Capítulo 7 - Apuestas

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CAPÍTULO 7

APUESTAS


Parecía todo una especie de sueño, una fantasía, pero en cuanto se encontró en una habitación para ella sola en el palacio, con una armadura a su medida frente a ella y la espada de su padre reposando sobre una tela, cayó en la cuenta de que todo era real. Todo le estaba sucediendo de verdad.

Iba a entrenar como guerrera. Iba a ser parte del ejército, y no tendría que ser ella misma a escondidas y otra persona en público. Y lo había dicho el rey, por lo que nadie podría prohibírselo.

No podía luchar todavía; era diestra, y el brazo derecho aún estaba vendado y le dolía. Pero podía recibir enseñanza teórica, podía conversar con los guerreros y verlos luchar, podía andar por el palacio. Y podía ver a al príncipe Loki de cerca como nunca hubiese soñado que lo haría.

Ese mismo día tuvo el deber de informarle a su familia de lo ocurrido. Sabía que no reaccionarían bien, pero no se esperaba esas palabras de su madre, esa mirada de Seren, ese gesto de superioridad de Sansa.

—No esperaba tal cosa de ti, Sif, nunca pensé que caerías a ese nivel.

—No entiendo, madre.

—¿Crees que serás tan sólo un guerrero más? ¿Crees que serás tratada como un hombre? Sif, te has metido en la boca del lobo, y lo has hecho voluntariamente. Rodeada de hombres... Cualquiera sabe cómo terminará eso. Eres inocente, ingenua... o tal vez no, tal vez lo has hecho a propósito. Qué vergüenza.

Sif huyó de ahí cuando oyó eso. El "¡Sif, espera!" de Seren quedó en el aire, y no le hizo caso, mientras volvía al palacio con paso rápido y airado. Los ojos le ardían, pero no iba a llorar.

Se estampó contra un cuerpo que reconoció como propiedad de Fandral a mitad del pasillo que llevaba a su habitación en el palacio. Dio un par de pasos atrás disculpándose, y la perspicaz mirada del guerrero captó enseguida que ella estaba molesta y al borde de las lágrimas.

—Hey, doncella guerrera, ¿cuál es el problema? —preguntó con amabilidad y gentileza, y un tono galante detrás que la hizo reír a pesar de la rabia.

—Mi familia —contestó sin detenerse a buscar una excusa. De todos modos se terminarían enterando.

Fandral chasqueó la lengua y posó una mano en su hombro de forma reconfortante.

—Esas cosas pueden pasar. No me ha sucedido personalmente, pero he oído de problemas con las familias respecto a entrar al ejército. Ya pasará, se acostumbrarán. Y si no... —se encogió de hombros—. Bueno, es la vida de usted. Que no se metan.

Sif le dirigió una sonrisa de agradecimiento, aunque las palabras de su madre seguían sonando en sus oídos. Fandral respondió el gesto con su blanca sonrisa perfecta.

—Eso es. Sonríale a la vida. Ahora venga a verme entrenar con espada, de observar se aprende. Aunque usted no parecía que tuviese que aprender mucho ayer a la noche. Eso fue sensacional, no me canso de decirlo.

—No siga hablando de eso, voy a sonrojarme y explotar —rió Sif, secundada por el guerrero. Hizo un movimiento con el brazo sano para que le indicase el camino—. Ilumíneme. Seguro que tengo mucho que aprender todavía.

★☆★

Sif disfrutó como nunca sentada a un lado de la arena de entrenamiento sin tener que espiar por arriba de ningún muro mientras los guerreros luchaban entre ellos. Ella estaba sentada en una banca, tenía un jarrón con hidromiel y varias copas a su lado, y se encargaba de darles bebida a los guerreros cada vez que tenían unos segundos libres. Los que no estaban luchando estaban sentados cerca de ella y le sacaban conversación sobre su vida y sus gustos, como si fuesen muy interesantes. Fandral parecía habérsela "apropiado", cosa que a Sif no le molestaba realmente; el espadachín rubio era muy carismático, y muy guapo.

La fortaleza de una mujer ✵ Lady Sif & LokiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora