- Capítulo 9 -

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Hannah Collins.


Mi cabeza da muchas vueltas y siento un sabor muy amargo en mi boca.

Definitivamente no sé beber, siempre acabo igual, pero juraría que no bebí tanto. Abro los ojos y miro a mi alrededor, me fijo en que no es mi habitación, ni la de Ellie, intento varias veces levantarme, mi cuerpo está pesado y me cuesta hacerlo.

En una silla veo la ropa de Ellie y me quedo algo más tranquila, también me fijo en que llevo ropa de chico, en estos momentos no me importa. Dentro de la habitación hay un baño, al mirarme en el espejo veo que mi rostro es terriblemente horrible, me lavo la cara quitando los restos de maquillaje y recojo mi pelo en un moño alto. En uno de los armarios hay muchos cepillos de dientes en bolsa, definitivamente es la casa de Connor, está costumbre es de su madre.

Cepillo mis dientes como 3 veces y salgo de la habitación e intento bajar por las escaleras poco a poco. No escucho ningún ruido así que me dirijo a la cocina para beber algo y un cuerpo choca conmigo.

—¡Qué susto! —pongo las manos en mi corazón.

—Susto el mío al ver un muerto viviente —me sonríe Eyden a lo que yo le fulmino con la mirada.

—Ja ja, muy gracioso. Necesito una pastilla, mi cabeza va a explotar —pongo mi mano en mi cabeza—. Por cierto, ¿dónde están todos?

—Han ido a por comida. Connor se ha levantado como nuevo; Ryan, Ellie y yo estamos bien, toma anda —me entrega una pastilla junto a un vaso de agua.

—¿Qué pasó anoche? Anoche no bebí a penas alcohol y aquí estoy, con un dolor de cabeza de los mil demonios y sin acordarme que pasó —hago una pausa—. Solo recuerdo caerme a una piscina.

—Te caíste sin querer y ya está. Todos bebimos de más, solo que te sentó peor el alcohol. Por cierto, bonitos interiores negros de encaje —me guiña un ojo mientras bebe agua. En ese momento caigo en cuenta de que no tenía mi ropa interior puesta y mi cara se torna roja.

—¿Tú me has quitado la ropa? —le señalo.

—Claro que no, ayude a Ellie a quitarte el vestido. Tampoco te emociones Collins —me saca la lengua.
—Ya quisieras Eyden —levanto las cejas y lo miro fijamente.

En ese momento se acerca lentamente. Sus brazos cogen los laterales de la camiseta que llevaba y se acerca a mí. Si me dolía la cabeza, ahora iba literalmente a explotarme. Demasiada sangre moviéndose muy rápido dentro de mí o lo que fuera que se moviese.

—Me alegra que estés bien —me rodea completamente con sus brazos.

Siento el latido de su corazón y me invade el olor de su perfume, levantó la cabeza mientras pongo mis manos sobre sus brazos. Nos miramos fijamente y nuestras caras se quedan a pocos centímetros, mi corazón se acelera aún más y siento como mis mejillas empiezan a arder.

Sus manos no dejan de sujetar mi cintura y yo no aparto las manos de sus brazos, se le escapa una pequeña sonrisa al igual que a mí y su mirada se posa en mis labios.
Su agarre se torna más fuerte y siento como nuestros cuerpos se acercan más hasta que oímos como se abre una puerta junto a las voces de los chicos. Nos soltamos de golpe y una eufórica Ellie aparece por la puerta de la cocina.

—¡Hannah! —entra a la cocina y cuando nos ve su sonrisa cambia—. ¿He interrumpido algo?

—No, acabo de bajar y Eyden me ha dado una pastilla para el dolor de cabeza —contesto al momento algo nerviosa.

—Ya, pues mírate la fiebre amiga porque tu cara está muy roja —me guiña un ojo y sale de la cocina.

Escucho a Eyden reírse y le pido al mundo que me trague. ¿Qué acaba de pasar? Salimos al comedor junto al resto a comer.

Desde el primer momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora