellera. Es muy útil cuando se trata de sujetar o atar algo, incluso amarrar un barco al muelle, además de ser decorativo. Pero no vuelve a crecer una vez cortado.

—Interesante —la chica sonrió de oreja a oreja. Sif no pudo evitar notar que sus dientes caninos eran bastante afilados. Y que su piel era pálida como la de una dama de mármol. Y que su cabello era más oscuro de lo que pensaba. Y que...

Antes de que lograra atar los cabos sueltos en su mente, la chica (¿chica?) ladeó la cabeza y parpadeó seductoramente.

—Milady, ¿podría dejar de observarme de esa forma?

Sif sintió como si se le hiciese un agujero en el fondo del estómago, pero cuando parpadeó, el príncipe Loki había desaparecido.

La fortaleza de una mujer ✵ Lady Sif & LokiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora