Dandole forma a una idea

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Pasar el tiempo juntos era algo a lo que tarde o temprano se iban a acostumbrar. Si bien Solomon se dio cuenta al principio de la manera en que Alibaba huia de el y su mirada, ahora estaba satisfecho de que el chico ya le hablaba con bastante confianza, le platicaba de algunas de sus aventuras, le mostraba juegos y costumbres de donde el venia... claro que no fue fácil que eso pasara. En realidad, después del juego de la ropa, noto a Alibaba un poco deprimido, aunque no entendía exactamente porque.

Generalmente no le importaba ni era consciente del tiempo, pero definitivamente se dio cuenta que Alibaba no le hablo por un buen rato. En ese momento pensó que talvez el chico pensaba que se había burlado de él, pensamiento que estaba lejos de la realidad. Él no se quería burlar del otro, simplemente quería aprovechar que el chico estaba en ese lugar con él. No dejaba de observar el Rukh, ni de aprender de él. Sin embargo, podía darse al menos un momento para hablar con el menor, que se notaba necesitaba hablar con alguien porque si no, parecia perderse en un sinfín de pensamientos los cuales no parecían buenos, porque siempre ponía una mirada triste.

No es que realmente le interesara el estado emocional del otro... solamente que era mucho mejor verlo contento. Era bastante activo según había notado. Y utilizo esto a su favor para hacer que el chico tomara más confianza con él. Aun no estaba seguro de porque quería eso, pero si los dos iban a estar en ese lugar por quien-sabe cuánto tiempo, lo mejor sería que al menos no tuvieran conflictos.

Los diferentes juegos y preguntas que le proponía al menor hacia que cada vez el chico se volviera más cercano a él. Era por eso que ahora el menor incluso se permitía bromear con él. Aunque en realidad lo que más le gustaba a él era avergonzar al rubio ya que era bastante inocente en ciertos temas y sacaba provecho de eso.

Aun así, Alibaba nunca le había contado nada acerca de cómo había llegado allí, o más específicamente que ocurría en el mundo en que vivía, pero no lo podía obligar, ya que, después de todo él tampoco le había contado absolutamente nada de él. De donde venía o que era lo que realmente hacía en ese lugar.

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Se encontraba observando al peliazul mientras seguía trabajando con los flujos del Rukh, aunque en realidad el no pudiera comprender la labor que realizaba, sí que podía darse cuenta de que era muy importante. Era por eso mismo que se sorprendía de que Solomon todavía se tomara tiempo para hablar o estar con él.

Admitía que había sido difícil al principio, pero después se dio cuenta de que el padre de su amigo era una persona que también deseaba hablar con alguien y en ese aspecto lo comprendía.

Solomon seguía en lo suyo y el comenzó a mirar alrededor, todo esa dimensión era completamente blanca, en realidad se sorprendía que se pudiera notar el brillo del Rukh; una duda asalto su mente, pero debía de esperar a que el mayor terminara para poder preguntarle.

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-¿Qué porque no he cambiado nada?- dijo el peliazul un poco sorprendido.

-Sí, es que, tú me has platicada acerca del Rukh dándole forma a los pensamientos, entonces supongo que si alguien tan inexperto como yo pudo dar forma a pequeños complementos de ropa, entonces tu podrías darle forma a cosas más grandes ¿cierto?

-bueno... si.

-Entonces ¿Por qué no has hecho nada para que este cuarto tenga otra vista? – pregunto el rubio realmente intrigado.

Un pequeño mundo para tiWhere stories live. Discover now