Capítulo 12

1.5K 171 2
                                    

Un zumbido en la cabeza hace que vuelva a la realidad. Aún con los ojos cerrados siento mi cabeza querer explotar, mi cuerpo duele como si una caballería me hubiese pasado por encima. No sé con exactitud cuánto tiempo he estado fuera de combate. Me parece un recuerdo lejano haber luchado contra el trol. Escucho personas a mi alrededor, pero no soy capaz de distinguirlas. Es como si hubiese nacido de nuevo, y no soy capaz de diferenciar los sonidos a mi alrededor. Con lentitud abro mis ojos, acostumbrándome a la luz luego de estar en la oscuridad tanto tiempo.

Cuando la luz ya no me hace daño observo a mi alrededor, me doy cuenta de que estoy acostada sobre una cama, miro a mí lado para ver a un hombre mayor con el pelo ya con toques grisáceos al igual que su barba y bigote. A su lado, una mujer también entrada en años. Rápidamente llevo mi mano a mi cintura para descubrir que Zafiro no está conmigo. Me desespero, no conozco a estas personas, y quien sabe que le han hecho a Fredic y a Aaron.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Dónde están mis compañeros? —los miro con furia mientras intento sentarme en la cama, pero un terrible dolor me lleva a nuevo a acostarme.

—Tranquila, en seguida los llamaremos, estaban muy preocupados por ti. Mi nombre es Henry Thorne y ella es mi esposa Mary. Somos los doctores del pueblo vecino, tu amigo vino exclusivamente a buscarme para que te curase. Han sido heridas feas jovencita, por poco te perdemos.

Al escuchar su explicación mi cuerpo se tranquiliza un poco, sin embargo, continúo mirándolos y no dejando escapar ningún movimiento.

—El pelirrojo me dijo que ibas a ser cuidadosa, pero niña mírame; soy un viejo que no puede ni con su vida y tu obviamente sabes defenderte. No debes tener miedo.

—No es miedo —. respondo, más tranquila. —Es precaución.

Noto que la señora Thorne ha salido de la habitación. Espero que sea para buscar a Aaron y a Fredic. Necesito ver rostros familiares.

—¿Qué tan grave es? —pregunto tratando de romper el silencio incómodo.

—Tres costillas rotas y mucho sangrado. No tengo idea como pudiste cargar a ese jovencito tú sola hasta el pueblo. El dolor debió ser horrible, pero ya estas mejor solo unas semanas más de descanso y estarás como nueva.

—¿Cuánto tiempo estuve dormida?

—A penas cuatro días

Asiento al saber todo lo que necesitaba. Cuatro días, hemos perdido cuatro días por mi culpa. Recordando la misión, y que debíamos completarla lo antes posible obligo a mi cuerpo a impulsarse hasta quedar sentada.

—¡Niña! ¿Qué haces? —escucho la voz del doctor la cual ignoro.

Doy un gran respiro ya sentada, ahora viene lo difícil. Arrastro un pie fuera de la cama hasta tocar el piso, dándome cuenta de que estoy descalza, y el piso es frio bajo mi pie. Dando otro respiro, arrastro el pie restante.

—¡No puedes levantarte! —siento sus manos sobre mis hombros tratando que me acostara, pero yo estaba decidida a levantarme.

—Mi espada.... ¿Dónde está?

—La tiene uno de tus compañeros, dijo que iba a cuidarla hasta que despertaras.

Asiento.

—¿Quieres que busque a tus compañeros? ¿Te sentirías más tranquila?

Asiento de nuevo.

La Guerrera de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora