Capítulo 7

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Los pocos días de libertad pasaron como un rayo de luz. En un abrir y cerrar de ojos, Fredic y yo nos preparábamos para ir al palacio, donde el rey nos daría la misión. Nana Mei estaba hecha un desastre entre lágrimas y sollozos. Los pocos días que Fredic estuvo viviendo con nosotras Nana le ha cogido un gran cariño.

Luego de esa noche, Fredic no volvió a mencionar lo de su pareja, bueno su ex-pareja. Simplemente dijo que no quería regresar a su casa y nos pidió permiso para quedarse, obviamente ambas estuvimos de acuerdo y lo aceptamos encantadas.

—Cuídense mis niños, por favor coman bien y protéjanse entre ustedes —. Nana Mei nos brinda instrucciones como siempre le dice a mi padre antes de irse a sus misiones. No puedo evitar sentirme algo feliz, iba para mi primera misión.

—No se preocupe Nana Mei, le prometo cuidar de esta enana y evitar que se meta en problemas.

—Gracias querido.

—¡Oigan estoy aquí!

A pesar de mis quejas ellos siguieron diciendo que yo era una irresponsable. Bufo por lo bajo mientras me acerco a Nana para darle un abrazo de despedida., luego Fredic hace lo mismo. Nos miramos una última vez antes de dar la vuelta y encontrarnos con los dos caballos que nos llevarían al palacio. Caminar bajo este sol intenso haría que quiera lanzarme de cabeza al río, por lo que vamos en caballo.

Cabalgamos hasta el palacio donde los guardias al vernos nos dejan entrar, bajamos de los caballos y en segundos alguien se los lleva a los establos.

—Fredic Aldrich y Emma Fairchild, el rey lo espera. Síganme.

Seguimos al criado donde nos lleva hasta el gran salón. Miro a mi alrededor, sorprendida por la belleza y magnitud del lugar. En este salón es donde normalmente el rey escucha al pueblo, otorgándoles alguna petición que este a su alcance. Además, de que aquí se celebran las fiestas reales. El salón es amplio, con cuatro columnas cilíndricas que se alzan hasta el cielo sirviendo de soporte. En las paredes de los costados hay largos espejos, en el medio del salón en el suelo se encuentra una alfombra roja extendiéndose hasta llegar a la parte de atrás del salón donde el trono del rey se encuentra.

Miro hacia el frente encontrándome al rey, sentado en el trono dorado. A su lado, Aaron nos sonreía a ambos. Fredic y yo nos detenemos a unos cuantos metros del rey; colocamos una rodilla en el suelo mientras hincamos nuestras cabezas en señal de respeto.

—Su majestad, hemos sido llamados por su venerada voz. Tenemos entendido que necesita cumplir una misión. Por favor, ilumínenos con su sabiduría —. hablo en voz alta para que el rey pueda escucharme, trato de ser lo más amable posible. Lo menos que quisiera es enojar o insultar al rey.

—Así es, guerreros. Por favor, levántense y miradme a los ojos —. ambos hacemos lo que se nos ordena, nos mantenemos rectos, y serios frente al rey y el príncipe. —Fredic tú has sido el más destacado de tu generación, tu manera de combatir a tus enemigos es digna de ver y temeraria de enfrentar, por esto te he pedido que vengas y escuches mi petición.

Fredic coloca su mano derecha en el lado izquierda de su pecho, justo donde su corazón palpita.

—Sus palabras me llenan de gozo y alegría, su Majestad. No soy merecedor de sus halagos, sin embargo, este humilde guerrero acepta su petición y se cuál sea la misión la completare aun así mi vida llegue a su fin —. las palabras de Fredic resuenan por todo el salón llenándolo de su voz melodiosa. Podría estar diciendo que vende excremento de cerdo y tu creerías que es maravilloso.

—Me alegra escucharlo. Emma Fairchild, hija del General Fairchild; uno de mis mejores guerreros y más fieles compañeros. Muchos negaron que completarías la academia y mira donde has llegado. A punto de recibir tu primera misión, además de ser una bella dama como lo fue tu madre, también eres un ágil espadachín como tu padre.

La Guerrera de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora