- Capítulo 6 -

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Hannah Collins.

Hoy y en el resto del fin de semana no he podido concentrarme bien por culpa de las palabras de Eyden. ¿Qué pasó en la fiesta? Les he preguntado a las chicas sobre la fiesta, pero ninguna me ha contado algún suceso indebido por mi parte.

Se me hace raro no haber visto a los chicos hoy, aunque tampoco he ido a la cafetería, no estoy aún muy preparada para volver a ver a Zac. Por eso he decidido quedarme en la biblioteca adelantando deberes.

Me dirijo a mi casillero para recoger mis cosas e irme a casa, hasta que un cuerpo se interpone en mi camino haciendo que frene de golpe, lo miro a los ojos y me topo con esos ojos castaños. Pego un pequeño brinco y Eyden comienza a reír.


—¿Dónde vas? Tú y yo tenemos que hablar, ¿recuerdas?

—Me has asustado. Lo sé, pero no os he encontrado a ninguno —me cruzo de brazos.

—Teníamos una reunión con el entrenador. ¿Te parece bien que esta noche nos veamos? Tengo que irme ahora y luego tengo entrenamiento. Al salir puedo pasar por tu casa.

—Si no vienes muy tarde si puedo, avísame al móvil.

—Claro, nos vemos luego.

Me dirijo también a la puerta y veo a las chicas. Le pido a Maddy que me lleve a casa, esto de depender de alguien no me gusta mucho.
Al llegar a casa veo que no hay nadie, Nancy me ha preparado comida, muchos dirán que lo mejor es estar solo, pero de pequeña pasaba mucho tiempo con ellos y no me gusta nada estar sola. Al terminar de comer subo a mi habitación para hacer deberes y adelantar cosas. Mañana volvemos con los ensayos de porristas y tengo muchas ideas que espero que les gusten. También el consejo de estudiantes ha pensado en hacer un baile y tengo que proponer una temática.

Cuantas más cosas haga más tiempo ocupo, así no paso tanto tiempo sola en casa. Al acabar los deberes miro la hora y aún es pronto. Justo recibo un mensaje de Jessica diciendo que ha ido a comprar al centro comercial y si nos tomamos un café. Enseguida le aviso que cuente conmigo y aviso a Oliver.

Al llegar me dirijo a nuestra cafetería de siempre y le aviso que he llegado, ella me comenta que está en la cola de una tienda y que no tardará. Mientras tanto me aproximo al mostrador y el dependiente justamente está de espaldas.

—Perdona —lo llamo.

—Oh, lo siento. ¿Qué desea pedir? —se disculpa—. ¿Hannah?

Matias, quién iba a decirme que lo volvería a ver y no es una fiesta.

—Hola ¿Desde cuándo trabajas aquí? —le pregunto sonriente.

—Desde ayer. ¿Cómo estás?

—Muy bien y ¿tú? —Apoyo mis manos en el mostrador.

—Muy bien también. ¿Qué vas a pedir?

—Oh cierto, que despiste —me sonrojo y miro detrás, había cola.

—Quiero una mocha chocolate y un caramel macchiato.

—De acuerdo, ¿algo más?

—No, solo eso. ¿Cuánto es? —sonrío.

—Corre por cuenta de la casa —me guiña un ojo.

—Pero...

—Nada de peros, ya me invitarás tú a un café cuando quedemos —hace un hincapié.

¿Cuándo quedemos? Que forma tan sutil de... ¿pedirme una cita? Cojo los dos cafés mientras le doy las gracias y me despido.
Me siento en uno de los sofás y a los minutos veo entrar a Jessica. Le digo que ya he pedido por las dos y se disculpa por tardar. Pasamos la tarde hablando y riéndonos, sobre todo cuando Jessica me ha dicho que en mi café había un número de teléfono escrito, claramente obra de Matías. Antes de irme me guardo el número y me despido de él a lo lejos. Jessica me acerca a casa y le agradezco por avisarme de ir a tomar algo.

Desde el primer momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora