AMBOS TENÍAN ANILLOS IDÉNTICOS

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FALTAN 4 CAPITULOS PARA EL GRAN FINAL!  Justin se ha ido

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FALTAN 4 CAPITULOS PARA EL GRAN FINAL!
  Justin se ha ido. Otra vez.
Esto de la guerra lo ha distanciado más de mí de lo que me gustaría. Aunque hay que admitir que también siento que tengo mi propio... espacio.
Después de dejar jugar a Niall, Christian, Chaz y Ryan con los aviones (Justin no dejó que los sacaran a la superficie, pero al menos estuvieron moviendo los controles) decido que quiero que Niall me acompañe con el tal primer ministro, Churchill. Hay cierta confianza entre él y yo... como si nos conociéramos hace mucho tiempo.
El pregunto cuando íbamos de caza si teníamos un auto. De echo, lo tenemos, y no solo uno, si no bastantes de ellos, solo que nos los utilizamos muy a menudo. Resulta muy incómodo pensar que puedes ser mucho más rápido que el coche.
Le muestro nuestra pequeña flota de autos.
-¿y bien? Escoge uno, te dejaré conducir.
-de todo lo que me estaba perdiendo siendo humano...
Susurra mientras salta dentro de un elegante coche negro. Si todos los vampiros nuevos fueran tan calmados, tranquilos y simpáticos como él todo sería demasiado diferente.

*NARRADOR*
Winston Churchill camina nervioso por su despacho. ¿cómo llegó hasta este punto? ¿hasta pactar con los vampiros? ¡con esos demonios!
Al mirar por la ventana y observar la ciudad de Londres casi en ruinas, la respuesta es más que clara; hay que terminar con esto, antes de que no solo Londres sea destruida, si no el mundo entero. Aunque a cambio tenga que entregarles su valiosa ciudad.

No es la primera vez que trata con ellos. No es la primera vez que los ve. Sabe que están ahí, escondidos en su enorme castillo, su bunker personal, en el cual son indestructibles, intocables a pesar de que sus enemigos más cercanos (los hombres lobo) siempre traten de aniquilarlos.
Sin embargo, a él le gustaban más lo vampiros. (y no es porque le gustaran los "demonios elegantes" como el los llamaba) si no, porque los hombres lobo solo poseían su fortaleza con la luna llena, y los vampiros la tenían todo el tiempo.
Mira el reloj.
Ellos deben de estar allí en cualquier momento. El chico de cabello cobrizo y ojos atemorizantes. Esos que con una sola mirada, te hacían sentir intimidados.
Es algo estúpido que solo él tenga que tratar con ellos, si también Stalin y el presidente de estados unidos estaban involucrados.
Se escuchan unos ligeros golpecitos.
Winston se aclara la garganta.

-adelante-dice.
La figura de una menuda mujer pelirroja y con pecas, su secretaria Megan.
-señor, lo busca una señorita, dice que tiene unos planos muy importantes que entregarle...
Se le hace un nudo en el estómago.
-dile... dile que pase.
-sí, señor.
Megan asiente y se dirige a hacer lo que se le encomendó. El primer ministro se acomoda su corbatín azul oscuro con puntos blancos, su mejor corbatín, su mejor traje.
Pero aún tiene una duda, ¿una señorita?
Su mente retrocede años atrás, cuando tomó posesión, cuando recibió esa visita, en la que se enteró de que los seres inmortales existían... y peor aún que tenía que convivir con ellos.... Sí, ahí había una chica, una linda chica que acompañaba al tal Justin.
Ella parecía estar aburrida, hasta molesta de estarlo acompañando. Se mantuvo callada la mayor parte del tiempo.
Si no es ella, entonces no sabe quién demonios es. La única pista que recuerda en este momento es que ambos tenían anillos idénticos.

La puerta se abre como en una película de espantos. Levanta la vista y...
Es la misma chica que había visto la primera vez.
Suspira aliviado. Al menos ya la conoce. Viene acompañada de un muchacho de cabello rubio.
Ella sonríe al verlo, mostrando sus impecables dientes blancos. Churchill siente escalofríos al pensar que esa dentadura ha matado a un sin número de personas. Que esa cara angelical sea una asesina... niega lentamente con la cabeza y trata de disimular.

-señor Churchill, un gusto verlo de nuevo-saluda, extendiendo la mano.
Winston responde al saludo, estrechándosela.
Está fría. Muy fría. Nota de inmediato el anillo, idéntico al del otro vampiro, Justin.
Traga saliva. Tiene que ser fuerte. Solo serán unos minutos.
-señorita...
-_________.
-____________, claro. Disculpe. Como siempre viene Justin a hablar conmigo
-entiendo. No se preocupe. Justin por ahora está muy ocupado. Usted entenderá por qué...
-sí, sí. Comprendo. Todos estamos muy ocupados por lo mismo. Pero siéntense, por favor.
Tratando de fingir lo mejor posible cortesía, les señala a ambos las sillas que están frente a su escritorio.

-tuve la oportunidad de echar un vistazo por la ciudad en nuestro camino hacia aquí. Es una pena la manera en la que está.
-después de ganar la guerra, Londres tendrá que ser como un ave fénix y surgir de entre las cenizas.
Ella asiente.
-bueno, señor Churchill. Seré directa. Sabe perfectamente el motivo por el cual estamos aquí. Que nos interesa a ambos. Terminar la guerra.
La chica arquea una ceja hacia el primer ministro, mientras que de su bolso negro saca una carpeta de cuero.
-al parecer, en nuestros laboratorios hemos encontrado la forma de hacerlo. La llamaron "la bomba atómica"
Deja caer la carpeta en el escritorio.
Instintivamente, Churchill trata de recogerla, pero la chica le pone la mano encima, sonriendo. Su sonrisa le causa escalofríos al político.
-pero creo que también hay un trato qué hacer primero.

La frente del primer ministro comienza a sudar.
-s-í. lo... lo lamento. Aquí está.
Le entrega a la chica una hoja de papel. En esa simple hoja, está vendiendo las ciudades más importantes del mundo a unos asesinos míticos. La chica estudia la hoja por un momento, leyendo con atención y tocando ahí, justo donde están las firmas de Stalin, Roosevelt y él. Luego asiente.
-parece que está perfecto. Antes de que esto concluya, quiero que sepa que no haremos mal uso a esto. No volverá a haber una guerra mundial, nosotros nos encargaremos de ello. Londres estará a salvo. Le aseguro que nunca volverá a estar en ruinas.
-confío en eso.
La vampira suelta por fin la carpeta, abriéndola un poco.
-aquí está explicado todo con claridad. Algún científico de ustedes puede armarla fácilmente. Ya le han explicado en qué consiste este artefacto, y aunque a mi punto de vista no estoy de acuerdo en una bomba nuclear, parece la mejor solución al conflicto. Cuide de que no caiga en malas manos, entonces sí sería desastroso.
-descuide, me encargaré de ello personalmente.
-bien. Entonces, eso es todo. Un gusto hacer negocios con usted, señor Churchill. Justin le manda saludos y aprecia su colaboración.

Ambos se ponen de pie y ella le extiende la mano de nuevo.
Eso es todo.
Pronto, los seres inmortales y míticos han dejado su oficina.

El primer ministro inhala y exhala profundamente, dejándose caer en la silla y aflojando un poco su corbatín de seda.
Está hecho.
Los planos de la bomba atómica ya son de los aliados. El fin de Hitler, del poderoso Japón.
Tal vez haya valido la pena. Como dijo la muchacha, no le darán mal uso a su poder, después de todo, ellos siempre han estado ahí ocultos en la sombras y habrían podido apoderarse del mundo entero en el momento en que quisieran y decidieron hacerlo de la manera correcta.

Ahora a mandarle esto a los estadounidenses, Hiroshima y Nagasaki serían las víctimas.  

MEMORIAS DE UN VAMPIRO *INMORTAL*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora